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El exterminio democrático de la democracia

Roberto Orozco Melo

Es un punto de comentario en las columnas periodísticas la nueva trinchera de la dirigencia del Partido Revolucionario Institucional, a consecuencia del modestísimo tercer lugar de preferencia ciudadana expresada por los votos del pasado 2 de julio.

Esta novedad política para el PRI, como tercería en los grupos legislativos, nació de la polarización electoral entre Acción Nacional y el Partido de la Revolución Democrática, respectivamente primero y segundo lugar en el gusto de los votantes: ahora el PRI, que antaño era mandamás, sólo va a tener la opción de cargarse a la izquierda o a la derecha en los proyectos de ley cuyo meollo acomode a las buenas intenciones del momento.

O a las malas. según decida en su oportunidad el coordinador de los diputados priistas...

Pero como a los mexicanos nos encanta rebautizar las realidades que no excitan su interés o su orgullo, el PRI se ha autoglorificado como "balanza, gozne y bisagra para las decisiones trascendentes". Así define con eufemismos la tercería de opinión desde donde va a vender caro su amor, o a cobrar caro su rencor, a cada asunto trascendente que sea sometido a los diputados y a los senadores. Por lo pronto, el PAN y el PRD ya les hacen oportunas carantoñas y melosos ademanes para conseguir en la bancada del PRI los votos que impulsen sus proyectos e intenciones; así, pues, nadie ponga en tela de duda la relevancia actual del Partido de la Revolución Mexicana.

Por el momento el cabildeo legislativo tiene claros objetivos: 1) el acomodo de las tres más importantes fuerzas políticas de México en el área de las decisiones legislativas y en busca de llevar la fiesta en paz; 2) esto supone la urgente cooptación o el parcial control del esfuerzo de los diputados del Partido de la Revolución Democrática, quienes ya dieron su cala en el último informe presidencial que no pudo leer Vicente Fox y 3) realizar una inmersión profunda en los diversos escenarios que podrían presentarse en el país inmediatamente después de la protesta de Felipe Calderón como presidente de la República.

Resulta obvio que Calderón no desea recorrer el abrupto camino de todo un sexenio con una piedra del tamaño de AMLO en las suelas de los zapatos. Pero también resulta descabellado pensar que por ello pudiera tomar medidas incorrectas y violentas, tipo Lomas Taurinas, en contra de su enemigo. Felipe Calderón, por lo tanto, debe estar ansioso ya, ahora, hoy, por dialogar con su contrincante ante de que se acaben los meses previos a la toma de posesión: si gobernar es un arte difícil en circunstancias normales, imagine el lector cómo será de angustiante cuando se sufra un permanente dolor en la vesícula biliar.

Hasta ahora el Presidente electo se ha presentado ante los públicos y las cámaras con una sonrisa amplia y espontánea, y un discurso conciliador que debería concitar en muchos de los corifeos del tabasqueño la idea de ondear una bandera blanca; sólo que el caudillo de la oposición es un ser humano complejo y radical, poseído por altibajos depresivos y exultantes propios de una esquizofrenia grave, de la cual sería posible prever reacciones extremas. No hay camino en el diálogo y si existiera sería una ruta lenta, larga, infructuosa y plena de riesgos. Siempre acechará un peligro detrás de los hierbajos.

No cabe duda: estamos en la riesgosa situación que sintetiza el título "Del exterminio democrático de la democracia", ensayo de Fernando Savater para prólogo del clásico libro de Maurice Joly: Diálogo en el infierno entre Maquiavelo y Montesquieu que fue incluido en la obra del mismo filósofo español "Ética como amor propio" (Grijalbo Mondadori, 1988).

Dice Savater: El fondo del pensamiento político del Maquiavelo de Joly puede expresarse con pocas palabras: "El hombre experimenta mayor atracción por el mal que por el bien; el temor y la fuerza tienen mayor imperio sobre él que la razón (...) Todos los hombres aspiran al dominio y ninguno renunciaría a la opresión si pudiera ejercerla. Todos o casi todos están dispuestos a sacrificar a los demás por sus intereses". Y agrega: Lo único que mantiene a raya a los hombres en la sociedad es la fuerza; también es la fuerza la que sustenta la jerarquía y los organiza; la fuerza organiza el derecho y la ley no es sino fuerza codificada"

Lo escrito por el columnista es de muy poco interés; lo transcrito del texto de Fernando Savater en el párrafo anterior vale, para bien, como marco para una sesuda reflexión del lector sobre la actual circunstancia política nacional. Adelante.

Escrito en: fuerza, Partido, diputados, Revolución

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