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Oración en movimiento...

Más que un espectáculo, los famosos “matachines” o “danzantes” conservan las tradiciones ancestrales y las raíces de los antepasados, quienes antiguamente adoraban y honraban a sus deidades con sus bellas danzas en la época precolombina, mismas con las que actualmente se venera a la Virgen de Guadalupe, especialmente en su día y después de la Conquista y la imposición de la religión Católica.

En Durango existen diversos grupos de danzantes que avivan las calles desde principios de mes, despertando la curiosidad e interés por donde quiera que pasan.

La danza mexica-azteca-chichimeca se considera como una de las danzas de conquista, pues representa la resistencia cultural y la apropiación de nuevos elementos dados por la fusión de dos culturas.

Los grupos de danzantes han proliferado y se han multiplicado en el país durante los últimos años, existen por supuesto algunas diferencias evidentes entre los grupos, sin embargo, todos invocan un pasado común y se sienten herederos de una de las civilizaciones más antiguas y hermosas que hayan existido en cualquier momento sobre el planeta.

Los danzantes parecen tener una actitud frente al mundo respetuosa de la naturaleza y reconocen la lengua náhuatl como la portadora del saber. Dicen buscar esa armonía que existía en el pasado entre el hombre y la naturaleza, de la que cada vez se aleja más el hombre moderno, comenta al respecto Manuel Ibarra, danzante de tradición orgullosamente duranguense, quien pertenece y dirige el grupo de danza azteca-chichimeca- chimalpopoca de Durango, de la comunidad Huitzincalpulli.

Organización

Existen centros organizados con un nombre que los caracteriza, dicho nombre siempre es náhuatl y denomina a círculos de danzas donde hay ensayos y ceremonias.

Se organizan además en subdivisiones territoriales y se conforman en grupos que se asumen como familias que pertenecen a cierto calpulli.

Diversidad

Actualmente se conocen tres modalidades de las danzas: la azteca-chichimeca, que parece ser la más antigua, la danza azteca-mexica y la conchera.

Encontramos una clara diferencia entre la conchera y las otras dos pues ésta representa la incorporación de elementos cristianos en una estructura ritual prehispánica que rompe en muchas cosas con la danza azteca.

Las danzas se caracterizan por la reivindicación de la cultura prehispánica bajo el discurso de pureza o retorno al origen.

Estructura

Antes de dar inicio se coloca una ofrenda al centro, ésta contiene por lo general flores, agua, sahumerio y frutas que son repartidas al final del rito.

En la ofrenda y en la estructura de la danza nunca deben faltar los cuatro elementos representados por el huehuetl (tierra), el caracol (viento), sahumerio (fuego) y el agua (que se bebe después de la danza). Especialmente el fuego y el viento se utilizan según el principio de la energía dual; el fuego es un elemento masculino y por tanto, es conveniente que lo porte una mujer. El caracol es un elemento femenino y debe ser utilizado por un hombre.

La figura y el orden de los elementos de la ofrenda no tienen una posición casual. Representa al cosmos en la tierra; así el sahumerio, justo al centro, simboliza al sol y al fuego.

La danza inicia con tres toques de caracol ejecutados generalmente por un hombre, aunque esta restricción tiene cada vez menos fuerza, que se acompañan con el balanceo del sahumerio prendido, portado por una mujer.

Con el sahumerio se purifican todos los elementos que forman parte de la danza: instrumentos, ofrenda, danzantes. Realizado esto y con los danzantes en posición se invoca a los cuatro rumbos, al cielo y a la tierra con su respectiva deidad, y se les dedica la danza, la ofrenda y el sonido del caracol.

Significado

En general son seis las danzas obligatorias, pero este número puede variar dependiendo de la duración y del tipo de celebración.

Las danzas pueden representar a fenómenos o elementos naturales a deidades y/o animales. Pero estos elementos pueden estar integrados en una sola; por ejemplo la danza de Ehecatl, divinidad que a su vez representa a un elemento natural: el viento; la danza del colibrí que representa a su vez a una deidad: Quetzalcóatl. Cada danza se compone de pequeños fragmentos en los que se ejecuta un paso inicial, un paso base llamado “planta”, un paso que cambia varias veces conocido como “flor”, y un paso final, que es similar al primero que se ejecutó.

Antes de iniciar y terminar cada danza se realiza un mismo paso, que consiste en marcar con los pies una cruz: la cruz de los cuatro rumbos, de los cuatro elementos, diferente de la cruz católica a la que hacen referencia los concheros. La danza, recrea, a su vez, el mito de la creación, es decir el tiempo circular.

Al final de las danzas se agradece a cada rumbo por haber hecho posible el rito, el grupo se concentra cerca de la ofrenda, se hincan e inician los cantos. Cualquiera de los integrantes puede elegir el canto que desea dedicar. Estos cantos hacen alusión al universo y a los elementos que lo integran. Después de los cantos, el jefe del grupo dice: “por eso, a través de las generaciones decimos, cuatro veces, mexica tiahui, mexica tiahui, mexica tiahui, mexica tiahui”, que significa “adelante mexica”.

En la última etapa de la danza cada integrante expresa su impresión del rito recién celebrado; pueden también dar gracias al resto del grupo, y al público, por haber compartido ese momento con ellos. Al inicio y al final de cada intervención se evoca personalmente y después en coro a “Ometeotl”.

Trascendencia

Para quienes la ejercitan, la danza es un acto ritual que incorpora al sacrificio como parte de su sentido más profundo. Para los danzantes, los movimientos que se generan en cada celebración se corresponden con cuatro diferentes niveles de conciencia.

El primer nivel es el Mitotilztli o gozo, fiesta y alegría humanas; en éste la danza se manifiesta como una relación humana, en la cual a través del movimiento del cuerpo se logra la interrelación entre los hombres. Los danzantes son el centro y el motivo principal de la danza.

El segundo nivel es el Macehualiztli. En éste el danzante pasa del gozo al autosacrificio por medio de la abstinencia, a fin de lograr desprenderse de todo lo externo. Aquí, la fiesta será reemplazada por un ofrecimiento consciente del danzante a través del sudor, el cansancio y hasta el sangrado de los pies.

El tercer nivel es el de la Chitontequiza, acto de girar y “desprender al cosmos” a través del movimiento de la danza. Por medio de estos movimientos cósmicos el danzante intenta integrarse a las fuerzas de la naturaleza y el cosmos. El cuerpo en movimiento pasará a formar parte de un todo armonioso.

En el cuarto nivel llamado Teochitotenquiza, el danzante aspira a convertirse en un vínculo entre la energía creadora y la humanidad toda. Este cuarto nivel es la expresión más elaborada de lo que un danzante puede lograr con su dedicación, esmero, disciplina y autosacrificio.

Roles

Las funciones o cargos de los danzantes son llamadas “palabras”, éstas otorgan responsabilidades y llevan implícita una jerarquía que se reconoce al interior del grupo aunque ello no represente un rol estricto y permanente (a diferencia de lo que sucede con los grupos concheros).

Tres integrantes representan a “las palabras” y son elegidos por el jefe del grupo. La primera palabra le corresponde a quien “abre los rumbos” y pide permiso; la segunda palabra a quien le ayuda a éste o, incluso, a quien lo llega a suplir en caso necesario. Al encargado de la tercera palabra le corresponde regir las danzas. En ocasiones, un representante de la cuarta y última palabras se encarga de la distribución de los danzantes a fin de mantener una formación circular.

Esta organización espacial tiene como objeto la fluidez y concentración de energía, esto permite entrar en equilibrio. En su discurso, y en su práctica ritual, se manifiestan los símbolos de dualidad: lo femenino y lo masculino, el día y la noche, la vida y la muerte.

La integración de estos elementos simbólicos se encuentra en el Ometeotl, quien representa a los “dadores de vida” y a la energía dual. Ometeotl es padre y madre a la vez y a través de él se explica el mito de la creación. En la danza, se supone, los opuestos entran en equilibrio, como sucede con Ometeotl, gracias a la propia organización del espacio danzante.

En la filosofía mexica, este mito aparece representando por dos señores (o dos dioses), Ometecutli (dos señor) y Omecíhuatl (dos señora), que tuvieron cuatro hijos a los cuales se les asignó un rumbo (tezcatlipocas) para crear el universo.

Son cuatro rumbos, cuatro fronteras del universo donde suceden todos los hechos humanos, cuatro elementos y cuatro eras cosmogónicas que se repiten de manera cíclica en la historia, y que aparecen en el calendario azteca y maya. En la danza, el saludo a las cuatro direcciones equivale al saludo a la creación, a su recuerdo y recreación.

Vestuario

El atuendo consiste en un taparrabos de piel o manta, capulli quetzali o coronas preciosas con plumas de pavo real, águila, faisán y quetzal, así como también portan los característicos atecocolis (cascabeles) sujetos a los tobillos, pectoral o pechera de pieles y motivos prehispánicos. La música se interpreta con el sonido del caracol y sonajas que se tocan al ritmo de huehuetl, éste es el instrumento principal que da ritmo a las danzas, generalmente es elaborado con madera de ahuehuete y piel.

Existe una gran similitud entre la danza mexica-chichimeca y la mexica-azteca, algunos danzantes las diferencian por la vestimenta o por el ritmo de cada una. En la primera se usan pieles y taparrabos, y sus pasos son más rápidos, aunque dichas diferencias no son tan estrictas en la práctica.

Escrito en: danza, cuatro, elementos, cada

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