La Capilla de San Vicente de Paul irradiaba luz; afuera la quietud sólo era interrumpida por pasos apresurados de quienes habitan el asilo de ancianitas. Sebastián Perea Rico esperaba tranquilo al lado de sus padres Alejandro Perea Morales y Claudia Estrella Rico Jurado. Era el día de su Primera Comunión.
Llegaron sus padrinos Avelino Orozco y Heriberta Perea de Orozco, su hermano César Perea Rico lo acompañaba sonriente y minutos antes de comenzar la ceremonia sus abuelitos Heriberto Morales Ochoa y María de Jesús Jurado Quiñones dieron su bendición a su nieto.
La ceremonia
Sebastián escuchó atento las palabras del sacerdote celebrante; sus padres y padrinos, conscientes de este paso tan importante en la vida del comulgante, formalizaron su compromiso para ayudarlo en la formación como hijo de Dios. Al final, todos estaban felices: Sebastián había recibido a Jesús en su corazón.
El desayuno fue el comedor anexo a la capilla y las voluntarias vicentinas hicieron su labor atendiendo en forma diligente a los comensales que paladearon coctel de frutas, frijoles refritos, tamales, chocolate y café así como el rico pastel como postre.
Asistentes
Sebastián fue felicitado por sus compañeros de la escuela Ford 95 así como las familias: Sánchez Rico, Quiñones Rico, Orozco Perea, Perea Cardoza y Chávez Perea, entre otros.