Seguramente ustedes estarán de acuerdo conmigo señoras y señores, en que nunca la Universidad Juárez del Estado de Durango, había sido tan engalanada como lo ha sido los últimos años, la acreditación y certificación de calidad en casi todas sus instituciones, son más que elocuentes. Qué decir del orgullo que sentimos todos sus hijos egresados de esa Alma Mater, al saber del honroso lugar que ocupa entre las diez mejores universidades públicas de todo el país, calificada así por los organismos más especializados y competentes que le dan seguimiento a doscientas universidades promedio.
Los cuatro Foros nacionales de reflexión a los que convocó la UJED y el Congreso de la Unión, son punto y aparte, no tuvieron parangón, se involucró nuestra Máxima Casa de Estudios -con gallardía y seriedad- al análisis de los grandes problemas sociales, como lo son El Tratado de Libre Comercio, la Reforma Petrolera, la Crisis del Agua en el Mundo y la Crisis Alimentaria.
Qué decir amigos, de sus nuevas ofertas académicas, nueve escuelas que abrieron sus puertas a los jóvenes para cumplir las nuevas demandas de desarrollo de nuestra entidad y de México. Ni hablar, ha sido en este rectorado de Rubén Calderón, cuando más se digitalizó la academia universitaria y cuando más se creó la educación a distancia con apoyo de la plataforma tecnológica con la que ya dispone nuestra Institución. Ya para qué platico que en el muro de honor del H. Congreso del Estado está grabado con letras de oro su nombre y de que también a un costado del Aula Magna Laureano Roncal, lo mismo, por disposición de los magistrados del Poder Judicial, todos egresados de esa magna Casa de Estudios.
En esta apretada síntesis, porque me podría llevar un libro, escribir la obra rectoral de Calderón Luján sería injusto omitir los enlaces e intercambios académicos que ha promovido la UJED con la UNAM, y con universidades de otros países, incluso con otros continentes.
A propósito, acabo de llegar hace unos días de un viaje de trabajo de los Estados Unidos, y tuve el privilegio de conocer la Universidad de Harvard, allá en Boston, la misma de la que egresó Obama y también Carlos Salinas de Gortari, también la Universidad de Washington y la de Nueva York, pues quiero decirles, que, la nueva biblioteca de la UJED, la que está a la salida a Mazatlán, no le pide nada a la de Harvard, y como universitario juarista, no me sentí menor que tantas escuelas de aquellas urbes. Sólo la Universidad de Oxford, en Inglaterra, con su biblioteca subterránea entre las calles con sus seiscientos mil volúmenes, me dejó perplejo hace años.
Claro que compartir mis andanzas es mi falta de modestia, pero es de mis más legítimas satisfacciones.
Pero México tiene lo suyo y Durango es competitivo ya, y va por más, está en el camino seguro, basta ser una de las primerísimas de México. Es un camino empedrado por Diplomados, Maestrías y Doctorados, amén de sus investigadores al extranjero. Y de sus aulas han salido seis gobernadores de Durango, de Hernández Piedra hasta la fecha y los que siguen.
Escribo con mi corazón henchido de emoción, porque hace unos minutos, me nutrí del espíritu universitario en el Aula Magna Laureano Roncal, a donde acudimos medio centenar de amantes de las letras, novelistas, periodistas, editorialistas, poetas y narradores, etc. a recibir nuestros diplomas que acreditan seis meses de un curso-taller, mismo que nos impartió el laureado (en otros países) escritor duranguense Pablo Arredondo, injustamente no valorado en Durango, hasta ahora, curso organizado por Gabino Martínez Guzmán.
Obviamente, taller auspiciado, naturalmente, por nuestra querida UJED y los diplomas que recibimos de manos del rector Rubén Calderón Luján, a quien le auguro por cierto, desde hoy, que, por justicia, por ser el mejor rector que ha tenido en toda su historia nuestra Universidad Juárez... Deberá ser reelecto. A un rector de excelencia no se le regatea otro período.