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Las calles de Durango

Por Javier Guerrero Romero

Muchas de las calles del Centro Histórico conservan nombres asociados a algún suceso o hecho ocurrido en alguna de sus casas, incluso en la calle misma.

En la práctica la denominación original de muchas de estas calles se debe precisamente a los acontecimientos que allí hubo, o bien la referencia era a algún establecimiento que se singularizó por su servicio, por su calidad o por las peculiaridades de sus propietarios.

MUCHOS NOMBRES

Era muy común desde la época colonial designar con algún nombre a las calles de la ciudad, sin embargo, al no existir una regla especifica para ello, era cotidiano que una misma calle recibiera una gran cantidad de nombres, lo que dificultaba mucho la nomenclatura de la misma.

Por sólo mencionar un ejemplo, la calle Bruno Martínez iniciaba en la esquina de 5 de Febrero debido a que allí se interrumpía por el templo de San Juanita, que se extendía hasta la ahora Plaza IV Centenario; esta calle, las primeras cuadras eran llamadas como “Calle del Coliseo”, porque justamente en esa primera cuadra se encontraba el Teatro Coliseo, ahora Teatro Victoria.

Unas cuadras más adelante se llamaba “Calle de la Estampa de Guadalupe”, tal parece que recibía este nombre por una imagen o estampa que existía en una de las casas; unas cuadras más adelante la misma calle era conocida como “Del Camposanto”, justamente porque en los límites de la ciudad se encontraba uno de los cementerios coloniales, el que administraba la parroquia de Santa Ana.

DEL COMERCIO

Algunas calles se han dedicado a determinadas actividades económicas, de allí que su nombre se vinculara justamente a ellas, bastaba saber el nombre de la calle para descubrir los giros comerciales que allí se encontrarían.

El “Callejón de los Zapateros” era reconocido porque en él se reunía una gran cantidad de trabajadores de ese oficio. La “Calle del Nevero”, como se conoció a un tramo de la ahora calles de Aquiles Serdán, o la “Calle de los Dulceros”, como se llamaba a otra cuadra de esa misma calle.

La llamada “Calle del Comercio” reunió desde los primeros años a los principales comercios de la localidad, incluso prácticamente desde el siglo XVIII se ha dedicado principalmente a esta actividad, por lo que es difícil encontrar edificios destinados a la vivienda, incluso desde aquellos años esta calle, con una de las más intensas actividades de negocios, hasta la fecha sigue con esa vocación, aunque las autoridades decidieron cambiarle su nombre por 5 de Febrero.

CON VOCACIÓN

Otras calles que aún conservan su nombre en su formación estuvieron intensamente relacionadas con las actividades de la mayor parte de sus pobladores.

La “Calle de Pateros” se conoce con este nombre porque era el lugar en las cercanías de la ciudad donde vivían los cazadores de patos, las personas que se encargaban de proveer la carne de estas aves para la alimentación cotidiana de la comunidad; costumbre por cierto, de consumir pato, que casi ha desparecido.

Los pateros realizaban la cacería de estos palmípedos en las aguas de las lagunas permanentes que se formaban de los desbordamientos de la Acequia Grande o Acequia Madre que cruzaba la población y que se conocían como “La Ciénaga”, nombre que conservó un barrio y una calle cuando se desecaron estos estanques naturales reservorios de patos.

RECUERDAN A HÉROES

Otras calles cambiaron sus nombres desde el mismo siglo XIX y se les designó con apelativos que permitieran recordar a los héroes que han escrito páginas en la historia de México y de Durango.

A la calle Juárez se le designó con este nombre, naturalmente en homenaje al “Benemérito de las Américas”, Lic. Benito Juárez, pero además de ellos, la calle que se seleccionó para dicha distinción fue la que, según la tradición popular, escogió la comitiva del Presidente para realizar su arribo a Durango, tras el retorno triunfal de la República al vencer la intervención francesa.

En esta misma calle fue donde ocurrió el episodio que se recuerda en uno de los murales del Palacio de Gobierno, cuando un grupo de personas le tendió al paso de su carruaje la bandera francesa para que fuera arrollada por sus caballos, ordenando detener el coche y retirar la bandera del enemigo, que aunque vencido su bandera merecía el respeto y consideración de todos, dando una gran lección cívica a todos.

NEGRETE

En las espaldas del convento de San Agustín se libró la batalla decisiva para el triunfo de las fuerzas independentistas en Durango contra la dominación española, en las tapias de la huerta de este templo se concretó la independencia de Durango.

La lucha encarnizada se transformó en un sitio a la ciudad, y el último punto que impedía proclamar la independencia en la capital de la Nueva Vizcaya era justamente la férrea defensa de la corona en este sitio apoyado de la pequeña fortificación del cerro del Calvario.

Las fuerzas libertarias de Durango fueron encabezadas por el general Pedro Celestino Negrete, quien personalmente comandó la columna del Ejército Independiente, siendo herido en la refriega.

La calle de Negrete justamente fue seleccionada para recordar a la posteridad que fue en este lugar donde se consumó la lucha libertaria de Durango.

INDEPENDENCIA

Tras el triunfo de las fuerzas de Pedro Celestino Negrete y la capitulación de las tropas del Ejército Español, se organizó un desfile triunfal para entrar con la dignidad que correspondía al ejército vencedor.

Acantonadas en los llanos del Santuario de Guadalupe en las cercanías de la ciudad, las tropas entraron triunfales por la calle que les llevaría justo al sitio en el que se concretó la victoria, esta calle se perpetuaría con el nombre de Independencia, porque por ella entró el ejército libertario de Pedro Celestino Negrete.

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CAMBIOS SIN FORTUNA

Algunas calles han logrado conservar sus nombres desde la época colonial, aunque se ha intentado cambiar su designación de manera formal, la tradición popular les sigue llamando por el nombre de antaño.

La calle de Apartado, llamada así porque en ella, en las cercanías del ahora jardín de San Antonio, se encontraba la llamada casa del Apartado.

Esta casa era el lugar donde se realizaba el ensaye y separación de los minerales que se extraían de las minas y se marcaban los productos correspondientes para el pago de los derechos contraídos.

Por una decisión controvertida de las autoridades municipales se decidió que la calle se llamaría Miguel de Cervantes Saavedra, como oficialmente se le denomina; sin embargo, para la población sigue siendo la calle de Apartado, auque se desconozca el origen del nombre.

¿SABÍAS QUE...?

... A muchas calles que tenían el nombre de algún santo se les cambió por el de algún personaje que llevara ese nombre, como la calle de San Francisco, a la que se le puso Francisco I. Madero.

Escrito en: calle, nombre, calles, “Calle

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