El Ateneo de la Juventud fue fundado el 28 de octubre de 1909 en la Ciudad de México y reorganizado el 25 de septiembre de 1912. Como es bien sabido, en la antigua Grecia, el Ateneo era el Templo de Minerva, en la Ciudad de Atenas. Desde entonces para acá, se dio el nombre de Ateneo a las asociaciones con fines culturales; por consiguiente, el Ateneo de la Juventud se propuso trabajar en pro de la cultura intelectual y artística. Para tal fin contaba con socios fundadores, activos, concurrentes, correspondientes y honorarios, siendo en su gran mayoría universitarios.
Reiteradamente he afirmado que, por razón natural, la abogacía y las letras están ligadas de manera entrañable e indisoluble, lo cual me propongo probarlo una vez mas, al pasar lista de presentes a los integrantes de ese extraordinario grupo cultural, entresacando de esa pléyade los nombres de los abogados que, por cierto, son mayoría absoluta en relación con otras profesiones. Ellos son:
Narciso Bassols, de Tenango del Valle, Estado de México, profesor, político, ensayista y diplomático. Diódoro Batalla, de Veracruz, Veracruz, periodista y tribuno. Ignacio Bravo Betancourt, de Jiquilpan, Michoacán. Luis Cabrera, de Zacatlán, Puebla, ensayista, poeta, filólogo y político. Alfonso Caso, de la Ciudad de México, profesor, ensayista, arqueólogo, político y académico. Jesús Castellanos, de Cuba, poeta y académico. Erasmo Castellanos Quinto, de Tuxtla, Veracruz, profesor, poeta, ensayista y académico de la lengua. Antonio Castro Leal, de San Luis Potosí, crítico, historiador, académico, diplomático y uno de los Siete Sabios. Eduardo Colín, de la Ciudad de México. Daniel Cosío Villegas, de la Ciudad de México, historiador, diplomático, ensayista, narrador, crítico, político y académico. Alfonso Cravioto, de Pachuca Hidalgo, poeta, crítico, ensayista, político y diplomático. Ezequiel A. Chávez, de Aguascalientes, Aguascalientes, filósofo, maestro e historiador. Marcelino Dávalos, de Guadalajara, Jalisco, cuentista, poeta, dramaturgo y político. Enrique Delhumeau, de Chihuahua, Chihuahua, escritor, periodista y político. Rafael Díaz de León, de San Luis Potosí, San Luis Potosí, periodista y polígrafo. Carlos Díaz Dufoo, Jr., de la Ciudad de México, filósofo, epigramático y dramaturgo. Isidro Favela, de Atlacomulco, Estado de México, cuentista, diplomático, ensayista, político, académico e internacionalista. Genaro Fernández Macgrégor, de la Ciudad de México, crítico, narrador y ensayista. Ricardo Gómez Robelo, de la Ciudad de México, ensayista, traductor y político. Fernando González Roa, de Salamanca, Guanajuato, político, internacionalista y diplomático. Enrique Jiménez Domínguez, de Orizaba, Veracruz. Julio Jiménez Rueda, de la Ciudad de México, hombre de letras, periodista, filólogo, historiador y colonialista. Vicente Lombardo Toledano, de Tezuitlán, Puebla, filósofo, periodista y político. José María Lozano, de San Miguel el Alto, Jalisco, tribuno y político. Octavio Medellín Ostos, de Orizaba, Veracruz, economista y político. Hilario Medina, de León, Guanajuato, revolucionario y ensayista. Antonio Mediz Bolio, de Mérida, Yucatán, periodista, poeta, dramaturgo, traductor, diplomático y político. Joaquín Méndez Rivas, de la Ciudad de México, poeta y radiodifusor. Andrés Molina Enríquez, de Jilotepec, Estado de México, notario, periodista, sociólogo y revolucionario.
Y sigue la mata dando:
Teófilo Olea y Leyva, de Miacatlán, Morelos, ensayista y funcionario judicial. Miguel Palacios Macedo, integrante de la célebre generación de 1915. Eduardo Pallares, de la Ciudad de México, ensayista y periodista. Alejandro Quijano, de Mazatlán, Sinaloa, ensayista, periodista y académico. Efrén Rebolledo, de Actopan, Hidalgo, poeta, novelista, diplomático y político. Alfonso Reyes, de Monterrey, Nuevo León, poeta, cuentista, ensayista, humanista, diplomático y académico. Rodolfo Reyes, de Guadalajara, Jalisco, orador, profesor, ensayista y político. Abel C. Salazar, de Tenango del Valle, Estado de México, poeta y narrador. Guillermo A. Sherwell, de Paraje Nuevo, Veracruz, normalista, biógrafo y poeta. Justo Sierra, de Campeche, Campeche, poeta, periodista, historiador, humanista y político. Mariano Silva y Aceves, de la Piedad de Cabadas, Michoacán, narrador, ensayista, latinista, filólogo, político y académico. Alfonso Teja Zabre, de San Luis de la Paz, Guanajuato, poeta, diplomático e historiador. Alfonso Toro, de Zacatecas, Zacatecas, periodista e historiador. Jaime Torres Bodet, de la Ciudad de México, poeta, ensayista, político, internacionalista y memorialista. Rubén Valenti Pérez, de Comitán, Chiapas, normalista, poeta, novelista, crítico y político. José Vasconcelos, de Oaxaca, Oaxaca, filósofo, narrador, dramaturgo, poeta ocasional, político y académico. Alberto Vázquez del Mercado, otro de los Siete Sabios, profesor y humanista.
A propósito he dejado para el final, gran final, a dos abogados, también integrantes del Ateneo de la Juventud, por el honor que ello representa para nosotros por ser durangueños. Ellos son:
Xavier Icaza, nacido en Durango el 2 de octubre de 1892. Fue socio asimilado del Ateneo de la Juventud y gran amigo de los ateneístas, lo que lo llevó a combinar con gran éxito sus actividades profesionales de abogado y sus inquietudes literarias, bajo las cuales tiene una extensa obra narrativa: Dilema, Gente mexicana, Panchito Chapopote, Mitote de la toloacha, La patrona, El cantar del chaneque, Coloquio de Juan Lucero, El cometa y la estrella y Caracol mexicano. Dentro de su ensayística son de mencionarse: Acerca de Carlyle, La revolución mexicana y la literatura, y Marxismo y antimarxismo. Es autor también de La tragedia del régimen actual, Interpretación de la Revolución Mexicana y Viaje a la leyenda. La casa de la Cultura Jurídica de la Suprema Corte de la Nación, de esta ciudad, lleva su nombre.
Jesús E. Valenzuela nace en Guanaceví, Dgo., el 24 de diciembre de 1856. Es poeta, ensayista y editor. Egresado de la Escuela Nacional de Jurisprudencia, se dedica a los negocios inmobiliarios en los que adquiere gran fortuna. Participa en la política porfiriana. Sustituye en la promoción del modernismo a Manuel Gutiérrez Nájera. Apoyado por los intelectuales de la época, funda, dirige y financia la Revista Moderna. Es autor de Almas y cármenes, Lira libre y Manojo de rimas. Es sin duda el alma tutelar del Ateneo de la Juventud, al constituirse en el firme impulsor de la juventud que le dará vida y aliento a tan importante organización en la vida literaria y cultural de México.
Una vez más demostrada está de manera categórica la importancia de los abogados en la literatura y la cultura del país. Sirva esta demostración categórica como un pálido homenaje a los abogados durangueños, con motivo del próximo 12 de julio, Día del Abogado.