Hay hombres en cada pueblo, en cada momento, que, por los atributos personales, por su aportación intelectual, su integridad moral y sus luces, reveladas en su coyuntura generacional e histórica, la sociedad los reconoce y los hace trascender, Máximo N. Gámiz Parral fue uno de ellos. Y es que, Máximo en si mismo, era luz.
Este fin de semana, tuve la fortuna de asistir a una merecida y emotiva
develación del busto en bronce, que en honor al jurisconsulto y político Dr. Máximo N. Gámiz Parral, el ayuntamiento local que un día presidió, erigió a un costado de una de sus obras distintivas de su administración, la Biblioteca Pública Municipal de las Moreras.
Ahí me reencontré con una peña de amigos comunes, fue una esplendorosa mañana bajo la adusta y refrescante sombra de sus moras y sus álamos, en donde nos reunimos en tomo de este gran duranguense, su esposa, la química Teresa Centeno de Gámiz, sus hijos Netzahua1coyotl, Citlaly y Xochitl; sus hermanos Cuahutémoc, Leticia y Olivia, su madre Alicia, sus amigqs que nos contamos ahí presentes en mas de un centenar, sus ex alumnos en la División de Estudios Superiores y de la Faculta9, sus contemporaneos de aulas, todos, respiramos el vivificante recuerdo de un gran hombre, que como dijo Miguel Bermudes Cisneros~ de esos hombres necesitamos muchos en Durango.
Otro joven orador, Jesús Tapia Jr. en sentidas y también sinceras palabras, con una voz ,impia, nacida de la limpieza de sus sentimientos, expresó: “Polvo eres y en polvo te convertirás, dice la Biblia fatidica, ¡No!)mentiras, mientras haya savia dentro del cerebro, el hombre pensará en sus muertos; mientras haya amor dentro del alma, los huesos y cenizas de nuestros pro hombres, serán reliquias. Solo los pueblos ingratos beben en las aguas del olvido ¡ No! el corazón no deja morir a sus grandes hombres, los resucita y los transfigura en su mente”.
Hoy quiero recordar a ese gran amigo que con toda justicia ayer honramos, hoy quisiera enviar mi cariñoso pensamiento a ese gran amigo que me impulsó a la oratoria en mi adolescencia y que en mi juventud, fue generoso al darme un espacio directivo a su lado para dirigir nuestro
partido en los años setentas, a quien acompañé en algunas de sus múltiples encomiendas políticas.
Al amigo, al compadre, mi reconocimiento imperecedero, con quien viví de cerca, junto con otros imborrables amigos, como Antonio Villarreal, Emiliano Hemández, Luis Sergio Soto, Memo Rodríguez y otros, vibrantes episodios de nuestra historia durangueña, como el inolvidable episodio del movimiento estudiantil de 1966.
o aquélla aleccionadora experiencia de haber encabezado con él como edil, y José Ramón Hemández Meraz y el que esto escribe como legisladores locales, un movimiento de protesta por los criminales aumentos de entonces en el gas doméstico, realizando asambleas públicas en el patio central del primer piso del edificio de la presidencia municipal. Lo mismo, haberlo acompañado y coadyuvado en ese sueño, de principio a fin, en la edificación de la obra negra del edificio del PRI estatal. Continuando Angel Sergio Guerrero Mier, con sus acabados. Esto, en los años setentas.
Lo que me inspiró años después, cuando me tocó en los ochentas el honor de ser presidente del CDE del PRI, iniciar la construcción, desde sus cimientos en 1980, hasta la colocación de las butacas en Abril de 1983, del Auditorio “Benito Juárez” del PRI. Tres años de obra ininterrumpida.
Por cierto, Pedrito Ávila Nevárez, otro gran hombre, recordaba lo anterior, en la última asamblea de delegados del IV Distrito electoral federal, celebrada en ese mismo auditorio, que fue lo que me trajo a la m.emoria para plasmarlo en estas líneas.
Máximo N. Gámiz Parral, hijo de uno de los mas grandes lideres sociales que hemos tenido, el Profr. Máximo Gámiz Fernandez,~nieto del destacado poeta duranguense, Profr. Everardo Gamiz Olivas, descansa en paz.