"Lo que mueve a los hombres de genio, lo que inspira su trabajo, no son las ideas nuevas, sino la idea obsesiva de que todo lo que ha dicho, no es suficiente”. Eugene Delacroix
Cincuenta años se dicen fácil, pero cuántos sucesos pueden pasar en todo este tiempo. José López Ruiz, fotógrafo profesional, lo sabe.
Este año se encuentra de fiesta, debido a que hace 50 años ingresó al arte fotográfico, el cual lo ha llenado de grandes satisfacciones. El abrirse paso dentro de este terreno no fue fácil, pero le da gracias a Dios por ser uno de sus protegidos.
A diario se pregunta por qué Dios lo seleccionó para formar una familia tan linda, por tener salud y trabajar en lo que más le apasiona, el porqué sus hijos tuvieron la oportunidad de estudiar una carrera; cuando en el mundo hay tantos niños desprotegidos que deben levantarse muy temprano para vender el periódico y limpiar los parabrisas de los carros, para poder comer. Cuando reflexiona al respecto, sus ojos café oscuro brillan, a través de sus lentes; la voz está a punto de quebrarse.
LOS MEJORES MOMENTOS
José López Ruiz es una persona sumamente amable, entregado a su familia, la cual está integrada por su inseparable esposa Yolanda Nájera, con quien ha compartido 46 años de su vida; sus dos hijos (gemelos) Jesús Gerardo y Claudia Yolanda juntos le han dado cuatro nietas: Gabriela Ailyn, Mónica Denise, Claudia Odille y Yolanda María, quienes le han dado más alegría y orgullo a su familia.
Nació el 7 de febrero de 1930 en San Pedro, Coahuila; hijo de José López y Herminia Ruiz, quienes le dieron ocho hermanos: Juan Manuel, Francisco, María, Ángel, Gerardo, Josefina, Luisa y María del Pilar; los cinco primeros ya fallecidos.
Su destino estaba en la fotografía, carrera que lo seleccionó, porque sin pensarlo un buen día ingresó en este maravilloso arte; incluso dejó su carrera de Químico Farmacéutico, la cual dejó trunca al presentarse la oportunidad de adquirir un estudio fotográfico en la ciudad de Durango.
Su pasión por el arte inició cuando tenía aproximadamente 19 años, al tener una gran amistad con la familia Sosa (fotógrafos de abolengo de Torreón y Monterrey); quienes le enseñaron el arte. Corría el año de 1954 cuando un miembro de dicha familia decidió vender el estudio fotográfico que había instalado en la ciudad de Durango, ubicado en calle Constitución, a un costado de Catedral, el cual adquirió incitado por Ricardo Sosa, quien casi lo obligó a comprarlo, fue así que el 16 de julio de 1954 inició su carrera de fotógrafo de estudio en Durango; un año antes había llegado a Durango como agente de ventas de una compañía farmacéutica. Vivía con un matrimonio, que le ayudó a hacer relación con las familias locales.
INICIOS DIFÍCILES
El abrirse camino dentro de este terreno no fue fácil, en especial porque en ese entonces era popular el nombre de Lupita Valenzuela. “Mis inicios fueron difíciles, me agarraba del periódico para ver las despedidas de solteras, me informaba y les llamaba, las invitaba a mi estudio para tomarles fotografías. Poco a poco me fueron favoreciendo”, comentó. Reconoce que fueron cuatro años los que tuvo que trabajar con ahínco para ganarse el respeto y la confianza de la gente duranguense. Muchos días pasó solo, sin nadie que lo visitara, “antes Durango era muy lluvioso y me la pasaba viendo cómo caía la lluvia por los aplanados de Catedral”.
Informó que en ese entonces se acostumbraba que las bodas fueran en sábado, siendo un joven creativo y lleno de imaginación, empezó a tomar las fotografías de las bodas del sábado y esa misma noche las ponía en exhibición, “se convirtió en una tradición que la gente asistiera al estudio para ver a las novias del sábado. Era para abrirme paso y hacer algo diferente; afortunadamente siempre me vi favorecido”, comentó, mientras Yolanda, su esposa, se sienta a su lado. En ese momento se toman de la mano y así se pasan la gran parte de la entrevista.
La conoció en una reunión de amigos, a José le llamó la atención el cabello de ella, “lo tenía precioso”; a Yolanda le gustó su caballerosidad y bondad, “yo dije ojalá que haya química”, expresó Yolanda, que orgullosa ve a su esposo y le brinda una tímida sonrisa. Tras un buen tiempo de amistad decidieron contraer nupcias el 23 de agosto de 1958, justo a las 13:30 horas en el Santuario. Las fotografías de la boda las tomó Ricardo Sosa.
MUESTRAS INDIVIDUALES
Los 46 años que han vivido juntos han estado llenos de buenos momentos; los cuales se vieron opacados el 2 de abril de 1961 con la llegada de sus gemelos, quienes nacieron prematuros y pasaron un buen tiempo en incubadora. Fue una situación difícil, llena de dolor, de angustia y fue la propia Yolanda quien tuvo que hacerse cargo de sus pequeños; pero siempre apoyada de su esposo. Para ellos un matrimonio debe tener comprensión, apoyo, amor y tener buenas amistades, las cuales valoran en demasía.
José comentó que los últimos 50 años se han pasado muy rápido, llenos de gratos recuerdos, los cuales tiene guardados en su corazón y en su archivo personal. Sus dos hijos siempre lo han ayudado y apoyado; incluso su hijo Jesús Gerardo ha seguido sus pasos; mientras que Claudia Yolanda labora dentro de lo administrativo.
Tiene diversas exposiciones fotográficas, las cuales realizó en su propio estudio; pertenece a la Asociación Nacional de Fotógrafos, donde adquirió el grado de Maestro en Fotografía; ha participado en diversos concursos, además de haber impartido una serie de conferencias en algunas ciudades de la República Mexicana, como Morelia, Saltillo, Puebla, Ciudad de México, entre otras.
MÁS PROFESIONALES
Para celebrar sus 50 años de fotógrafo profesional de estudio inaugurará una exposición retrospectiva en la Casa de la Cultura de Durango el próximo viernes en punto de las 20:30 horas; donde se podrá ver la transformación que la fotografía ha tenido en las últimas décadas. Tendrá la fortuna de exponer a la primera novia que captó: Consuelo Álvarez Bracho, que desafortunadamente hace dos años, aproximadamente, falleció. Dicha exposición estará integrada por cerca de 100 fotografías y durará hasta el 12 de agosto.
Informó que anteriormente la fotografía de estudio era un documento indispensable en todos los hogares, debido a que era parte de la ceremonia de boda; además que la gente procuraba captar cada momento importante de la familia. Ahora, dijo, la gente asiste a los estudios fotográficos, aunque algunas prefieren captar con sus cámaras dichos momentos. “La cámara digital ha facilitado todo eso, aunque también la cámara de 35 mm era popular en esa época, ahora un matrimonio tiene a su niño y le toma 36 fotos en un momento”.
Aunque dice que sigue teniendo mucho trabajo con bodas, 15 años, de familia, “ahora muchas parejas se conforman con las fotografías que les toman en los jardines, al llegar al banquete, que por cierto ha mejorado una barbaridad”, debido a que se ha incrementado el número de fotógrafos de estudio. Afortunadamente, mantiene una gran amistad con todos los fotógrafos con quienes ha compartido conocimientos, porque no le gusta quedarse con nada, todo lo que sabe lo comparte.
ENAMORADO DE DURANGO
Además de fotógrafo es un gran enamorado de la belleza arquitectónica de Durango; de su Catedral, desde hace seis años ingresó a la Asociación Civil Amigos de Catedral, invitado por Jesús Elizondo y Aurelio Martínez, quienes le pidieron hacer el acervo fotográfico de las obras de arte con las que cuenta Catedral, para ser instalado en el Museo de Arte Sacro, por lo que tanto ha luchado la asociación, quien se da dado a la tarea de defender dicho patrimonio.
Las enfermedades y la muerte de algún familiar son los temores que lo han acompañado toda su vida. Su sueño es que los suyos vivan en un mundo lleno de paz, lejos de guerras y violencia; en un Durango tranquilo y progresista, no pierde la esperanza en que los futuros gobernantes traigan más prosperidad a esta tierra, “Durango es muy noble, muy hermoso, yo lo defiendo mucho, creo que más que muchos de aquí. Es una ciudad tranquila, alejada del trajeteo de otras ciudades como Torreón o Monterrey”, compartió.
Confesó ser creyente y católico, cree en la resurrección, mas no en la reencarnación, considera que la persona muere y nace dándole vida a otro ser. Debido a que siempre se ha considerado una persona favorecida por Dios aceptará el destino y el final que éste le tenga preparado para cuando sus ojos se apaguen para siempre. Para ese momento quisiera que su familia y amigos lo recuerden.
José López Ruiz no quiere alejarse de su profesión, porque reconoce que si la dejara él se vendría abajo, debido a que siempre ha sido una persona de responsabilidades y de trabajo. Los 50 años que tiene dedicado al arte fotográfico se verán recompensados la noche del viernes, cuando su familia, amigos y compañeros de trabajo lo acompañen y reconozcan la escuela, el amor, el cariño y el arraigo que le ha dado a Durango, tierra que lo adoptó hace 51 años.
ORGULLO
Hombre de familia
Este fotógrafo profesional vive orgulloso de la familia que ha formado.
FECHA DE NACIMIENTO: 7 de febrero de 1930.
LUGAR DE NACIMIENTO: San Pedro, Coahuila.
PADRES: José López Ruiz y Herminia Ruiz de López.
HERMANOS: Juan Manuel, Francisco, María, Ángel y Gerardo (los cinco ya fallecidos), Josefina, Luisa y María del Pilar.
ESPOSA: Yolanda Nájera Villa.
HIJOS: Jesús Gerardo y Claudia Yolanda.
NIETAS: Gabriela Ailyn, Mónica Denise, Claudia Odille y Yolanda María.
YERNO: José Manuel Ramírez.
NUERA: Gabriela López Ríos.
FUENTE: Investigación de El Siglo de Durango.
SENTIMIENTOS
Agradecido
Demostró ser una persona llena de buenos sentimientos.
JOSÉ: Fotógrafo.
JOSÉ LÓPEZ: Mi padre.
HERMINIA: Mi madre.
FOTOGRAFÍA: Parte de mi vida.
GERARDO: Mi familia.
CLAUDIA YOLANDA: Mi familia.
YOLANDA: Mi familia, mi todo.
DIOS: Lo máximo.
FUENTE: Investigación de El Siglo de Durango.
FICHA TÉCNICA
EVENTO: Inauguración de exposición fotográfica.
TÍTULO: “Retrospectiva: 50 años de actividad profesional”.
EXPOSITOR: José López Ruiz.
DÍA: Viernes 30 de julio de 2004.
HORA: 20:30 horas.
LUGAR: Casa de la Cultura de Durango.