De pocos autores puede decirse que hayan dado origen a un nuevo género literario, pero a Édgar Allan Poe se le atribuye a justo título la paternidad de dos: el cuento fantástico moderno y la narración detectivesca.
Dejando en esta ocasión a un lado a Dupin y su progenie de sabuesos. Poe introduce en literatura el virus hasta hoy felizmente incurable de una nueva forma de lo macabro y lo espeluznante, elementos ancestrales de los relatos desde que los primeros humanos se sentaron a escucharlos en torno al fuego recién inventado, mientras en la negrura circundante acechaban los tigres de dientes de sable y barritaban los mamuts. Sin duda el autor norteamericano toma algunos ingredientes para su pócima -la comicidad grotesca, los personajes caricaturescos y las visiones opiáceas- del inevitable E.T.A. Hoffmann, pero su receta es absolutamente personal.
Para empezar, descarta las concesiones a la superstición, a la leyenda milagrosa y a los demonios de sacristía. Su pánico no viene de fuera sino que nace en el interior descreído del hombre moderno. Como bien aclara en el prefacio de sus cuentos de lo grotesco y arabesco con orgullo de precursor: “si el terror ha sido el tema de buena parte de mis obras, este terror no proviene de Alemania sino de mi alma”.
Su influencia.
Es difícil comprimir en pocas líneas la nómina de seguidores que tiene Poe, tanto entre los escritores como primordialmente entre los lectores. Los primeros estuvieron en su propio país, como su contemporáneo de origen irlandés Fitz James o Ambrose Bierce, el mejor de todos por su humor macabro y el trato familiar con fantasmas, que sólo igualará M.R. James. Después Baudelaire lo importa a Europa y así impregna a los mejores de cada país: Villiers de l’Isle-Adam, Gustavo Adolfo Bécquer, Sheridan Le Fanu o el mismísimo Charles Dickens.
El heredero.
Quizá el mejor heredero de Poe sea R.L. Stevenson, no sólo en la obra maestra Jeckyll y Hyde sino también en Olalla o Markheim. Después, Arthur Machen, El Retrato de Dorian Gray de Óscar Wilde y la lista inacabable de los contemporáneos: Borges, quien sigue la línea lógica y cosmológica menos frecuentada, Robert E. Howard, Ray Bradbury, Julio Cortázar, Richard Matheson, Robert Bloch, Jean Ray, Stephen King o buenos autores españoles como José María Latorre o Pilar Pedraza... Porque ¿quién de los que ayer o incluso hoy mismo de verdad cuentan no sigue la traza de Poe, es decir, su poe-ética?
CRONOLOGÍA
1845
En enero de ese año publicó un poema que le haría célebre: El Cuervo.
1849
Murió un 7 de octubre en la ciudad de Baltimore, cuando contaba apenas con 40 años de edad.
DATO
El equipo profesional de futbol americano de Baltimore lleva el nombre de Los Cuervos en honor a este autor.