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A 113 años de la tragedia en Tocayos

EL SIGLO DE DURANGO

Sombrerete, Zac.

En memoria de los 116 mineros caídos de la mayor tragedia de Sombrerete, se llevó a cabo un acto cívico en el obelisco dedicado a los fallecidos, en el que se colocaron ofrendas florales y se guardó un minuto de silencio.

 HISTORIA

El 26 de febrero se cumplieron 113 años de haber ocurrido la mayor tragedia registrada en la historia minera de Sombrerete, en la mina Tocayos, al registrarse un incendio que comenzó en el tiro San Amaro y que pronto se propagó al tiro San Francisco, donde murieron 116 mineros, hechos registrados en la historia del pintoresco lugar.

A las cero horas del 26 de febrero de 1897, bajo el turno de tercera para iniciar sus labores, a 360 pies entre los pasajes que unían el tiro de San Amaro y San Francisco, sólo habían pasado tres horas cuando el silbato de la mina comenzó a sonar ininterrumpidamente, por lo que el pueblo se despertó alarmado por la señal. Sin pensarlo, subieron hasta la mina, donde fueron recibidos por un intenso humo.

 RESCATE

Sin pérdida de tiempo, se organizaron cuadrillas de salvamiento, encabezadas por Roberto Kaiser, superintendente de la compañía, y Samuel Villareal, jefe político de Sombrerete.

Primero pusieron a trabajar dos compresores que producían 80 libras de presión llevando aire al interior de la mina y por la tubería se mandó agua. Las cuadrillas de rescate se renovaban cada 11 minutos, pues el humo que salía les impedía permanecer más tiempo abajo a riesgo de correr la misma suerte de los mineros atrapados.

Insaciables esfuerzos fueron en vano, pues los mineros atrapados murieron, unos por asfixia, otros quemados, de tal suerte que al tocarlos su cuerpo se deshacía entre las manos de quienes los rescataron. Las labores se prolongaron del 27 de febrero hasta el 4 de marzo, día en que se sacaron los últimos cadáveres.

 SOLIDARIDAD

El pueblo se solidarizó con los familiares de las víctimas que permanecieron en la mina, hasta que les entregaban los restos de su familiar, y ahí les llevaban alimentos, a fin de mitigar en algo el desamparo y compartir su dolor.

De todo esto, a diario se le informaba vía telégrafo al gobernador del estado, Jesús Aréchiga. Los familiares de las víctimas acordaron sepultar a sus muertos en una fosa común en el panteón que desde entonces se llama de "Los Mártires" y que después se construyó un obelisco de cantera para honrar su memoria, donde yacen los restos de las 116 víctimas del incendio.

Escrito en: Sombrerete,, víctimas, mina, mineros

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