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¡Ché árbitro! Por arturo brizio carter

México masacró a Paraguay en los cuartos de final de la Copa América cuando se esperaba un partido de poca llegada, férrea marca, golpes y la definición por un gol o de plano, el drama de los penales.

El panorama se aclaró muy temprano en el encuentro cuando el defensor de los Tigres de la Universidad Autónoma de Nuevo León, Julio César Cáceres, intentó apoyarse con su guardameta y lo hizo de manera defectuosa; el delantero mexicano Nery Castillo, quien por cierto, corre como ratero de tapones, ganó el balón obligando a Aldo Bobadilla a zancadillarlo dentro del área, lo cual derivó en la marcación de la pena máxima y la subsiguiente expulsión del guardavallas guaraní.

De ahí en adelante, salvo un rato de desconcentración, todo fue coser y cantar para el Tricolor hasta el grado de hartarse de goles y obtener el marcador más amplio en la historia de su participación en el certamen y dejar lista una semifinal de ensueño frente a Argentina.

Lo que llama poderosamente la atención es el buen nivel arbitral que ha exhibido esta Copa América y en especial, los silbantes que han dirigido a la Selección Azteca hasta el grado de mandar al pretexto favorito al cajón del olvido y en ese sentido, quiero comentar el trabajo de Sergio Pezzota en el partido México ante Paraguay.

Acostumbrados a ver arbitrajes mañosos y pusilánimes en casi todos los torneos, resultó gratificante ver a un juez con valor, criterio y poder de decisión. Usted podrá decirme: ?Uy, que chiste, si la jugada del penal y la expulsión fueron de rutina? y puede que tenga razón, sólo que hay que estar ahí para saber lo que cuesta sacar una tarjeta roja en esas circunstancias.

En primer lugar, corría el minuto dos, eran cuartos de final, había que dejar a Paraguay con diez y era el equipo del Presidente de la Conmebol y pese a todo, Pezzota actuó como lo manda la ley del juego y sanseacabó.

Otro aspecto a destacar es que el silbante jamás intentó aplicar la nefasta ?ley de la compensación? y siguió dirigiendo como si los guaraníes estuvieran completos, es decir, sancionando las faltas y mostrando las tarjetas que el juego necesitaba.

Cuando el partido agonizaba y la goleada era evidente, el defensor Claudio Morel trabó a Andrés Guardado en el área y el nazareno marcó el penal sin pestañear. Otros muchos en su caso se hubieran hecho de la vista gorda. Argentina ha tenido, a lo largo de su historia, grandes árbitros.

Como botones de muestra y con el riesgo de caer en grave omisión citaré algunos como Roberto Goicochea, quien fue contratado para arbitrar en Brasil allá por los 60 y su primer detalle consistió en expulsar a Pelé con el Santos; Ángel Coerezza, Carlos Espósito, Juan Carlos Loustau, Ángel Sánchez, Horacio Elizondo, árbitro de la gran final en el pasado Mundial y mi amigo y hermano Javier Alberto Castrilli, a quienes seguramente unirá su nombre Sergio Pezzota.

Ojalá que Armando Archundia, con la humildad que debe traer consigo el fracaso, aprenda de este tipo de arbitrajes y a usted, don Sergio, sólo puedo decirle: ¡Ché árbitro!

Escrito en: partido, México, grado, Ángel

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