Querido señor jardinero:
Espero que cuando lea estas líneas usted esté gozando de la sombra fresca y gratificante de un buen árbol, es muy posible que ese árbol no sea del jardín de mi casa, ya que el que sembré hace tres años, el cual me aseguró que iba a prodigar una buena sombra a mis alcatraces, no ha conseguido la altura ni siquiera de un buen bonsái con todo el respeto para estos arbolitos.
Y ya que estamos con las cartas, o mejor dicho con la pala y rastrillo sobre la mesa, me asalta una duda: ¿por qué en tiempo de invierno, cuando no había ni se asomaba el verdor de una hojita, me visitaba cada siete días y, ahora que cada vez que salgo al jardín temo porque me coma una planta carnívora de lo tupido de la vegetación, viene cada 15 ó 20 días?
No quiero que me diga que el “espíritu navideño” lo traía hasta las puertas de mi casa y que ahora no hay un motivo fuerte para hacerlo, en concreto me urge que se haga con frecuencia el jardín ¿qué es mucho? ¡Usted sígame la corriente, me pongo como “helecho desahijado” cuando me contradicen!
El otro día le comenté, sugerí, consideré, ilustré y diserté acerca de ponerle una guía a la bugambilia, por lo que yo sé es planta trepadora y creo que se me está convirtiendo en una “rastrera agachada”, pues le informo que su pedido de alambre corrugado del número .008, los clavos para concreto, los taquetes, los clavos, pinzas para cortar, el martillo de cabeza doble y los guantes del número nueve ya están listos para la hora que usted guste y desee ponerle la guía a la planta, incluso ya señalé con un crayón amarrillo cómo quiero que quede.
Pero si está muy ocupado puedo empezar con poner los clavos y hablarle todas las tardes a la bugambilia que se espere un poquito, que todo marcha bien y tratar de convencerla que es planta de ornato y no tubérculo como ella se siente.
También le quiero comentar, por los años que hemos estrechado esta relación laboral jardinero-señora del jardín, que la última vez que le dije que me podara la llamarada era eso: una poda (cortar o quitar plantas superfluas, de los árboles, vides o plantas), pero quizá confundió el término y entendió “exterminio” (destruir totalmente una especie animal o vegetal o cosa; desolar, devastar por fuerza de armas o de machete).
Si usted hubiera “podado” el género humano en este planeta sólo habría dinosaurios y cucarachas. Fui y visité el vivero como usted lo sugirió para que me fuera familiarizando con las plantas y sus nombres, no encontré las flores que me dijo: amor de un día, teresita, rosa de castilla y cempoal; en su lugar me mencionaron authurium, inflorescencia de aloe, ericácea, catleya y bromeliácea.
Le suena alguna conocida, porque yo pensé que me estaban hablando de una clase de autopsia humana en latín.
Mi muchacha se quejó amargamente conmigo de usted ¡y eso es inconcebible!, qué no ve que es por ella que tengo un jardín verde, lleno de flores y con diseño.
No quiero que se estrese y ella sale cada media hora a fumar un cigarro y me comentó que eso de ver un jardín seco y sin cortar la hacía sentirse frustrada y no tenía ganas de planchar, así que por favor ponga manos a la obra porque duré cuatro días con los pantalones arrugados.
Créame que valoro mucho su trabajo y más después de que me puse a cortar la enredadera que da a la calle, luché con ella, me enredé, me volví a enredar en ella, corté con las tijeras, con un cuchillo, con las manos y hasta con los dientes y no logré siquiera quitarle las hojas secas.
Mis hijos tuvieron que ponerme fomentos de agua caliente en las manos por la noche además de convencerme que la planta no tiene vida propia, que aún seguía pegada a la pared y no enredada a mi cuello como les aseguraba.
Recuerda cuando un día le tenía un club sándwich con una aceituna de adorno, fue un día después de esa “patoaventura” con la enredadera, ya ve ¡Sí lo aprecio!
Bueno, por último le informo que ya apliqué la tierra con vitaminas en las macetas, le puse el bromuro que me pidió, lo desyerbé y lo estoy regando en la noche y en la mañana como me indicó y a riego lento, ¡nada de regadores automáticos y esas modernidades! Yo lo regué como me indicó: mueva tres veces la manguera con la mano, dos brinquitos pequeños, vuelva a mover tres veces, otros tres brinquitos y así hasta abarcar toda el área.
Ya les expliqué a los vecino que no estoy haciendo ningún ritual de magia, que son órdenes de usted, pero creo que no me entendieron, porque siguen echándome sal cada vez que me ven.
Saludos y lo espero dentro de 25 días, yo me encargo de que el jardín no seque, no crezca, no se llene de plaga y de ponerle vitaminas, usted diviértase en la playa, yo no me muevo de aquí.
La señora del jardín
PD: Fue un placer ofrecerle un cafecito con leche que me pidió hace seis meses, pero me podría regresar las dos tazas que se llevó “para el camino”, ya que descompleté mi juego de té y es la única herencia de mi tía Cleo.