En este lugar se brinda el amor y atención más parecidos al de una madre, en él viven decenas de niñas a las que la vida les negó el derecho de un hogar propio, pero a cambio las entregó a una gran familia espiritual.
Ellas no lo saben, ni se imaginan, cuál iba a ser su destino si no estuvieran en la Casa Hogar de la Niña Juan Pablo II, algunas llegaron a este orfanatorio en sus primeros meses de vida, otras después de los tres años de edad, pero la mayoría ingresó a este centro porque se quedó sin la protección y cariño de unos padres.
Cada pequeñita de este internado inspira una gran ternura, están deseosas del contacto humano, sonríen, juegan y con entusiasmo esperan a que llegue el fin de semana para recibir la visita de alguno de sus familiares o padrinos de corresponsabilidad.
Una difícil misión
“Nuestra meta es luchar porque se preparen emocional y académicamente para enfrentar la vida, es lo mejor que podemos hacer por ellas”, externo la hermana María de la Luz Reyes Soto, fundadora de la Congregación Guadalupana del Corazón Eucarístico, y además responsable de la Casa Hogar de la Niña Juan Pablo II.
Durante un recorrido por este internado, con bien cuidados jardines e imágenes católicas, tuvo lugar la entrevista con la religiosa María de la Luz Reyes Soto, que amablemente accedió a mostrar cada área de este centro.
Con más de 14 años de experiencia como responsable del funcionamiento de este orfanatorio, la madre María de la Luz comentó durante la entrevista que el principal gestor para la creación de este hogar fue el arzobispo emérito Antonio López Aviña (f), inclusive el nombre de Juan Pablo II fue idea suya, ya que en aquel entonces el Santo Padre había visitado recientemente tierras duranguenses.
Durante la charla la madre recordó emocionada cómo fueron los inicios de la Casa Hogar, “empezamos con muchas carencias, no teníamos mobiliario, incluso dormíamos en el suelo”, señaló la entrevistada. Continuó explicando que poco a poco fueron adquiriendo camas, sillas, mesas y todo lo necesario para recibir a las pequeñas.
En este sentido, la madre comentó que el sostenimiento del orfanatorio, manutención y alimentación de las niñas, es posible gracias a la caridad y buena voluntad de los duranguenses que están sensibilizados con la necesidad ajena, a quienes hace un llamado para que hagan sus donativos o bien acudan a solicitar los servicios de la capilla y el comedor que generalmente se rentan para eventos sociales.
Una niña especial
Su nombre es Jessica, todas las pequeñas la conocen y la estiman porque es la que tiene más años viviendo en la Casa Hogar, llegó cuando tenia siete años y ahora tiene 21.
Aunque físicamente no es una niña, su corazón y mente si lo son, ya que Jessica tiene una discapacidad que no le permitió madurar de manera normal.
Sin embargo, esto no ha sido impedimento para que se ganara el cariño de sus compañeras, así como de las religiosas a quienes ayuda en labores domésticas, claro sin dejar de divertirse en compañía de las infantes con las que comparte su vida.
Al igual que otras internas de este centro, Jessica fue abandonada por sus padres y acogida por un tío, que fue el que la entregó en custodia a la Casa Hogar, inclusive él era quien visitaba a Jessica hasta poco antes de su muerte hace cuatro meses.
Ahora esta chica vive feliz en este lugar, amparada por la tutela de las madres de la Congregación Guadalupana del Corazón Eucarístico y por su puesto por el amor infinito del Creador.
Una luz de esperanza
La mayoría eran muy pequeñas cuando salieron de sus hogares para llegar al orfanatorio, por lo que no todas recuerdan a ciencia cierta los maltratos que sufrieron o el descuido de sus padres, lo cierto es que en este lugar se sienten protegidas, reciben una educación como cualquier niño normal, se alimentan tres veces al día y aprovechan los fines de semana para ir a visitar a sus familiares.
Actualmente más de 30 niñas están disfrutando de un periodo vacacional, algunas en casa de sus tutores y otras hacen compañía a las familias que amorosamente acostumbran visitarlas y apoyan en los gastos de su manutención.
Inclusive en este lugar existe una convivencia comunitaria mediante la cual las menores conviven con otras adolescentes que se vuelven sus amigas, cabe destacar que a veces estas voluntarias deciden consagrar su vida al servicio del Señor.
Sin embargo, siempre harán falta más personas que participen en esta emotiva labor humana, porque además de servir a una loable causa, contribuyen en gran medida al sano crecimiento de estas niñas que tanto necesitan del afecto de sus semejantes para sentirse integradas y no terminar rechazando al difícil mundo en que les tocó vivir.
Ficha T[ecnica
n Lugar: Casa Hogar de la Niña Juan Pablo II
n Responsable: Hermana María de la Luz Reyes Soto
n Fundación: 26 de junio de 1991
n Ubicación: Prolongación Primo de Verdad 662, Col. Valle del Sur
n Objetivo: Recibir en custodia temporal a niñas desde los cero hasta los ocho años de edad.
n Misión: Proteger, amar y educar a niñas huérfanas de padre
o madre, abandonadas o maltratadas.
n Número de internas: 45 menores.
n Personal a cargo: Ocho religiosas y voluntarias temporales
que sirven a la Casa Hogar.