A lo lejos se ve una lona de publicidad que ofrece el servicio de lavacoches en el interior del local. Otra barda del mismo negocio anuncia que el giro es comercial y que se venden mariscos. Sin embargo, los “litros” son la sensación.
De hecho, en este negocio de lavado de autos, ubicado en calle Alberto Terrones, rara vez se observa que se esté dando el servicio de limpieza a un vehículo. Tampoco podrá ver mesas y sillas, salsas, galletas o tostadas en señal de que se venden comestibles del mar.
Ahí lo que funciona y ha tenido tanto éxito es el resurgimiento de los litros de bebidas alcohólicas preparadas al gusto y listas para llevar y ser ingeridas en la vía pública.
Una barra con decoración moderna, luces ambientales, televisores y decenas de botellas de todos los vinos se localiza enclavada en lo que aparenta ser la caseta de cobro del negocio de lavado de autos que casi nadie toma en cuenta.
Un barman siempre atento recibe las notas de pago y empieza el ritual para la preparación de micheladas, clamatos, bebidas licuadas y todo tipo de preparaciones a base de alcohol que el lugar ofrece en un menú plastificado.
Sin mostrar ninguna actitud de temor o sigilo a pesar de que este giro de cantina fue desterrado de Durango hace cuatro o cinco años, el personal atiende a todo el que llega desde la mañana hasta la noche.
“Eso sí, a las 24:00 horas ya no hay servicio”, aclara uno de los trabajadores del lugar. “Pero pueden ir al otro bar de bulevar Francisco Villa... puede que allá sí cierren hasta las tres de la mañana”, recomienda.
NOCHE DE COPAS
La noche es joven y los muchachos se identifican con ella para acompañarla un buen rato.
Si las cosas se ponen de modo, le harán guardia a la luna y a las estrellas hasta que amenace con salir el astro rey. Los “litros” son indispensables para soportar el reventón ambulante.
En el interior de sus automóviles recorren la ciudad, pues las discotecas y los “antros” de pronto se vuelven aburridos. Además, resulta carísimo encerrarse en el lugar de moda y tomar ahí, dirían.
Para ellos es mejor recorrer las calles mientras platican, hacen relajo y beben alcohol. Si lo acostumbran, seguramente irán a las cantinas al aire libre que se han ido adecuando en varias zonas de la ciudad, sobre todo residenciales.
La autoridad municipal, por su lado, hace el intento de prevenir accidentes y delitos a través de los rigurosos retenes de seguridad, que han resultado un éxito en lo relativo a la recaudación de ingresos vía infracciones o remisiones.
Pero no es difícil pasar a través de los operativos antialcohol, a pesar de que el conductor vaya bebiendo cerveza o vino al igual que los demás tripulantes.
El secreto está en si se cuenta con uno o dos billetes a la mano para la hamburguesa del agente y el café de su superior inmediato.
Que se acabó la michelada de Juan, la bebida de Sonia casi está vacía. “Llega a unos litros de por aquí, ¿cuáles son los más cercanos?”, es la orden y el posterior cuestionamiento de los pasajeros hacia el conductor del coche.
Sabio y con experiencia nocturna, el joven chofer conoce más de media docena de expendios de “litros”, pero el más cómodo es el “Gangas”, porque puede meter el auto hasta ciertas horas de la noche.
Si el lugar está prohibido, nadie se las cree, por la inversión que le han hecho a las barras y a la decoración del bar. Si el Municipio prohibió este giro de bebidas preparadas para llevar hace cuatro o cinco años, nadie se acuerda. A nadie le importa.
REMEMBRANZA
Los llamados “litros” se hicieron famosos en Durango cuando la empresa “Stop And Go Mazacuata Lover” comenzó a funcionar en la ciudad, aproximadamente en los comienzos de los 90’s.
En ese entonces, la administración petista de Gonzalo Yáñez no le vio mayor problema a este giro comercial y lo permitió, siendo Mazacuata la empresa más fuerte del ramo –su competencia no tenía el mismo impacto en el mercado, como el caso de bar Hangar 18-.
Los giros de bebidas preparadas para llevar fueron un exitazo para sus dueños durante casi toda la década pasada.
Pero, entre finales del 98, durante el 99 y principios del año 2000 se inició una campaña para acabar con este tipo de negocios que se ampararon decenas de veces para evitar la clausura.
Al final, los inspectores de alcohol lograron cerrar la matriz de Mazacuata Lover, ubicada en Heroico Colegio Militar esquina con Francisco de Ibarra.
Un tiempo más soportó la sucursal del barrio El Calvario, Coco Jambo, por la influencia que tenía su dueño y los amparos que sus abogados promovieron.
Al final también cerró. Los promotores de este concepto decidieron emigrar a la Comarca Lagunera, donde iniciaron con un pequeño local en la ciudad de Gómez Palacio, y han logrado sostener la empresa que ahora tiene tres sedes en La Laguna.
Por el impacto que durante ese tiempo tuvo la llamada Mazacuata, las bebidas preparadas y servidas para llevar fueron conocidas todas como “mazacuatas”, aunque no las expendiera la misma empresa.
Hoy, en cambio, ya no existe esa empresa, pues la rigidez de las autoridades orilló su cierre y su fugaz huida a Gómez Palacio.
Pero la moda de las bebidas en vaso de unisel nuevamente se ha impuesto a los empaques de cerveza desechable y a cualquier otra modalidad de envasado.
Ahora los que proliferan son los “litros”, a secas.