En el pensar el hombre encuentra su verdadero camino. Razonando se han dejado de lado todos los atisbos de una existencia insensible. La mente refulge como la salvación y el encuentro de nuevos tiempos, de nuevas fronteras, de nuevos mundos. No hay límites, más que los impuestos por la naturaleza; precisa y lamentablemente, son los que se han marginado. Hay todavía tiempo para dirigir un cambio de accionar, de interactuar con el mundo, pero sobre todas las cosas, de pensar.
Sirviendo como colofón a las dos anteriores aportaciones que sobre la dramática situación del medio ambiente se han hecho desde aquí, es necesario para concluir hablar ahora del asunto de fondo: las ideas sobre el cambio climático. Se han expuesto los problemas y las injerencias políticas que prevalecen sobre ellos, así como la visualización de algunas propuestas tangibles, sobre todo de carácter jurídico, además de la participación que le corresponde a nuestro país y a otros de estructuras económicas y sociopolíticas análogas a las nuestras. Pero, ¿cuál es el epicentro de tales proposiciones, afirmaciones, esfuerzos y voluntades?
Las ideas sobre el medio ambiente se gestan indefectiblemente desde el espacio de la filosofía, de manera concreta la contemporánea. Probablemente, con el existencialismo de Jean Paul Sartre finaliza una parte cardinal en la historia de la filosofía, pues los filósofos dejan de alinearse (ya sea para unirse o para tratar de refutar) con una corriente determinada de pensamiento. A partir de ese momento, cada quien incorpora renovadores elementos a filosofías clásicas o crea una nueva, tomando como base toda una gama de ideologías que se han particularizado en las diversas etapas del saber.
En estas condiciones, uno de los rumbos que en tiempos presentes ha tomado la filosofía, que desde luego cuenta con una preponderancia y trascendencia amplísima, es el de la llamada Ecofilosofía, término cuya acuñación se le atribuye al filósofo noruego Arne Naess. La Ecofilosofía no es otra cosa que la filosofía del medio ambiente, es decir, el conjunto de ideas esbozadas y eslabonadas con el objeto de intentar llegar a un punto de acuerdo sobre cómo pensar y cómo actuar para con el propio medio ambiente.
En términos diferentes, es posible hablar también de los "Pasos hacia una ecología de la mente", título de la obra más importante de otro ecofilósofo de una influencia capital, como lo es el también científico Gregory Bateson. La Ecofilosofía plantea, de la misma forma, reformular la condición humana, lo cual es uno de sus postulados más relevantes. Para los pensadores contemporáneos que se identifican con esta ideología, el hombre forma parte de un gran organismo vivo en su conjunto, que es el planeta Tierra. Sin embargo, la única diferencia del hombre con el resto de animales, plantas y cosas que conviven en el mundo, es su capacidad de razonar, porque tomando esto como punto de partida, no es superior ni en jerarquía ni en características; esta supuesta atribución de superioridad ha sido producto de falsos dogmatismos históricos en los cuales todos hemos estado inmersos.
No debe confundirse a la Ecofilosofía con las loables acciones de organizaciones no gubernamentales como Greenpeace ni mucho con menos con el programa político de las Secretarías o Ministerios ambientales de cada país individualmente considerado. La Ecofilosofía entraña, por supuesto, condiciones para que sus ideas logren ser materializadas en la realidad de todo el mundo, pero comenzando sin embargo por un ideario construido a partir de las bases que someramente se han comentado. Bateson y sus similares también señalan que si bien el hombre es capaz de razonar, debe usar este don para el bien del gigante nicho ecológico en el que vive, sin ánimos de destrucción paulatina, que es lo que ha sucedido aceleradamente en los tres últimos siglos.
Arne Naess elabora una teoría más elevada que para algunos puede sonar exagerada, pero que por supuesto incita a la reflexión. Dice Naess que con todos los seres de este mundo, particularmente con los bosques, podemos comunicarnos por medio de lo que el denomina "gestalts", que son entidades o formas de carácter metahumano. Si bien esta tesis tiene una significación con un contenido que se aproxima más a otras ramas de la filosofía como la metafísica o la ontología, no por ello nos aleja de nuestro verdadero lugar en el mundo, que es una de las aspiraciones de la Ecofilosofía.
Naess, siguiendo su teoría, pronuncia una frase muy ilustrativa: "Alcanzar el límite arbóreo se convierte en la experiencia de alcanzar la libertad suprema". Naess la usa en su Metafísica del Límite Arbóreo, pero es posible armonizarla con las ideas sobre el mundo. El papel del hombre en el planeta no es el de la dominación, sino el de la propia armonía con la naturaleza. Este es el trasfondo y el sentido en la lucha por el cambio climático.