Miami, Florida.- Cuando Doug Mientkiewicz capturó el último out de la Serie Mundial del 2004, el entonces inicialista de los Medias Rojas de Boston agarró la pelota en su guante y días después colocó su souvenir en una caja de seguridad.
negocio
lucrativo
Tres meses después, el pelotero desató un furor cuando dijo al diario The Boston Globe que la pelota era su “fondo de retiro”, mientras que los Medias Rojas clamaban por su devolución debido a su naturaleza histórica ya que tuvieron que esperar 86 años por celebrar su primer título.
La sangre no llegó al río y el pelotero “prestó” la pelota, que podría tener un valor de hasta un millón de dólares, para ser exhibida, pero sigue reclamándola como suya.
¿Cómo es posible lo que en una ocasión era considerado un simple pasatiempo ahora se haya convertido en una industria que genera tres mil millones de dólares al año? Sencillamente... la demanda.
Coleccionistas están dispuestos a pagar por adquirir aquella pelota, bate o uniforme especial, o un autógrafo de Mark McGwire o Sammy Sosa, y hasta un trozo de goma de mascar desechado de Luis González.
Ya las ventas no se limitan a los llamados shows de coleccionistas, sino ahora pueden ser adquiridas en tiendas especializadas, casas de subastas y miles de sitios de Internet, incluyendo Ebay, uno de los sitios más populares para la venta de estos artículos.
La industria ha causado asombro cuando se toma en consideración que con la misma cantidad de dinero la persona pudo haberse comprado un lujoso auto o una mansión.
“América Corporativa se ha envuelto en la industria y eso ha causado un aumento en el precio de los artículos de memorabilia”, explicó Rich Altman, propietario de “Hollywood Collectibles” en Florida, y una de las personas más respetadas en la industria de autógrafos deportivos. “Sólo hay que ver lo que pasó con Todd McFarlane”.
McFarlane, el conocido artista de “comics” y creador de “Spawn”, hizo historia en el 1999 cuando compró por tres millones de dólares la pelota del jonrón 70 de Mark McGwire, quien estableció una nueva marca de temporada en la historia del beisbol.
Luego el empresario invirtió cerca de dos millones de dólares adicionales por otras nueve pelotas de jonrón de McGwire y Sosa, y para completar su colección pagó 450 mil por la bola del bambinazo 73 de Barry Bonds, quien rompió el récord de McGwire en el 2001.
objetos
muy valiosos
McFarlane exhibió su colección en estadios y eventos especiales para recaudar fondos para la lucha contra ALS, o la enfermedad de Lou Gehrig, pero todo la publicidad ayudó que su compañía de juguetes, McFarlane Toys, se convirtiera al poco tiempo en una de las más grandes y respetadas del mundo.
“Recuerdo que un periodista me preguntó que cuánto podría costar esa pelota y le dije un millón de dólares. Me dijo que varias casas de subastas le dijeron que valdría alrededor de 100 mil dólares, pero quedó demostrado que la pelota más famosa en la historia del beisbol valió millones para América Corporativa”, afirmó Altman.
Las compras de McFarlane no han sido la únicas sustanciosas. También está el bate empleado por Babe Ruth para pegar el primer cuadrangular en la historia del Yankee Stadium que fue vendido el 2 de diciembre del 2004 por 1.26 millones a un coleccionista privado.
Sólo fue la tercera ocasión que un artículo de memorabilia supera la barrera del millón de dólares junto con la pelota 70 de McGwire y una rara postalita de beisbol del 1909 de Honus Wagner, que fue vendido por 1.265 millones de dólares en el 2000.
Otra compra que generó bastante publicidad fue cuando el actor Charlie Sheen pagó 93 mil 500 dólares por la pelota que pasó entre las piernas del primera base Bill Buckner en el sexto partido de la Serie Mundial 1986.
También han habido ventas raras como, por ejemplo, una persona pagó diez mil dólares por una desechada goma de mascar del pelotero cubano Luis González recuperado por un vendedor de memorabilia durante un partido de exhibición en el 2000.
Y ¿qué les parece pagar siete mil dólares por los dientes postizos de Ty Cobb? Eso fue lo que hizo una dama en el 1999, mientras otra persona compró por 25 mil grandes el “jockstrap”, o protector de copa, del ex lanzador Nolan Ryan.
Cuidado
con las compras
A la excepción de esos artículos históricos, y raros en algunos casos, la mayor demanda de memorabilia son aquellas cosas autografiadas por jugadores. Por ejemplo, una bola firmada por Alex Rodríguez, Sosa o Bonds podría venderse entre 150 a 300 dólares, mientras que un bate podría costar el doble.
Pero también existen personas que buscan lucrar con productos falsificados. Autoridades consideran que al menos el 75 por ciento de los autógrafos vendidos no son auténticos.
“Yo creo que es ridículo el tratar de poner un por ciento. Nadie puede llevar un récord de lo que es auténtico o no. Ni siquiera el FBI puede saberlo, son especulaciones. Pero ahora existen compañías que se especializan en autentificar los artículos y eso es de gran ayuda”, dijo Altman.
Altman, sin embargo, reconoció que es lamentable que personas tratan de aprovecharse y engañar a los clientes. “Por eso, les digo a las personas que coleccionan que averigüen primero los años que llevan los vendedores en el negocio y la reputación de ellos. Obviamente si una pelota autografiada de Mickey Mantle se vende entre 600 a 700 dólares y alguien en Ebay está vendiendo una por 199 dólares con la opción de compra inmediata, hay que ser un idiota para comprarla. Es cuestión de usar un poco de sentido común”, explicó.
O sea, si suena demasiado bueno para ser real es muy probable que no lo sea. Por eso, muchas personas prefieren pagar un poco más adquiriendo su memorabilia a través de compañías como Upper Deck Authenticated y Tri-Star, los llamados dealers de reputación o asisten a un show donde pagan por la firma de los jugadores, que pueden devengar hasta diez mil dólares o más por personarse a firmar autógrafos durante un par de horas.
Otras alternativas populares para adquirir memorabilia son las tarjetas insertadas en los paquetes de las compañías Upper Deck, Topps y Fleer, entre otras, que tienen contratos exclusivos con jugadores y adquieren autógrafos, uniformes, bates y guantes para producir las tarjetas especiales.
Una tarjeta firmada por LeBron James o Michael Jordan al igual que una postal con un trozo de uniforme de Babe Ruth puede ser muy valiosa ya que su producción es muy limitada y su autenticidad no está en duda.
“Todo esto ayuda a la industria porque la realidad es que no todo el mundo tiene el dinero para comprar una camisa usada o firmada por LeBron James y esa tarjeta con un trozo del uniforme puede costarte apenas 50 dólares y es auténtica”, indicó Altman.