Valga el término coloquial de dar vuelta a la página, que no es otra cosa dicho de otra forma, que cerrar capítulos, que poder dejar ir momentos de la vida que se van clausurando, y considerar la importancia que reviste para que puedas aspirar a una vida tranquila. ¿Terminó tu trabajo, se acabó la relación, ya no vives más en la misma casa, la amistad se terminó, la jubilación llegó? Puedes pasar mucho tiempo de tu presente dándole vueltas a los por qués, en devolver hoy los cds o los videos para tratar de entender por qué sucedió tal o cual situación.
El desgaste va a ser infinito porque en la vida, tú, los amigos, tus hijos, tus hermanos, todos y todas estamos abocados a ir cerrando capítulos. A dar vuelta a la página, a terminar con etapas de la vida y seguir para adelante. No podemos estar en el presente añorando el pasado y mucho menos preguntándonos los por qués. Lo que sucedió, hecho está. Y hay que soltar, hay que saber desprenderse.
No podemos ser niños eternos, ni adolescentes tardíos (que en estos tiempos por comodidad e irresponsabilidad los encontramos con mucha frecuencia), ni empleados aferrados al puesto en las empresas, ni tener vínculos con quien no quiere estar vinculado a nosotros. ¡No, los hechos pasan y hay que dejarlos ir!
Por eso a veces es tan importante romper algunas fotos, quemar cartas, documentos, destruir recuerdos, cambiar de casa, regalar algunas prendas personales, por mencionar algunos ejemplos, respetando la posición muy personal de cada quien. Los cambios externos pueden simbolizar procesos interiores de superación. Dejar ir, es regularmente un paso muy difícil de dar, representa un desprendimiento que genera dolor, arrepentimiento, coraje, inconformidad.
En la vida nadie juega con las cartas marcadas, y hay que aprender a perder y a ganar con dignidad. Por eso es crucial cerrar capítulos, darle vuelta a la página, contentos por el deber cumplido, hay que vivir sólo con lo que tenemos en el presente. El pasado ya se fue. No esperes que te devuelvan, ni tampoco que te reconozcan, no esperes que alguna vez se den cuenta de "quién eres", menciono esto dado que es vital para todo ser humano, pareciera que vivimos a través del "reconocimiento" de los demás, cuando la experiencia nos confirma que sólo son banalidades, pues por la imperfección que nos caracteriza tendemos a utilizar la hipocresía cuando la ocasión lo amerita y resulta tan tristemente eficaz que creemos que nos están tratando con la verdad.
No, suelta. Con el resentimiento, al encender "tu televisor" personal para darte y darle al mismo asunto, lo único que consigues es dañarte mentalmente, envenenarte, amargarte. La vida está para adelante, nunca para atrás. Porque si andas por la vida dejando puertas abiertas, por si acaso, nunca podrás desprenderte ni vivir lo de hoy con satisfacción. Noviazgos o amistades que no se clausuran, posibilidades de regresar (¿a qué?), necesidad de aclaraciones, de reclamos, palabras que no se dijeron, silencios que lo invadieron. ¡Si puedes enfrentarlos ya y ahora, hazlo!, si no cierra capítulos; convéncete que no vuelve.
Pero no por orgullo ni por soberbia, sino porque tú ya no encajas allí: en ese lugar, en ese corazón, en esa habitación, en esa casa, en ese escritorio, en ese oficio. Entonces no hay nada a qué volver. No te conviertas en esclavo del conflicto. Cierra la puerta, pasa la página. Ni tú serás el mismo ni el entorno al que regreses será igual porque en la vida nada es estático.
Es salud mental, amor por ti mismo desprende lo que ya no está en tu vida. Recuerda que nada ni nadie es indispensable: ni una persona, ni un lugar, ni un trabajo. Por lo tanto todo es costumbre, apego, necesidad que requiere de un proceso de aprender a desprenderse y humanamente se puede lograr.
Sabes qué, cierra, clausura, limpia, oxigena, tira, regala, vende, sacude, suelta, despréndete. Hay tantas palabras que significan "SALUD FÍSICA Y MENTAL" y cualquiera que sea la que escojas, te ayudará a seguir para adelante con paz interior.
Nunca está por demás reiterar que debemos cerrar nuestros círculos pendientes. Y comparto contigo. ¡Esa es la verdadera vida!