Un domingo familiar de esparcimiento y fervor religioso tuvo efecto el 26 de octubre, donde el punto toral fue la eucaristía y la visita a la Cueva del obispo José Antonio Laureano Zubiría y Escalante, quien cumplió su misión de atender una de las diócesis más extensas, Sonora, Sinaloa y Nuevo México, conocida como la Nueva Vizcaya, cuya sede era Durango.
Durante la misa también se reconoció la labor religiosa de Emilia Saravia, quien mantuvo la tradición de las peregrinaciones a la Cueva del Obispo por varios años; ahora lo hacen Emilio Barrientos Contreras y Cruz Rivas Garibay, así como familiares del prelado que viajan ex profeso desde Monterrey, Nuevo León.
El cura Ambrosio Arámbula Herrera comentó que de acuerdo con la historia, el obispo Zubiría y Escalante dio una gran muestra de fe al mantenerse por tres años escondido entre estas montañas; los indios de aquel entonces lo llamaban Enjatla alichi (Obispo Santo), por su bondad hacia la gente.
Ser beatificado por la Iglesia, solamente Dios sabe si esto sucederá; es un proceso muy amplio y laborioso, aunque ya se habla de algunos milagros.
La gente se mostraba alegre, el cansancio por la caminata fue recompensado con el deber religioso cumplido y el pago de sus promesas por los favores recibidos.