México, DF (Notimex).- Mantenerse más de 30 años como luchador profesional y hacerlo como uno de los mejores es una situación que pocos pueden presumir, y Cien Caras, que está cerca de decir adiós al pancracio, es uno de ellos.
Carmelo Reyes, originario de Lagos de Moreno, Jalisco, se encuentra en su “gira” de despedida y preparándose para la lucha donde apostará su cabellera en el cierre de temporada en la Arena México.
La historia del mayor de los “Hermanos Dinamita” fue difícil como la de miles de mexicanos, que en busca de mejorar su vida o conseguir mejores oportunidades se fue de “mojado” a Estados Unidos, lugar donde nació su gusto por la lucha libre.
“Fui a Los Ángeles de mojado y llegue a una casa donde el dueño era superaficionado a las luchas, me llevó, me gustaron y me propuse ser luchador cuando regresara a México”.
A su regreso a Lagos de Moreno, Carmelo Reyes se encontró con un problema, y es que sus padres no le permitían entrenar por lo peligroso de este deporte, y el “Capo” tuvo que esperar dos años para convencerlos y “en 1972 empecé a entrenar en León, Guanajuato”.
Agregó que su primer maestro fue Panterita Negra, con quien estuvo poco más de un año en Guanajuato, y luego regresó a Guadalajara para buscar al “Diablo” Velasco y de ahí salió luchando de manera profesional.
Rey Plata, quien se encargaba de programar las luchas en Guadalajara, lo bautizó como “Mil Caras”, nombre que fue cambiado a Cien Caras, ya que según comenta “hubo problemas con el nombre de Mil Máscaras.
Agregó que el legendario enmascarado “se dirigió con Rey Plata y no sé a qué acuerdo llegaron, yo llegué al Distrito Federal programado como Cien Caras, pero yo lo que quería era luchar, no me importaba el nombre”.
El “Capo Mayor” recuerda que en sus inicios en esta profesión, la cual dio comienzo en 1974 con César Valentino, Pepe Mendieta y El Audaz como padrinos, apareció en la esquina técnica cerca de 12 años.
Goro Tanaka, a quien le quitó la cabellera, y Memo Valle fueron de sus rivales más odiados al principio de su carrera, igual que Terremoto y Siglo XX, únicos luchadores a quienes desenmascaró, estos últimos a mediados de los años ochenta.
Había salido a flote en dos luchas donde estuvo en juego su máscara, pero como dice el dicho, la tercera es la vencida, y el 21 de septiembre de 1990, en un aniversario más de la lucha libre en México, Rayo de Jalisco Jr. dio a conocer a Carmelo Reyes.
Ante una Arena México repleta donde no cabía una sola persona más, el hijo de Max Linares venció a Cien Caras, quien considera que esa noche “perdí algo importante porque ya tenía más de 15 años con mi máscara”.
Han pasado 14 años desde entonces, y Cien Caras no se arrepiente de haber apostado la careta, ya que “al ver el resultado creo que me fue mejor sin mi máscara, estoy tranquilo. Se jugó, se apostó y se perdió, no siempre se gana, es la realidad”.
Pensar en un posible retiro aquella noche era imposible por la juventud de Carmelo, su objetivo era mantenerse dentro del pancracio “hasta donde se pudiera y el cuerpo aguante”.
Pero esa no fue la contienda más importante para el mayor de los “Dinamita”, ya que dos años después aceptó un reto donde estaba en juego su carrera contra la del cubano Konnan, aunque afortunadamente salió avante.
El jalisciense confesó que meses antes de que se realizara la lucha estaba arrepentido porque “cuando acepté el reto no supe lo que hacía, no me quería retirar, me preguntaba ‘por qué acepté, por qué acepté’, pero cuando salí de esa dije ‘jamás vuelvo a apostar, cuando me quiera retirar me retiro y ya’”.
Y parece que el momento está cerca. Con más de 30 años de carrera como luchador profesional, el momento de decir adiós a la lucha libre es inevitable, aunque aún le restan unas fechas por cumplir y continuar su “gira de despedida”.
Hablar de esta difícil decisión hace que Carmelo se ponga más serio, aunque también habla de sus futuros planes: “creo que ya es el momento, quiero dedicarme más a mi familia, irme a Lagos de Moreno y pasármela de ahí al rancho”.
Cien Caras comentó que después del retiro “quiero hacer lo que me gusta, a ver si vivo del rancho. Todo este tiempo viví de lo que me gusta, la lucha; ahora, si vivo del rancho sería lo mejor”.
Una posible lesión o el cansancio fueron descartados por Carmelo como causa de retiro, ya que “lesiones todos tenemos y cansancio luego de dos días te recuperas, yo creo que eso no fue, si quisiera seguir en la lucha lo haría no igual o con la misma proyección, pero no es así la idea”.
Cientos de luchadores ha enfrentado el “Capo”, y aunque cuenta al Rayo de Jalisco Jr, Konnan, Perro Aguayo y Pierroth como los más odiados, manifestó que a cualquier rival lo encaró con coraje “porque si subes a luchar sin coraje no rindes igual, no te sientes igual”.
Alegrías y tristezas ha vivido este luchador que tuvo la oportunidad de presentarse en países como Guatemala, Japón y Estados Unidos con resultados satisfactorios, como cualquier mexicano que pelea en el extranjero.
Recuerda que uno de los momentos más dramáticos de su carrera lo vivió cuando un aficionado lanzó una moneda al cuadrilátero, misma que le pegó en el ojo causándole daño severo.
Por el lado contrario, confiesa que su carrera como luchador lo deja satisfecho, ya que “conozco mucha gente, muchos lugares, he vivido de la lucha, todo ha sido satisfacción, lo único malo son las lesiones pero en cualquier trabajo hay riesgos”.
Posiblemente la última contienda de apuesta que enfrente en su carrera será la de este 17 de diciembre, en el cierre de temporada de la Arena México, cuando al lado de su hermano Máscara 2000 apuesten sus cabelleras ante Pierroth y Vampiro Canadiense.