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Una ciudad colonial

Javier Guerrero Romero

Para Mayela del Carmen

La ciudad de Durango festeja hoy el 441 aniversario de su fundación, ocurrida en 1563. Desde entonces, la población ha tenido un paulatino y constante crecimiento, en ocasiones muy lento, en otros momentos acelerado, pero siempre ha dejado una huella en la imagen urbana de la ciudad.

Hablar de una ciudad colonial, en justicia, es propio si consideramos sus casi cuatro siglos y medio de existencia, pero lamentablemente pocos vestigios de esta época se conservan.

Durango es una ciudad rica en monumentos arquitectónicos del siglo XIX y de principios del siglo XX, incluso se llegan a confundir con cierta facilidad como casas coloniales. El Centro Histórico es muy rico, con sus poco más de 700 edificios catalogados como históricos y cerca de 300 de gran valor arquitectónico que aún no han sido registrados, por lo que lamentablemente carecen de la protección legal.

Prácticamente no se conserva ninguna casa de los primeros años de nuestra ciudad y solamente algunas cuantas edificaciones que datan del siglo XVII y otras pocas más del siglo XVIII. Estas casas son mudo testigo de nuestra historia, de las luchas diarias, de los afanes de nuestros antepasados por forjar una población estable, por legarnos un mejor presente.

LAS MÁS ANTIGUAS

Hay casas del siglo XVII, construidas posiblemente en la parte final del siglo. Aún es posible admirar algunas viviendas del Centro Histórico, y aun cuando algunas han sufrido modificaciones para hacerlas más habitables, conservan el aire, la fuerza, la majestuosidad de una recia arquitectura incipiente, modesta en su concepción, pero no por ello menos valiosa.

Estas casas se conservan en pleno Centro Histórico a la vista de todos, pero, a su vez, ocultas en el desconocimiento de su pasado. Señoriales, de muros sumamente elevados, con ventanas y puertas de bajas proporciones, apenas para permitir la iluminación y la ventilación de los altos, sombríos y alzadas habitaciones, reducidas en su interior por los insustituibles cielos de manta, para proteger a sus residentes de los siempre inoportunos, repugnantes y temidos alacranes.

Posiblemente las casas más antiguas de la ciudad sean las que se ubican con los actuales números 103 Sur, 112 y 122-124 Norte de la calle Francisco I. Madero. Por sus características arquitectónicas, posiblemente se remonten a mediados del siglo XVII. Otras casas de dos pisos, como las ubicadas en Negrete esquina con Zarco, donde funcionara la antigua Garita de Oriente, así como la llamada Cárcel Eclesiástica, que se ubica en las esquinas de Juárez y Aquiles Serdán, son construcciones de fines del mismo siglo XVII o los primeros años del siglo XVIII.

Estas casas, del más puro estilo plateresco, son fáciles de ser confundidas por ojos inexpertos como casas neoclásicas del siglo XIX, tal vez por eso ha sido desdeñada su importancia arquitectónica.

PALACIOS Y MANSIONES

Hubo fincas levantadas a fines del siglo XVIII, con el impulso económico que se vivió producto de la reforma económica impulsada por los reyes borbones, que permitió la reactivación de la minería y el comercio en todas las provincias.

La nueva Vizcaya, y Durango en particular, no permanecieron ajenos a esta circunstancia, por lo que se generaron los recursos económicos que se reflejaron de inmediato en el desarrollo urbano.

Las grandes construcciones palaciegas se empezaron a realizar, así como la construcción de los edificios para la administración del Gobierno español. De esta época datan la mayoría de las construcciones coloniales que se conservan, muchas de ellas muestran aún el esplendor, riqueza, lujo y magnificencia con que fueron concebidas. Afortunadamente se conserva una gran cantidad de casas construidas en el siglo XVIII, entre ellas los palacios de Zambrano, el del Conde de Súchil y la Real Caja.

Algunos edificios para el servicio público fuero edificados a fines de la época colonial. Aunque con algunas modificaciones, aún se conservan, como el Real Obraje, convertido primero en cuartel militar y ahora en mercado; la Casa del Correo Mayor, la Casa de la Real Aduana y la antigua Casa del Ensaye.

Palacio de Zambrano. Entre los palacios coloniales de la ciudad destaca sin duda el actual Palacio de Gobierno, construido hacia el año 1798 por el rico minero y comerciante español Juan José Zambrano y Amaya. Se lo adjudicó el Gobierno del Estado para ser su sede a partir del siglo XIX. En su interior se conservan las colecciones de murales más importante de la entidad, con obras de Manuel Guillermo de Lourdes, Francisco Montoya de la Cruz, Horacio Rentaría Rocha, Guillermo Bravo y Luis Sandoval, entre otros.

Casa del Conde de Súchil. Ésta es, sin duda, una de las grandes mansiones barrocas que se construyeron en México a fines del siglo XVIII. Esta casa sirvió de residencia del primer conde del Valle de Súchil, José de Campo Sobaron y Larrea. Su patio principal es uno de los más bellos ejemplos del estilo Barroco realizados en la Nueva España.

Real Caja. Construida a mediados del siglo XVIII, de 1794 a 1822 fue ocupada por la Caja Real del Gobierno de la Nueva Vizcaya, de allí el nombre con el que se le recuerda. De 1825 a 1836 fue sede del Congreso del Estado y unos años después fue residencia de Juan Nepomuceno Flores y Alcalde. Actualmente, debidamente restaurado, el edificio opera como hotel.

CONSTRUCCIONES BARROCAS

Durante el periodo Barroco se construyó una gran cantidad de casas y mansiones en la ciudad de Durango.

Prácticamente en el último tercio del siglo XVIII surgieron dos de los elementos que caracterizarían a las construcciones de esta época, el más popular de ellos fue la cornisa ondulante, un curioso remate de las fachadas de las casas que suprimen su trazo recto por una franja serpenteante de cantera, rematada de muy diversas maneras. El otro son los grandes frontones de cantera, es decir, grandes y pesados enmarcamientos de las puertas que sobrepasan la altura de la fachada con un remate que se eleva por encima de las cornisas.

Entre las casas con estas características, además de los palacios señalados, conozca y admire estos elementos en la Mansión Pescador, ubicada en la calle de Zaragoza número 110 Sur. Esta casa conserva incluso parte de los antiguos pisos de laja de cantera en el zaguán y los corredores. La Mansión Ramírez, ubicada en la calle Negrete 700 Poniente, destinada ahora para oficinas de la UJED, en su interior conserva una conjunto muy interesante de murales al fresco del maestro Francisco Montoya de la Cruz, realizados en 1939.

Tal vez una de las portadas barrocas más bellas que se conservan en la ciudad es la del llamado Mesón de Zambrano, ubicado en 20 de Noviembre 900 Poniente, esquina con Zaragoza. La casa ubicada en Negrete 906 Poniente, esquina con Hidalgo, es de una belleza excepcional.

Si recorre con cuidado el Centro y observa con atención las fachadas de cantera que sobresalen de la cornisa o encuentra las cornisas ondulantes, está usted posiblemente descubriendo una casa de fines del siglo XVIII. Además de las señaladas, podrá encontrar cerca de una veintena más.

EDIFICACIONES RELIGIOSAS

Existen 18 templos, iglesias y capillas en el Centro Histórico, aunque ocho de ellas fueron edificadas en la época colonial, incluso algunas se empezaron a construir en el siglo XVI, aunque las sucesivas remodelaciones y reconstrucciones realizadas desparecieron los vestigios de las antiguas construcciones, por lo que prácticamente no se conserva ningún edificio religioso que date de los primeros años de la ciudad, aunque los edificios con vestigios más antiguos son San Juan Bautista de Analco y la capilla de Los Remedios.

Además, se construyeron otros edificios eclesiásticos como los conventos, colegios, hospitales y el propio Obispado. De éstos sólo se conservan el antiguo Colegio de la Compañía de Jesús, el Hospital de San Juan de Dios, el antiguo Colegio Seminario y algunos fragmentos de lo que fuera el Obispado: parte de la capilla de Santa Teresa y la Cárcel Eclesiástica.

San Juan Bautista de Analco. Aunque esta misión se fundó desde 1559, la antigua ermita pronto se transformó y fue ampliada. Luego, a fines del siglo XIX, se edificaría el templo actual, sin embargo, aparentemente la capilla lateral de Nuestra Señora de Loreto puede ser la traza original del antiguo templo o cuando menos se trata de la distribución más antigua de ese espacio. La pequeña capilla emplazada de Oriente a Poniente conserva las dimensiones de lo que pudo ser la misión a fines del siglo XVII o principios del XVIII, incluso conserva la franciscana puerta de porciúncula, que permite el acceso al templo desde el Norte, en recuerdo de la vía de San Francisco a la capilla de Asís.

Nuestra Señora de los Remedios. Por su estructura, éste es uno de los templos más antiguos que se conservan en la ciudad. La actual construcción data de principios del siglo XVIII, aunque ha sido remodelado en varias ocasiones. Esta ermita construida en la cima del cerro que corona a la ciudad al Poniente, fue levantada por los misioneros franciscanos en el siglo XVII. En el siglo XVIII fue reformada la capilla: de esta época data la pequeña torre; la puerta de porciúncula, orientada al Norte (tapiada desde el siglo XIX), el camarín para la Virgen y la pequeña sala de retablos.

Catedral Basílica Menor de la Inmaculada Concepción. La primera iglesia construida de adobes con un techo de paja fue puesta bajo la advocación de la Asunción de la Virgen, y sirvió como parroquia en los primeros años de la villa. Al crearse el Obispado de la Nueva Vizcaya en 1620, se convirtió en catedral, dedicándose a la Inmaculada Concepción.

En 1634 la iglesia se incendió, por lo que se empezó la construcción de una nueva iglesia en el mismo sitio. En 1695, luego de muchos problemas en la construcción, se encargó la obra a Mateo Núñez, quien propuso rehacer la iglesia con bóvedas. Para 1721, el maestro José de la Cruz había comenzado la torre poniente y terminado la portada principal; alargó la iglesia, hizo la sacristía, la sala capitular y la casa anexa. Entre 1738 y 1741 se levantaron las bóvedas de las naves laterales y se construyó la cúpula. También se hizo entonces el primer cuerpo de las portadas laterales de estilo salomónico, terminadas por Pedro de Huertas, en 1764 en estilo estípite. La torre oriente de finales del siglo XVIII, dio a la catedral su fisonomía actual.

Entre 1841 y 1844 fue reformada en su interior. Se cambió el coro para atrás del altar mayor, y se retiraron los altares coloniales de madera, sustituyéndose por los actuales de cantera, de acuerdo con el gusto de la época. En su interior la iglesia conserva innumerables obras de arte sacro colonial de gran valía.

Otros templos de la época colonial. Existen otros templos construidos durante la Colonia. Aunque la totalidad de ellos fueron redecorados al estilo Neoclásico en boga mediados del siglo XIX, conservan en sus interiores algunas obras de arte religioso de gran valía y su arquitectónica aún muestra numerosos elementos coloniales.

Es imprescindible una visita al templo de San Juan de Dios que fue la capilla del antiguo Hospital Real; anexo a la Escuela Primaria Número 15 Alberto M. Alvarado, funcionaba el claustro del hospital. El templo San Juanita fue el templo del Colegio de la Compañía de Jesús; se conserva una parte como oficinas de la UJED. El templo de San Agustín, reconstruido a fines del siglo XIX e inicios del XX, fue parte del convento agustino establecido en Durango desde la primera mitad del siglo XVII, aunque de ese antiguo claustro no se conservan vestigios.

El templo de Nuestra Señora de Santa Ana y la Sagrada Familia es una recia construcción de fines del siglo XVIII, destinado originalmente para ser parte de un convento de religiosas que nunca se concluyó. El Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe, construido desde el siglo XVIII a las afueras de la ciudad, sirvió como casa de descanso de los obispos. Aunque ha sufrido numerosas reconstrucciones, conserva muchos elementos y obras coloniales. La capilla de Santa Teresa, actualmente en desuso, fue parte de las construcciones que formaron la antigua casa del Obispado.

RECOMENDACIONES

Al visitar el Centro

Para visitar el Centro Histórico es preferible hacerlo caminando, así podrá descubrir los innumerables rincones y detalles de su arquitectura.

Use ropa y zapatos cómodos, pues lo recorridos suelen ser extensos.

En la zona encontrará diversos lugares para comer, desde restaurantes de calidad turística, hasta pequeñas fondas y cafeterías para todos los bolsillos. Los bares del Centro Histórico son una buena opción para tomar su bebida favorita.

En la ciudad de Durango se cuenta con 12 museos, seis de ellos en la zona de monumentos del Centro Histórico. Visítelos, se llevará una agradable sorpresa.

¿SABÍAS QUE...?

... La mayor destrucción al patrimonio cultural de Durango ha ocurrido en fechas recientes. A pesar de estar “protegidos”, cerca de cien inmuebles del Centro Histórico han sido demolidos o alterados en los últimos años.

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Escrito en: siglo, casas, ciudad, conserva

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