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La moda de los modismos

Juan Francisco Arroyo Herrera

Los modismos, también llamados idiotismos, son definidos por los diccionarios como el modo de hablar propio de una lengua. Aunque de una manera más general, es la expresión dicharachera con que se distingue no sólo una región sino a una persona. Muchas veces esos conceptos encierran axiomas que mueven a la reflexión. Algunos han quedado en desuso, pero por la aparición de otros, esos señores simpáticos identificados por su forma de hablar también cambian de modelo, lo que sucede por eso de la globalización y su impacto se refleje en los usos y costumbres.

El maestro Julio de la Canal, en su interesante obra “Redacción Estilo y Oratoria”, nos proporciona una lista de esas pequeñas frases y así encontramos que si usted es enemigo del método, sus cosas las desarrolla “a la buena de Dios”; a lo que resulte. Si se actúa servilmente, lo hará “a orejas gachas”. Cuando regresa de con sus amigos, se desplazará “a gatas”, en cuatro pies. Si con voz engolada y estruendosa participa en una reunión, carraspea y dice “a mi capote”, será en mi opinión. En ocasiones en que se organiza un evento y quiere mostrar su disposición y espontaneidad, aducirá que “al son que me toquen bailo”. Si en un día de campo le ofrecen un caballo, aunque sea pony, al subir cuídese porque lo puedan acusar de “cabalgar a mujeriegas”, que en términos caballerangos es montar como mujer. En el caso de que a su esposa le asalte la duda y ponga en entredicho su fidelidad, júrele que su amor es “a machamartillo” remachado fuertemente. A los problemas hágales frente para que nunca lo señalen de “apearse por la cola”, que no es otra cosa que huir ante un fracaso.

Sus encomiendas realícelas con esmero y tesón; de lo contrario, le reprocharán que actúa “al desgaire” o “a la trompa talega”, que significa, lo primero, descuidadamente, y lo segundo, con torpeza y estupidez. Igualmente le pueden decir que lo hace “al buen tuntún”, salga lo que salga. Si recibe su siguiente quincena, hágase el propósito de “batir el cobre”, puesto que pagará sus deudas pequeñas; de lo contrario, le echarán en cara que suele “cacarear sin poner huevo”, ofrecer sin cumplir. El día de su onomástico, cumpleaños, quinceañera, primera comunión, o equis evento social, mídase en sus ingestas, ya que si se propasa “cantará la palinodia” y pellizco al canto se lo llevarán de la fiesta por hacer el ridículo. Mejor demuestre que es un hombre de hechos, de determinación y así lo alabarán por “cazar ratones del rabo”, por vencer dificultades. En caso de que por azares del destino tenga que realizar algo que no corresponda “dela con queso”, disfrace la mentira y si no queda otra “despídase a la francesa”, sin decir adiós. Cuando “ande a la quinta pregunta” no se preocupe, en ocasiones falta lo indispensable. Por eso procure “guardar como oro en paño” y si cuida celosamente no le pesará aquello. Acepte esa momentánea realidad y hable a lo derecho para que “no vaya por la lana y salga trasquilado”, si se pretende engañar a alguien y uno es el engañado. Recuerde asimismo que no siempre habrá escasez. Tarde o temprano “se ve el cielo abierto”… se va saliendo de apuros. Luego, nunca “tome las de Villadiego”, esto es, no escape, ni huya.

Que por lo anterior, no le gane la desesperación y se “quede con el santo y la limosna”, que equivale a robarse lo cobrado por otro. Es lícito, sin embargo, “pedir gollerías”, esto es, gangas o regalos. Todos, todos sabemos que algunas veces “no está el palo para cucharas”, no es tiempo propicio. Pero como el espacio se nos acaba, mejor “liamos el petate”, hacemos nuestro equipaje; “volteamos la hoja”, variamos el tema, antes de que nos acusen de “zaragates y zaragateros”, pícaros y escandalosos; y por ahora mejor “ahí se ven” y nos retiramos sigilosamente”, “a la chitacallando”.

Escrito en: salga, Cuando, nunca, caso

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