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Alfredo Hidalgo Nieto

79 ENTREGA DEL ÓSCAR: PALOMITAS CON CHILE, CÁCAROS

Nunca en la historia de los Óscares, las ceremonias de entregas habían estado tan cargadas de picante como ahora, hablando de la cantidad de nominaciones de películas básicamente diseñadas por mexicanos, o en su defecto, tienen que ver y se filmaron en México, como en el caso de “Apocalypto”.

Aun así, la fastuosa Academia de Hollywood, que premia y llena de glamour todo el show cinéfago más rimbombante del universo, se ha quedado corta porque dejó en el tintero todavía más nombramientos. Si reflexionamos y comparamos unas cintas con otras, reparamos en que debieron haber sido salpicadas de mole, 11 más –por lo menos- de las 19 que formalmente fueron consideradas de entre las 24 categorías, para conquistar una estatuilla angelina.

Por ejemplo “Apocalypto”, de Mel Gibson, la cual fue designada para disputar el trofeo por Mejor Maquillaje, Mejor Sonido y Mejor Edición de Sonido (filmada en México con actores, técnicos, diseñadores y creativos mayoritariamente del país del guajillo), por mucho debió haber sido enlistada en el rubro de Mejor Banda Sonora, ya que la musicalización fue impecable. Aparte debió haber aparecido en la nómina de Mejor Película de Habla no Inglesa, ya que está hablada en maya antiguo. Además, sin duda alguna, debió aparecer como Mejor Dirección de Fotografía, porque durante toda la cinta se puede disfrutar de una visión panorámica destacable, y una creatividad gráfica indiscutible.

Es un hecho que dicho filme no se haría merecedor a otro tipo de candidaturas más importantes, como Mejor Película, ya que sí hubo otras cuatro o cinco mejores, tampoco la de Mejor Director, ya que el histrionismo colectivo, o el bosquejo en su conjunto, no son como para deslumbrar. Y si bien, la interpretación del actor principal, el indio-nativo amateur Rudy Youngblood (Garra Jaguar) no fue una lección de drama apantallador -ni mucho menos, la actuación del chilango Gerardo Taracena (“Club eutanasia”, 2005, “De ida y vuelta”, 2000), fue un verdadero dechado de teatralidad al más puro estilo del Centro Universitario de Teatro de la Universidad de México. Su papel antagónico de “Ojo en Medio” bien le pudo valer la postulación para Mejor Actor de Reparto. Por lo tanto, ésta polemizada película de acción maya, con la mano en la cintura debió haber sido nominada para siete Óscares en lugar de las tres que oficialmente le otorgaron.

En cuanto al trabajo del tapatío Guillermo del Toro y su “El laberinto del Fauno” (seis nominaciones), pudo haber sido incluida también en el rubro de Mejores Efectos Especiales, por su estilizado manejo del arte digital y el de Mejor Diseño de Vestuario, por su calidad para ilustrar las vestimentas históricas de la Guerra Civil española. De los seis nombramientos, quedaron a un tris de que fueran ocho.

Y qué decir de “Babel”, solamente fue superada por el musical cursilón basado en un éxito afroamericano de los 80 en Broadway: “Soñadoras” (en cuanto a aparición en ternas). Pero si la Academia de Ciencias y Artes Cinematográficas se guiara fríamente por el sentido común, entonces el filme del “Negro” González Iñárritu debió haber sido contemplado para el listado de Mejor Dirección de Fotografía, por sus sorprendentes imágenes en gran angular y la estética exposición de locaciones abiertas, de otro gran talento chilango: Rodrigo Prieto. “Babel”, también mostró su calidad de sonido imponente, que le pudo dar candidaturas para Mejor Sonido y su consecuente Mejor Edición de Sonido. Así que, por lo menos diez nominaciones debieron ser, en lugar de las siete que finalmente acaparó.

“Los hijos de los hombres”, del también chilango Alfonso Cuarón, como bien sabemos tiene tres postulaciones: Emmanuel “Chivo” Lubezki por su Mejor Dirección de Fotografía y las del propio Cuarón –en coparticipación, por su Mejor Guión Adaptado y la Mejor Edición de la misma. Esta ciencia ficción basada en el libro de P.D. James está estelarizada por los británicos Clive Owen (“Sin city”, 2005, “El rey Arturo”, 2004), y Michael Caine (“El prestigio”, 2006, “Batman el comienzo”, 2005), quienes tranquilamente pudieron merecer las nominaciones para Mejor Actor y Mejor Actor de Reparto, respectivamente. Por tanto, en lugar de las tres apariciones en los rubros antes mencionados, hubiesen sido cinco en total.

Así que la Academia del Óscar quedó debiendo a la nación del chile, 11 menciones para películas elucubradas por “meksikan talent”. En lugar de las 19 oficialmente otorgadas serían 30 posibles de las que a mi gusto lo merecían. Ahora bien, de ahí dar el salto para que ganen, entonces ya será harina de otro costal. Aquí sólo mencioné las nominaciones, reconocimientos que ya representan una hazaña, sobre todo para las rarezas bipolares en los gustos de los académicos jolivudenses.

En realidad, calculando un poco lo imprevisible de quienes conceden los monigotes dorados, los momios probabilísticos deberán oscilar entre seis y ocho obtenciones del Óscar para filmes dirigidos por mexicanos o con temática mexicana. Pero en caso de que sucediera lo insólito (que los gringos se quitaran las marañas racistas), las cuatro películas analizadas se podrían repartir unos 12 Óscares entre todas, es decir, exactamente la mitad de las categorías, que son 24. Y eso, en verdad sería históricamente arrasador, representaría un triunfo sólo equiparable a “El álamo”.

¿La armada del chipotle recuperará Los Ángeles, la otrora California anexada a los bárbaros del norte? La verdad, sería de catarsis que nuestro país recuperase por lo menos en dignidad y en espíritu aquellos territorios, y por lo menos repatriar un poco del oro que hace un siglo y medio nos arrebataron ellos. Por eso, una noche después del día del lábaro patrio mexicano (24 de febrero), habrá que gritar: ¡Que vivan las palomitas con chile, cácaros! ¡¿Ah, verdá?!

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