Roberto Garibay. Nacido en Santiago Papasquiaro, paisano y contemporáneo en su infancia de los ya entonces adultos hermanos Revueltas, inició su formación como maestro en Artes Plásticas en 1938, hace casi 70 años, dedicando su fructífera existencia a la vida académica y a la docencia en educación artística profesional, impartiendo clases de Dibujo y Pintura, formando a muchos de los artistas plásticos de nuestro país, siendo Director de la Escuela Nacional de Artes Plásticas en dos ricos periodos en los que egresaron muchos de quienes hoy son importantes pintores a nivel nacional e internacional, y dirigiendo las Galerías del Museo del Palacio de Bellas Artes, ese espacio donde los artistas consagrados llegan a exhibir sus obras, o coordinando la Difusión Cultural de la Academia de San Carlos por más de 25 años.
En todo este tiempo el maestro Roberto Garibay no ha dejado de pintar, y hoy parte de su producción es llevada a las páginas de un catálogo de obra a fin de que los duranguenses conozcamos lo mejor de nuestro arte a través de las obras de uno de nuestros más destacados artistas vivos, nacido en las primeras décadas del siglo XX.
Este catálogo presenta varias series de retratos, paisajes, floreros y bodegones, todos más cercanos al Impresionismo y al Postimpresionismo, particularmente a Paul Cezanne, por su composición y soluciones colorísticas, y también, en algunas de las pinturas, al Realismo Expresionista alemán, más que a la Escuela Mexicana de Pintura, que abrevó en los movimientos plásticos mencionados y floreció desde las primeras décadas del siglo XX hasta finales de los años 50 de ese siglo. Ha sido por lo tanto un pintor alejado de las tendencias plásticas predominantes, no obstante haber estado durante toda su vida en íntimo contacto con varias generaciones de creadores adscritos a las vanguardias artísticas del siglo XX, de cuyas obras es coleccionista. Además de que su obra está alejada de la retórica visual nacionalista e indigenista, o de los movimientos de Abstracción-Figuración que se impusieron a partir de los años 60, él se caracteriza por una actitud que encaja dentro del llamado “Individualismo Heroico”, por su voluntario alejamiento de las primeras planas y su dedicación a la vida académica, actitud contraria al “Dandismo” que caracteriza a algunos de nuestros grandes creadores, con su correspondiente actitud egocéntrica, o a insulsas modas y problemáticas de la banalidad, tan en boga entre las nuevas generaciones.
Es pues un pintor que en base al más puro y anticipado Posmodernismo vuelve sus ojos al pasado, y toma de aquél lo que por afinidad y simpatía le resulta convincente. Pintor audible por su silencio, por su enorme modestia y mesurado temperamento, que hace que un bodegón, un florero, un retrato o un paisaje, sea algo clásico dentro de su modernidad; Garibay es poseedor de una estética que nos trasmite calma y sosiego, con un tono alejado de todo lujo y voluptuosidad, con un estilo propio y a la vez universal donde la humildad creadora se impone sobre la gesticulación y la grandilocuencia.