Para Mayela del Carmen
El pequeño templo de San Miguel de La Ochoa, ubicado en el municipio de Poanas, es uno de los más bellos ejemplos del estilo Barroco que se desarrolló en el medio rural de la Nueva Vizcaya.
Hay quienes aseguran que se trata del mejor ejemplo de ese estilo en la región. En verdad es un edificio muy bien logrado, de magníficas proporciones, digno de una propiedad señorial, como en efecto lo fue, al ser levantado como capilla de la espléndida hacienda agrícola y ganadera a la que servía.
La capilla de San Miguel Arcángel es un testimonio de la grandeza que otrora tuvo la hacienda de La Ochoa, cuyas ruinas a su alrededor son mudo testigo de un pasado de riqueza, ostentación y gloria.
La capilla actual fue construida a fines del siglo XVIII, en un estilo Barroco muy sobrio y pesado, que da nobleza y prestancia a la edificación. Seguramente esta fue la segunda capilla que se construyó para la hacienda, puesto que la Casa Grande, ahora derruida, data del siglo anterior.
La propiedad rústica a mediados del siglo XVII era de Juan Flores de Rivera, quien la había heredado de su padre del mismo nombre. Casado con María de Ochoa, el predio fue conocido desde entonces por el apellido de la distinguida señora.
SEÑORIAL
En 1723 la propiedad fue adquirida por el coronel Fernando Antonio de la Campa y Cos, quien cuatro años después adquiriría el título de Castilla de Conde de San Mateo de Valparaíso. Tras la muerte del Conde, hacia 1742, la propiedad fue vendida a Diego Sáenz de Ontiveros, quien la heredó a su hija Francisca en 1776.
Casada Francisca Sáenz de Ontiveros con Miguel Lavayén, inició una profunda reconstrucción de la propiedad. De esta época es sin duda la edificación de la capilla, que entonces se puso bajo la advocación de San Miguel Arcángel, así como la mayor parte de las reconstrucciones de la casa grande.
A la muerte de sus propietarios, en 1809 sus herederos la conservaron hasta 1817 cuando la traspasaron a Bernardo Solares Cobián y éste a su vez en 1824 la adjudicó de nueva cuenta a la familia Sáenz de Ontiveros, al ser adquirida por el licenciado Rafael Bracho.
Rafael Bracho Sáenz de Ontiveros adquirió numerosas fincas rústicas en la Nueva Vizcaya, entre ellas, además de San Miguel de la Ochoa, compró también la Hacienda de Labor de Guadalupe, San Salvador y El Chorro, estas últimas las heredó a su hijo Rafael Bracho de la Bárcena, mientras que La Ochoa y La Estanzuela las dejó a su hijo Toribio.
CENTENARIA
Toribio Bracho de la Bárcena hizo de La Ochoa y sus predios anexos su casa de residencia, al contraer matrimonio con doña Refugio Zuloaga, y realizar diversas mejoras a la propiedad aseguró su residencia en la finca, donde crió a su descendencia.
A la muerte de Bracho de la Bárcena, en la segunda mitad del siglo XIX, Toribio Bracho heredó la propiedad a su hijo Julio Bracho Zuloaga, quien se trasladó a vivir a la ciudad de Durango, dejando de manera definitiva la residencia permanente en la hacienda de La Ochoa, a la que no obstante acudían constantemente. Luego le hicieron importantes mejoras y nuevas adecuaciones, de esta época es la reforma al interior de la capilla, a la que se le construyó el actual altar mayor con su estilizado y bien proporcionado ciprés, donde se venera la imagen de San Miguel Arcángel, patrono de esa iglesia.
A la muerte de Julio Bracho y Zuloaga la propiedad fue traspasada a sus hijos Julio y Jesús, que habían nacido en la ciudad de Durango, pero desde jóvenes se trasladaron a la Ciudad de México donde iniciaron una sólida carrera artística; el primero como director de teatro y cine, y el segundo como escenográfo, por lo que en la práctica desatendieron sus propiedades en Durango.
EL FIN
El reparto agrario iniciado tras la Revolución Mexicana en los años veinte del siglo XX pronto se extendió por diversos latifundios y propiedades de las vastas haciendas ganaderas y agrícolas de Durango.
Las propiedades de los Bracho no fueron la excepción. No obstante los esfuerzos por disuadir el reparto de las tierras en 1930 se formó el ejido Veracruz, con 3,598 hectáreas segregadas de La Ochoa.
Julio Bracho, propietario de la hacienda, prefirió fraccionarla y poner en venta poco más de 5,000 hectáreas, en las que se incluían la casa grande y sus anexos, antes de que se concretara la inaplazable expropiación del resto de la finca, dando formación a la llamada colonia La Ochoa, con lo que se aceleró la desaparición de esta propiedad, en la que luego, paulatinamente, se fueron generando nuevas dotaciones o ampliaciones de tierras.
PARA DESCUBRIR
-Iglesia de San Miguel Arcángel. La capilla es el más importante edificio que actualmente tiene la población. Construido a fines del siglo XVIII, conserva de esa época su fachada de estilo Barroco. Reformada en su interior, se mantiene un par de pequeñas peanas o repisas de cantera, a los lados del altar mayor, que recuerdan la reconstrucción que se hiciera a mediados del siglo XIX. El altar de la capilla fue elaborado en 1892 como parte de las remodelaciones que si hicieron a fines del siglo XIX.
Es una de las pocas iglesias en Durango que tiene cúpula, tal vez se trate de la única de este tipo perteneciente a la capilla de una hacienda. En el tambor de la cúpula se conservan algunos motivos decorativos realizados al temple, hechos posiblemente durante la remodelación de mediados del siglo XIX.
Las imágenes que se conservan tanto en la nave del templo como en la pequeña sacristía, hacen suponer que la iglesia debió tener un retablo en madera, el que debió ser sustituido a mediados del siglo XIX.
No deje de admirar la espléndida talla de San Miguel Arcángel que se conserva en el ciprés del altar mayor. El Cristo que se venera allí es una extraordinaria talla en madera de mediados del siglo XVIII. Dos curiosos ángeles en madera estofada y encarnada representan a San Gabriel y San Rafael (aunque este último en realidad se trata de San Miguel), y por sus características seguramente formaron parte de un retablo.
En la sacristía se conserva una pequeña imagen de San Isidro Labrador, que en procesiones se lleva cada año a las milpas y tierras de los agricultores; es realmente excepcional. En este mismo lugar se conservan otras dos piezas del siglo XVIII. Se trata de una pila bautismal y una de agua bendita, ambas talladas en piedra por manos indígenas. Aquí se podrá admirar también una extraordinaria sede o sillón sacerdotal, realizado en madera de la época de los Austria, con sus inconfundibles patas en forma de garra de águila.
-Ruinas de la casa grande. Frente a la iglesia de San Miguel, se observan los restos de la fachada de una de las casas de la hacienda, en las que el visitante podrá descubrir parte de su riqueza arquitectónica. A un costado podrá observar las ruinas y tapias de la casa grande en la que se observan las grandes dimensiones de esta construcción, lamentablemente presa de los estragos del tiempo y el abandono.
-Presa Francisco Villa. Desde la población se puede llegar con facilidad a la parte posterior del embalse de la presa, que se localiza a unos cientos de metros. Un lugar de gran belleza natural es la desembocadura del río Frío en el vaso de la presa, con sus majestuosos bosquecillos de saucos, álamos y sabinos. La presa Francisco Villa, construida a fines de la década de los cincuenta, es un espacio idóneo para acampar y pescar, un lugar apropiado y aprovechable para el ecoturismo en Durango.
MUY OBSERVADORES
En el arco de la puerta de acceso de la entrada principal de la iglesia podrá admirar una bella clave, o piedra central con una figura humana, peinada a la antigua usanza con bucles, muy bien lograda.
Si observa con atención a los lados de la clave del acceso, en el arco de cantera de la puerta podrá descubrir la fecha en que concluyó la construcción de la portada de la iglesia: el 1 de abril de 1800.
Sobre el arco de la ventana del coro, que localizará en la parte media de la fachada, logrará observar un curioso sol labrado en la cantera, que representa a Dios.
Sobre las columnas de la fachada en la parte media de la trabe, alcanzará a observar unos pequeños y peculiares nichos también de cantera, con dos diminutos arcos cada uno de ellos. El de la derecha tiene al centro una custodia tallada en cantera, mientras que el de la izquierda se encuentra vacío y posiblemente haya tenido labrado un cáliz.
En la fachada principal, a los lados de la portada, podrá descubrir unas gárgolas zoomorfas muy originales. Si observa con detalle la portada barroca de la iglesia, ésta parece concebida como si fuera un telón, que se ha levantado para permitir el paso de los feligreses.
A los costados de la nave del templo podrá encontrar algunas tumbas de diversos miembros de la familia Bracho. Destacan los mármoles realizados en la Ciudad de México para las lápidas de Refugio Bracho y Zuloaga, de Refugio Zuloaga de Bracho y de Toribio Bracho y de la Bárcena.
RECOMENDACIONES
Para exigentes
En la población se producen unos extraordinarios y exquisitos quesos frescos, elaborados con leche entera de vaca y a la manera tradicional, que los hace conservar un sabor delicioso, para el más exigente paladar.
Es posible degustar otros productos derivados de la leche que se hacen en la población, conservando la sazón que sólo la enseñanza de generaciones puede transmitir. No deje de probar los requesones y asaderos; si desea algo dulce, pruebe los jamoncillos de leche o el pan preparado en los tradicionales hornos de tierra, simplemente extraordinarios e inigualables.
Si tiene suerte, en la presa Francisco Villa puede pescar lobina y carpa, y preparar un pescado fresco asado o frito, o si lo prefiere a las brasas; son realmente exquisitos. Naturalmente debe proveerse y llevar los implementos necesarios para cocinarlos.
Si desea una guía por el templo o saber dónde comprar quesos, no dude en buscar a las jovencitas Marisol García Castañeda o a María Manuela Terrones Arámbula, quienes con gusto le guiarán y darán todas las facilidades para conocer mejor la población.
ORIÉNTESE
Cómo llegar
-Desde Durango (98.5 kilómetros). Tome la carretera federal número 45 con destino a Zacatecas. Alrededor del kilómetro 57, pasando Nombre de Dios, encontrará la desviación con dirección a Villa Unión, ciudad a la que llegará 23 kilómetros después. Cruce toda la población, en el extremo localizará la carretera estatal directa a La Ochoa. Vire a la derecha y continúe por esta carretera unos 16.5 kilómetros para llegar a Veracruz, nombre con el que actualmente se conoce a San Miguel de La Ochoa.
-Desde Guadalupe Victoria (82.3 kilómetros). Desde la plaza principal siga la carretera estatal número 500, con dirección a Ramón Corona. Cerca de kilómetro 23 encontrará la desviación a Amado Nervo, dé vuelta hacia la derecha y siga la carretera hasta llegar a Villa Unión; unos 42.8 kilómetros más adelante, al llegar a esta población, siga de frente por la carretera, sin entrar a la ciudad. Avance otros 16.5 kilómetros para llegar a La Ochoa.
-Desde Vicente Guerrero (49.5 kilómetros). Al salir con dirección a Durango, tome la carretera estatal 241 con destino a Villa Unión, unos 31 kilómetros. Al llegar, cruce toda la población hasta encontrar la carretera estatal para La Ochoa. Dé vuelta a la derecha y siga unos 16.5 kilómetros.
FUENTE: Investigación Javier Guerrero Romero.