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Historias ocultas y de misterio

El misterio que rodea a la muerte y la búsqueda de respuestas a lo inexplicable hacen de estas fechas una ocasión perfecta para escudriñar en el hogar de quienes celosamente guardan una historia de miedo.

En la ciudad de Durango hay construcciones con uno o más siglos de historia. La mayoría de estas casas y edificios está ubicada en el Centro Histórico de la ciudad, en las calles de Negrete, Bruno Martínez, Aquiles Serdán, Independencia y Victoria.

Si bien existen diversas leyendas duranguenses que enriquecen el folclor popular, hay historias no escritas que, por su contenido, son dignas de publicar.

Muchos duranguenses tienen una experiencia o relato de miedo para contar, especialmente aquellos que habitan en casonas antiguas.

Así, algunos de ellos accedieron a compartir parte de estas vivencias, que a continuación se narrarán respetando su anonimato.

Una leyenda de amor

Hay testigos que afirman que en ciertos días del año, especialmente durante las noches del mes de octubre, ven pasar la figura de un hombre con bombín que atraviesa por la esquina de una conocida residencia construida en la década de los cincuenta, ubicada al oriente de la ciudad.

Dicen los vecinos que un caminante desconocido tiene la particularidad de desaparecer justamente frente a la puerta de esta grande casona.

Algunos de los testigos comentan que el hombre sale, en ocasiones, amparado por la oscuridad de un jardín que está cerca de la finca, y que incluso se ve su figura bajo los árboles.

Según el relato de una familia cercana a este inmueble, a principios del siglo XIX, cuando todavía no se construía la actual residencia, vivió en este lugar una dama de alta sociedad que conoció a un francés

adinerado, ambos se enamoraron y se prometieron matrimonio.

Sin embargo, justo tres días antes de la boda el destino los separó trágicamente, cuando el prometido de la dama falleció apuñalado por la espalda a manos de un ladrón.

Cuentan que eso sucedió en octubre y que desde entonces el alma del hombre regresa confundida

buscando a su amada.

FUENTE: Investigación de El Siglo de Durango.

Hospitales

Hay lugares donde la visita de la muerte es continua, como las salas de emergencia de hospitales, que son testigos frecuentes del paso de niños, jóvenes y ancianos que son llevados para salvarles la vida, cuando quizá ya es demasiado tarde.

El personal que labora en áreas como Terapia Intensiva ha vivido

experiencias inexplicables mientras realiza sus rutinas de trabajo.

Tal es el caso de los pacientes que reciben la atención de una

enfermera que aparece justo en el momento en que les toca su

medicina. Al día siguiente, al preguntar sobre la joven que amablemente los atendió, se enteran de que esa presunta enfermera “no existe”.

Otros médicos y residentes aseguran que durante los recorridos para constatar el deceso de algún paciente, observan a lo lejos la figura del hombre que yace sin vida en la cama del hospital.

Como éstos, hay otros casos inexplicables de personas que han

observado a una mujer que visita a los pacientes más enfermos para darles consuelo. Nadie ha conseguido hablar con ella para conocer su identidad, porque sus visitas las hace por la noche.

FUENTE: Investigación de El Siglo de Durango.

La mecedora

Ubicada al sur de la ciudad, se encuentra una propiedad donde sus dueños tienen una historia qué contar.

Se dice que existe una mecedora antigua que data de la época de la Revolución y que, en los días de Luna Nueva, se mece sin

razón, llenando el ambiente de misterio e incertidumbre.

La leyenda cuenta que una joven madre murió junto a su hijo

recién nacido en esta mecedora.

FUENTE: Investigación de El Siglo

de Durango.

Inspección de Policía

A principio de los años noventa quedó deshabitada una amplia construcción ubicada en la calle Guadalupe. Ahora permanece desierta, maltratada por el paso de los años y por vándalos que quisieron hacer su guarida en este lugar.

En las paredes del inmueble se percibe la humedad y el abandono, parece como si nadie se atreviera a cruzar sus puertas o ventanas.

Sin embargo, por la noche los vecinos de este lugar aseguran que la misteriosa y lúgubre casa es habitada por seres sobrenaturales, porque siempre se escuchan voces, pasos y ruidos que se pierden en la

infinita oscuridad.

Respecto a este misterio, los vecinos comentan que a principios de los ochenta un joven se suicidó en uno de los tantos cuartos que

conforman el inmueble, y que quizá sea este atormentado espíritu el que no puede abandonar el que un día fue su hogar.

FUENTE: Investigación de El Siglo de Durango.

“La casa morada”

Conocida por todos como “La casa morada”, se asegura que esta vieja mansión es visitada por fantasmas que fueron atrapados por el tiempo y que se resisten a partir.

Ubicada por la calle 5 de

Febrero, entre Victoria y Francisco I. Madero, la casa fue utilizada como prisión en la época de la Inquisición, por lo que sus muros fueron testigos silenciosos de

almas atormentadas.

Según la conseja popular, los acusados eran trasladados a este lugar después de ser

sentenciados en el Tribunal

Eclesiástico, antes ubicado en el Palacio del Conde de Súchil, pues ahí vivían su última noche “antes de morir quemados o ahorcados en presencia del

pueblo”, dice una de tantas

leyendas negras que se han

tejido alrededor de la Iglesia, aunque documentación de la época desestima los supuestos ajusticiamientos. En los archivos se habla sólo de cuatro personas condenadas (en 300 años) y

ninguna de ellas fue quemada viva.

Años después, este inmueble se convirtió en Arzobispado

provisional; sin embargo, al poco tiempo comenzó a funcionar

como un hotel.

Aseguran los que conocen la

historia de “La casa morada” que uno de los huéspedes,

un menonita, encontró

súbitamente la muerte en el

interior de una de las

habitaciones.

Desde entonces, muchos han

visto la figura de un hombre alto con sombrero que se pierde

entre las sombras. Además,

afirman que también aparecen una anciana y un hombre con

bombín, que “se esfuman” en fracción de segundos.

FUENTE: Investigación de El Siglo de

Durango.

Escrito en: hombre, casa, Investigación, Siglo

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