Edwin Gerardo Hernández Gámiz se chupa el pulgar y el índice de la mano derecha, y los dedos quedan rojos; vuelve a meter la mano a la bolsa y saca otra fritura de harina empapada de chamoy, salsa roja y chile en polvo.
Un médico le dijo que tiene gastritis y la úlcera inflamada, pero este niño de quinto año no puede resistirse a lo picante, y lo disfruta; pero así como él muchos más compañeritos comen lo mismo: alimentos “chatarra” o no nutritivos, como estas frituras, papitas y duros.
Es hora del recreo, pasan de 11 de la mañana, en la primara No. 20 “Miguel Hidalgo”, y en torno a una mesita hay un torbellino de niños de todas las edades. La encargada Alma Delia Castañón Villegas no se da abasto con la venta de frituras.
Tiene que recibir ayuda de otra persona que abre las bolsas “Totis”, de palomitas y frituras, para echarle la combinación que pidan los niños: “Chamoy, salsa”; “chamoy salsa y chile polvo”, o “puro chamoy”.
El costo de estas bolsitas es de un peso con 50 centavos, y tan sólo ayer se vendieron 48 en menos de media hora; se acabó una botella de litro de salsa y otra de chamoy y quedaron casi vacías otras dos. “Es lo que más se vende”, dice Castañón Villegas.
Otras golosinas que trae son bolis y vasitos de hielo a los que también les pone chamoy y chile en polvo.
La encargada de este puestecito aporta 25 pesos diarios a la Dirección de cuota para vender dentro de la escuela. En total son cinco puestos, tres grandes de lámina de los que distribuye una empresa de refrescos. Sólo dos están abiertos.
En cada uno de los puestos abiertos hay decenas de niños comprando; molletes, que la mitad de pan blanco con frijoles y queso; hamburguesas, burritos, hot-dogs, frituras, dulces y refrescos, principalmente.
Krisna Carolina Ríos Meza, de segundo año, es otra niña que trae una bolsa de frituras con salsa. “Me gusta, porque sabe rico”, señala. A su corta edad sabe que le puede hacer daño comer tanto chile. Su amiguita Indri Guadalupe González Flores dijo que a ella ya la habían operado del apéndice.
La niña Ivonne Alejandra Flores Ramírez es un poco más grande, va en cuarto grado, y también trae una bolsa de frituras con chamoy y salsa roja. Su mamá se acerca a ella, y le da una gordita que compró en el puesto.
La señora Luz María Ramírez Sánchez reconoce que es en la escuela en donde consigue esta comida chatarra o no nutritiva; y señala que sería sano que en los puestos se vendieran frutas, aguas frescas y alimentos más nutritivos. Pero también acepta que si adentro de la escuela no hubiera las frituras, los niños las comprarían afuera.