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De polÍtica y cosas peores

CATÓN

Era yo adolescente, y “Vea” fue la primera revista pornográfica que tuve en mis manos. (Bueno: en una). Sus ejemplares son hoy de colección, y se venden a muy buen precio en la Lagunilla y las librerías de viejo. Conmueve ahora la ingenuidad de esa publicación, y más si sus ilustraciones se comparan con las fotografías de las revistas porno de la actualidad, que más parecen manuales ginecológicos que magacines de erotismo. Las modelos de “Vea” mostraban solamente, y eso velados por profusa lencería, el ubérrimo tetamen y la pomposa grupa, que siempre era descrita como “de potra arábiga”. En esa revista tuvo participación Carlos Rivas Larrauri, poeta del arrabal. Especie de Evaristo Carriego mexicano, Rivas Larrauri es autor de poemas para decirse en las cantinas, lacrimógenos siempre, y efectistas, como aquel que se llama “Por qué me quité del vicio”, en el cual un hombre rechaza la invitación de sus amigos a beber. Les cuenta que se entregó al alcohol porque murió su esposa. Cuando bebía miraba a la querida muerta, y hablaba con ella ante los espantados ojos de su hijito, que no veía nada. Un día el hombre vuelve a casa y encuentra al niño tirado en el suelo, perdido de borracho. El pequeño se había embriagado para ver si también él miraba a su mamá, como su padre cuando bebía. “¡Desde entonces ya no tomo /, manque me lleven los pingos!”. Paso ahora, en rápida y vertiginosa transición, de los tiempos de ayer a los de hoy; de la Lagunilla a Washington D.C.; y de Rivas Larrauri a Barack Obama. El flamante presidente limitó el salario de los magnates cuyos errores pesan ahora, por voluntad de Bush, sobre el contribuyente norteamericano. En su momento, los editores de revistas pornográficas en Estados Unidos pidieron también que el gobierno saliera en su ayuda. Afrontaban igualmente difíciles condiciones económicas, dijeron, y requerían subsidios y exenciones como aquellos que fueron concedidos a los dueños del dinero. Desde luego sus peticiones no fueron atendidas, y ni siquiera juzgadas dignas de consideración. Extraña sociedad la norteamericana, que protege a los ineptos y ladrones mientras rechaza y mira como delincuentes a quienes muestran las bellezas del humano cuerpo. ¡Qué país! Los valores están trasgiversados, como decía mi maestro de Español. Y eso me preocupa. Seguramente esta noche no podré dormir... Una señora le dice a otra: “Tu marido te engaña”. “¡No es posible! -exclama ella, indignada-. ¿Con quién?”. Responde la oficiosa amiga: “Con Panoplia P. di Gree, mujer de la alta sociedad, rica y famosa”. “¡Qué vergüenza!” -se consterna entonces la señora pensando en su marido-. ¡Con lo mal que folla!”... Aquel hombre llegó a trabajar en un remoto campamento habitado sólo por rudos leñadores. Le dice uno: “Aquí no la pasamos tan mal. ¿Eres bebedor?”. Contesta el recién llegado: “Sí”. “Entonces te van a gustar los lunes. Todos los lunes bebemos hasta emborracharnos. ¿Eres fumador?”. “Sí”. “Entonces te van a gustar los martes. Todos los martes encendemos nuestras pipas y fumamos hasta cansarnos. ¿Eres jugador de cartas?”. “Sí”. Entonces te van a gustar los miércoles. Todos los miércoles jugamos poker, gin-rummy, whist, black jack y otros modernos juegos como tute, brisca, malilla, conquián, julepe y mus. ¿Eres cantador?”. “Sí”. Entonces te van a gustar los jueves. Todos los jueves nos reunimos a entonar los antiguos y tradicionales cantos de la tierra. Y dime: ¿eres gay?”. Responde el otro: “No”. “¡Ah caray! -se preocupa el rudo leñador-. Entonces vas a odiar los viernes”... FIN.

Escrito en: ¿Eres, “Sí”., gustar, Todos

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