Su sabor es toda una tradición y se pueden disfrutar a cualquier hora del día, pero lo mejor de los dulces de almendra es que son orgullosamente duranguenses, producto del ingenio de doña Arcelia Vázquez de Valles (f).
Desde pescados, duraznos, plátanos, tamales y hasta enchiladas, se pueden elaborar con la pasta de almendra, según sea el gusto del cliente, lo único que se necesita para su elaboración es el azúcar, las almendras, pintura vegetal, clavos, palillos y por supuesto los molinos y la estufa para hornear.
Pocos pueden imaginar que este dulce tan conocido entre los duranguenses sea un valioso legado de la familia Valles, que ha sido apreciado por personas de todas las edades y estratos sociales, incluso su fama es tal que hasta el Santo Padre Juan Pablo II ha recibido como obsequio una porción de este exquisito postre.
Un poco de historia
La tradición dulcera en Durango tuvo su origen en el Antiguo Convento de las Capuchinas, fundado en el año de 1779, y en el de las Carmelitas Descalzas, creado en 1853. Sin embargo con el tiempo algunas de estas costumbres desaparecieron y otras se transformaron en postres que a la fecha siguen elaborándose en estos recintos de Dios.
Por fortuna la dulcería fina mexicana llegó para quedarse no sólo por su agradable contacto al paladar, sino por la proyección que ha tenido en México y en el mundo, “cocinar es un arte y puede ser una obligación o una diversión gratificante”, decía la Madre Santa Teresa, cuanta razón tenía, y si no basta con recordar la destreza con que Arcelia Vázquez de Valles (f) comenzó hace más de 40 años a formar las figuras de almendra.
Las manos, curiosidad e ingenio de esta duranguense crearon una inimaginable variedad de figuras de frutas de diferentes colores, aunado a la elaboración de pescaditos de nuez y de los famosos pasteles de almendra que se sirven como postre en las bodas y primeras comuniones.
Después de casarse un 3 de septiembre de 1953 con Filogonio Valles Gutiérrez (f), Arcelia comenzó a involucrarse en lo que sería su primer contacto con la elaboración de estos productos, al ayudar a su suegra María Gutiérrez de Valles (f) a realizar dulces de almendra.
En un principio la Sra. Vázquez sólo ayudaba en la elaboración de figuras de pescado; sin embargo, al poco tiempo se le ocurrió usar la pasta de almendra para realizar figuras como manzanas, zanahorias, mangos y empanadas rellenas de coco.
Esta nueva repostería, que en ese entonces sólo era elaborada en casa de los Valles Gutiérrez, ubicada en la calle de Pasteur, comenzó a tener tal éxito entre las personas que la probaban que enseguida creció la demanda de estos dulces.
herencia familiar
Ahora, a más de dos décadas del inicio de esta tradición en Durango, actualmente esta rica costumbre familiar continúa vigente con la intervención de dos expertas: Claudia Patricia Valles Vázquez y Salomé Pérez de Valles, quienes siguen elaborando para su venta figuras de almendras, incluso para exportar a otros estados de la República y América Latina.
“Es mi responsabilidad seguir con este legado que es un sello de nuestra familia”, expresó ClaudiaValles, hija de la Sra. Arcelia y nieta de María Gutiérrez de Valles, quien concedió una entrevista en el interior de su hogar, para hablar acerca de esta dulce tradición.
Durante la plática esta gentil duranguense comentó que el ejemplo que recibió, primero de su abuela y luego de su madre, la animaron a participar en la creación de estas exquisitas figuras, que para ella tienen un valor más sentimental que económico, “esta actividad incluso nos ha ayudado a mantener la unión familiar”, aseguró la entrevistada.
Además del orgullo que simboliza para la familia Valles Vázquez esta herencia de sabor, esta dama manifestó que la repostería de almendra, en todas sus presentaciones, es muy apreciada por la ciudadanía, porque es el mejor regalo que pueda recibir alguno de un ser querido, ya que su elaboración involucra un alto grado de creatividad.
Antes de finalizar la entrevista, Claudia comentó que su madre fue una persona muy dedicada a la repostería, una de sus más grandes pasiones, que incluso la llevó a destacar notablemente, al grado de ganar un primer lugar en la categoría de Dulces Regionales en un Concurso Estatal de Gastronomía. Cabe mencionar que Arcelia Vázquez de Valles también recibió un merecido reconocimiento ya que su aportación a la repostería nacional fue reconocida recientemente en la edición del libro “Delicias de Antaño, Historias y Recetas de los Conventos Mexicanos”, editado a nivel nacional en el año 2000 por las españolas Teresa Castillo Yturbide y María Josefa Martínez del Río de Redo.