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Genios incomprendidos del rock

Algunos han pasado desapercibidos por adelantarse a su época, o simplemente porque la gente no comprendió del todo lo que el artista les quería decir, relegándolo al olvido, al anonimato.

Durango. En las paredes de algunas recámaras o tal vez de negocios u oficinas pueden colgar los retratos de John Lennon, Jim Morrison, Roger Waters, James Brown, David Bowie o Kurt Cobain, por nombrar sólo algunas de las figuras más famosas que le han dado forma al rock and roll a través de los años.

Como admiradores de estos personajes (se encuentren o no en activo), los fervientes seguidores, les rinden culto al admitirlos como genios musicales y al confesarnos como fieles escuchas de lo que consideramos obras de arte. Reconocemos su trabajo y sus aportaciones a la música, incluso después de muertos. Por desgracia, no a todos los genios de les reconoce de la misma forma. Algunos han pasado desapercibidos por adelantarse a su época, por no aparecer en escena en el lugar y momento correctos, o simplemente porque la gente no comprendió del todo lo que el artista les quería decir, relegándolo al olvido, al anonimato.

Existen mentes brillantes del rock que, por lo menos en México y en los primeros años del nuevo siglo, no han gozado del reconocimiento que se merecen, muchas veces por ignorancia del público o por simple prejuicio musical. Urge pues revalorarlos de la mejor manera posible.

Y es que precisamente por permanecer en la oscuridad, hoy en día se valúa como genio a cualquier músico, que aunque talentoso, no podría llenar los zapatos de sus maestros más influyentes pero desconocidos. Algo así sucede con Gustavo Cerati por ejemplo, que si bien es un guitarrista capaz, tampoco es para sobrevalorarlo como han hecho muchos de sus más devotos fans. Con temor a que se enojen pero ¿qué hubiera sido del ex vocalista de Soda Stereo sin las enseñanzas del menos popular Luis Alberto Spinetta?

A continuación tres nombres que no presumen hoy en día de un llamativo póster colgado en la pared:

Beck Hansen

Después del single Looser, parecía que ese güerejo de entonces 24 años no daría mucho más de qué hablar. Sin embargo, grabaría para 1996 el ecléctico Odelay, todo un coctel de folk, funk, hip hop y extrañas cacofonías en estudio que ya no alcanzaron a comprender sus antiguos seguidores, tal vez más acostumbrados a los guitarrazos y a los gritos del grunge.

Bajo el manto de los Dust Brothers, también productores de los Beastie Boys, este disco dividió las opiniones del público, entre los que lo consideraban aburrido y entre los que lo consideraban genialmente excéntrico. Devils Haircut era pegajosa, hasta con un sampleo de James Brown, aunque un tanto lejano al rock. Where It’s At te hacía tanto rapear como aplaudir. Poco digerible para muchos, pero lleno de frescura para los amantes de los ritmos negros y grasosos.

Frank Zappa

Amante de géneros musicales tan diversos como el jazz, el blues, la música clásica, la música búlgara y hasta de los jingles que escuchaba en la televisión, se trataba de un auténtico abogado del diablo, de ésos que se hacen odiar por su divertido cinismo.

Se burló hasta de Los Beatles

En plena efervescencia rebelde de los años 60, el guitarrista ridiculizó a los hippies, renegó de las feministas y hasta se burló de los mismísimos Beatles, como cuando parodió la portada del Sargento Pimienta en el disco cuyo título insultaba los ideales de la época: We’re Only in It for the Money.

Y es que Zappa reprochaba hasta del mismo rock, aunque decidió cobijarse en él cuando se dio cuenta que ni siquiera los músicos de cámara consentían del todo sus arriesgadas composiciones. Con toda la independencia que entonces aprovechó, reunió en su propia banda, The Mothers Of Invention, a músicos de la talla de Steve Vai y Adrian Belew, todos bajo una estricta disciplina que entre otras reglas prohibía las drogas. Así es, porque Zappa, así de orate como estaba, no era drogadicto.

Leonard Cohen

Cuando hablamos de poesía acompañada de una guitarra acústica, nos viene a la mente la imagen de Bob Dylan, criticando con su voz gangosa los conflictos bélicos de Estados Unidos. Algunos más imaginaron tal vez a Rockdrigo González, interpretando sus crónicas callejeras sobre la Ciudad de México.

Sin embargo, son pocos los que recordarán a Leonard Cohen. Proveniente de Montreal, Canadá, este cantante folk no muy agraciado para los más jóvenes se ganaba la vida como poeta y novelista de renombre antes de convertirse en estrella de rock. Precisamente de Songs of Leonard Cohen se desprende su clásico más célebre, Suzanne éxito original de Judy Collins y por el que vendió 100 mil copias.

El apagón. Pero el éxito comercial se apagó después de ese álbum. Aunque enaltecido por los críticos, las masas vilipendiaban su trabajo, pues consideraban su voz aguardentosa demasiado monótona. Y para 1971 sus canciones de amor y odio resultaban demasiado oscuras para una generación todavía optimista.

Escrito en: rock, consideraban, tanto, demasiado

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