?Mi esposo y yo nos quedamos helados. Al escuchar la noticia, las piernas ya no me respondieron y me desplomé en el sillón. El corazón me dejó de latir. No podía respirar. El tiempo, literalmente, se detuvo. Nos encontramos cara a cara con una realidad que nos rebasó. Eso les pasa a los demás, ¿por qué a nosotros? Ni siquiera entiendo bien de qué se trata. Quiero decirles que soy gay... la frase da vueltas en mi cabeza y se repite interminablemente. ¿A qué horas? ¿En qué fallamos? ¡Qué dolor! ¿Qué va a decir la gente?¿Cómo lo enfrento con mi familia? ¿Y con mis amigos? Ya no se va a casar. ¿Y los nietos? Mi esposo, furioso, lanza todo lo que está a su alcance contra las paredes. Los sueños acerca del futuro de nuestro hijo se esfuman. Yo presumía de conocer bien a mi hijo. ¿Estás seguro? ¿Quién te convirtió? Al mismo tiempo que reconozco su valor para decirlo, durante ocho días no salgo de mi recámara. No puedo dejar de llorar. Después de un doloroso camino, fuimos a dar a un grupo de padres con los que compartimos la misma situación. La ayuda y la información que hemos recibido nos permitió aceptar lo inevitable y reemplazar la imagen que teníamos de nuestro hijo con otra nueva. Sí, diferente, pero rescatamos la comunicación con él por el gran amor que le tenemos". Este testimonio que Lucía nos da puede ser el de muchas mamás del mundo. Más de lo que nos imaginamos o queramos aceptar. De acuerdo con el sexólogo Luis Perelman, la Asociación Mundial para la Salud Sexual calcula que alrededor de un 6 por ciento de la población mundial es gay o lesbiana. Sin embargo, otras estadísticas calculan que el porcentaje puede ser mayor, debido a la cantidad de personas que no se atreven a revelar sus verdaderas preferencias sexuales. Esto quiere decir que una de cada cinco familias tiene un miembro que es gay, lesbiana o bisexual entre sus integrantes. Hasta ahora, continúa Perelman, todavía no se sabe si la causa es de origen genético, hormonal o tiene que ver con algo durante la gestación. Lo que sí se sabe es que no es algo que eliges, no es una enfermedad y no se contagia. Y es protegido por las leyes de no discriminación. Mis pacientes me dicen: "¿Cómo es que soy así? Si siempre he escuchado que ser homosexual es terrible, es como el demonio, el marica, lo peor de lo peor...". Mucha gente quisiera quitárselo y esconderlo. Cuando la sociedad ridiculiza esta condición, lo hace a través de chistes, de expresiones despectivas, de caricaturas. Así, un joven que se sabe homosexual sufre mucho y dice: "Yo no soy esa caricatura, no soy eso. Ahora ¿cómo salgo?" El conflicto y la culpa que vive muchas veces lo lleva a distanciarse de sus papás, a cultivar odio hacia sí mismo, a la drogadicción, al alcoholismo o hasta el suicidio. Todo lo que los papás sienten al recibir una noticia tan fuerte es natural. Viven una gran pérdida, un duelo. Incluso, muchos papás piensan: "¿Por qué nos lo dijo?" Preferirían vivir en la negación o la ignorancia. Aunque hay personas que pasan por un periodo de experimentación para determinar su sexualidad -continúa Perelman-, la persona que llega al punto de decirles a sus papás "Soy gay" generalmente ya no está en una fase de prueba. Es frecuente que las personas gays, desde temprana edad, "se sienten diferentes", pero les toma muchos años entenderse, aceptarse y lograr expresar a sus seres queridos sus sentimientos y enfrentar el repudio social: la homofobia. Si buscas un grupo de ayuda para padres, puedes llamar al (55) 52-11-82-50