Morelos, el Siervo de la Nación, es quien tuvo la genial idea de convocar a un Congreso Nacional, que sintetizara las ideas de gobierno y las estrategias de lucha que habrían de implementarse.
Reunido el Congreso, Morelos pronuncia el discurso de apertura que sobresale por su energía, su buena fe, su firmeza y su veneración por los caudillos sacrificados en la lucha por la independencia. Según se dice, el discurso fue hecho por el cabecilla Carlos María de Bustamante, tomando en cuenta las propias ideas de Morelos.
Discurso luminoso en verdad. Sin embargo, en donde refulgen con mayor fuerza las ideas políicas y sociales extraordinarias del genio de Morelos es en el documento llamado Los Sentimientos de la Nación, que constituyen los 23 puntos presentados por Morelos al Congreso de Chilpancingo, a manera de plataforma para sobre ella elaborar la Constitución, que sería conocida en nuestra historia constitucional como la Constitución de Apatzingán de 1814, que si bien sólo tuvo vigencia en el territorio dominado por los insurgentes, es de un gran valor para el constitucionalismo mexicano.
Los Sentimientos de la Nación son propios del pensamiento de Morelos, surgidos de sus lecturas, de su inteligencia y desde el fondo de su corazón mexicano e insurgente. Carlos María de Bustamante relata emocionado cómo le fueron dictados a él por el gran caudillo insurgente, quien parecía como poseído de una exaltación extraíla y hablaba con voz alta paseando por la habitación, conservando en todo momento la voz y el gesto de un convencido, de un inspirado.
Dentro de estos 23 puntos, pueden significarse los diez siguientes:
Que la América es libre e independiente de España y de toda otra nación, Gobierno o monarquía.
Que la soberanía dimana inmediatamente del pueblo, el que sólo quiere depositarIa en sus representantes dividiendo los poderes de ella en Legislativo, Ejecutivo y Judiciario.
Que no se admitan extranjeros, si no son artesanos capaces de instruir, y libres de toda sospecha.
Que como la buena ley es superior a todo hombre, las que dicte el Congreso deben ser tales que obliguen a constancia y patriotismo, moderen la opulencia y la indigencia, y de tal suerte se eleve el jornal del pobre, que mejore sus costumbres, aleje la ignorancia, la rapiña y el hurto.
Que las leyes generales comprendan a todos, sin excepción de cuerpos privilegiados.
Que para dictar una ley se discuta en el Congreso, y decida a pluralidad de votos.
Que la esclavitud se proscriba para siempre, y lo mismo la distinción de castas, quedando todos iguales, y sólo distinguirá a un americano de otro, el vicio y la virtud.
Que a cada uno se le guarden las propiedades y respete en su casa como en un asilo sagrado señalando penas a los infractores.
Que en la nueva legislación no se admitirá la tortura.
Que se quite la infinidad de tributos, pechos e imposiciones que más agobian, y se señale a cada individuo un cinco por ciento en sus ganancias, u otra carga igual ligera, que no oprima tanto.
Es claro que a estas alturas, mes de septiembre de 2005, en el que en medio de los nombres de los insurgentes principales se echan gritos a la democracia y a la pluralidad desde un balcón presidencial lleno de güeritos, algunos de estos Sentimientos de la Nación han perdido vigencia como el de la proscripción de la esclavitud, pues aun y cuando ésta subsiste en algún que otro país, puede estimarse ya como desterrada definitivamente de este mundo. Lo mismo puede decirse del que nos declara independientes de España, pues la independencia de España está lograda de una vez y para siempre.
¿Pero qué decir de los demás, como el que manda que se moderen la opulencia y la indigencia, que sólo distinga a un mexicano de otro el vicio y la virtud, que no se admita la tortura y que se quite la infinidad de tributos? ¿Y qué decir de nuestra independencia de los Estados Unidos?
Pues ni más ni menos, que aun y cuando hay que reconocer que se han dado avances importantes en estos sentidos, Los Sentimientos de la Nación de Morelos, a más de 192 años de proclamados, sigue siendo camino, sobre todo el que habla de moderar la opulencia y la indigencia, pese a que la Santa Inquisición, que tuvo mucho de inquisición y poco de santa, haya excomulgado a Morelos y mandado quemar la Constitución de Apatzingán.
Los Sentimientos de la Nación de Morelos, tan vivos hoy como siempre.