Después de soportar 24 intentos de derrocarlo de la presidencia de Bolivia, el gobernante militar desconfiado pronuncia una frase... "Confianza, ni en mi camisa". Dicho y hecho, se quitó la camisa, y rato después la prenda de vestir es presentada frente al pelotón de fusilamiento y sin pedirle ningún último deseo, los soldados abren fuego. El General Mariano Melgarejo (uno de los peores presidentes de Bolivia) dijo esta frase cuando le dijeron que confiara en sus tropas. Un personaje alcohólico, con desequilibrio psicológico y que fue presidente de un país latinoamericano, es un ejemplo de muchos melgarejos que se cuentan en nuestras historias, con los monopolios del poder que se han observado en presidentes y políticos en diversos órdenes de gobierno.
Hace tiempo, leyendo un trabajo de Noam Chomsky (Chomsky y Herman, En: "Los guardianes de la libertad"), me llamó la atención la pregunta que él se hacía a sí mismo, y que no se podía contestar: "¿Cómo siendo EU un país democrático, el gobierno puede hacer las cosas que hace?". Este filósofo y lingüista, quien también tiene una gran fuerza dentro del análisis político no puede contestarse este cuestionamiento. Federico Nietzsche podría responder a esta pregunta diciendo: "Lo que me molesta no es que me hayas mentido, sino que ya no volveré a creer más en ti". ¿Que habrá detrás de lo que es la confianza y la credibilidad?, ¿y qué "realidad psicológica" estará impactando a los ciudadanos para confiar en esta nueva generación de políticos y la retórica utilizada por estos?
El psicólogo Julian Rotter nos dice que "la confianza se basa en la esperanza de una persona o grupo en poder contar con una promesa dada, oral o escrita, positiva o negativa, por otra persona o grupo". Rotter ha realizado muchos trabajos, uno de ellos es una prueba que llamó: Escala de Confianza Interpersonal. Dicha prueba consiste en medir las expectativas de los sujetos frente a la confianza depositada en otros. Según los resultados que han arrojado las pruebas aplicadas, muestran que más que una simple creencia, es la disposición que tiene la persona para confiar en otros. Esto llevo a Rotter a concluir que los grandes creyentes confían sin pruebas, son más simpáticos, mejor adaptados y tienen mayor probabilidad de respetar los derechos de los demás; mientras que los poco creyentes requieren de pruebas previas, tienden a mentir, a robar y engañar con facilidad, es decir, existe un alejamiento de lo sincero.
Hay que pensar que la realidad política es otro aspecto del mundo y no sabemos muy bien cómo relacionarla con aspectos de credibilidad dentro de nuestras relaciones interpersonales cotidianas. Pero esta realidad la podemos entender de diferentes maneras, aunque los políticos - en el fondo - lo que quieren es que la gente no los entienda. El "peligro" del político es la veracidad de sus ideas y sus actos, por eso el makeup (maquillaje) es esencial y la comunicación de "los valores entendidos". Que los entiendan "a medias" y atenuados por los medios de comunicación que utilizan las diferentes técnicas de marketing; que sean entendidos y aceptados por videoclips y por poses y perfiles donde salgan "bien", es decir, con una sonrisa amable y los demás también sonrientes, ¿no es así?
El desencanto con el gobierno y los políticos ha crecido a niveles sin precedente a últimas fechas, según sondeos realizados en todo el país. Chomsky establece que entre los ciudadanos en diferentes países "crecen la ira, la incertidumbre, el pesimismo y la desconfianza". Sin ir muy lejos, aquí en Durango, el 76% de la población de estudiantes universitarios de la UJED perciben que los funcionarios públicos no están realmente interesados de lo que pasa a los mexicanos (Terrones y cols., 2010 En: "Razones para vivir en universitarios"). Los mexicanos hemos tomado mucha distancia de las formas y contenidos de lo que nos dicen, ante la desconfianza que nos inspiran los políticos.
Ese alejamiento de lo sincero que particulariza a los políticos y gobernantes, es percibido por la psicoanalista Alían Castelnuovo. Ella establece que "El joven de la modernidad se encuentra inmerso en un mundo donde el elemento más estable es la inestabilidad y la actitud más confiable, la desconfianza..., ...estos jóvenes que constantemente están escuchando un discurso ambiguo y/o contradictorio emitido desde el poder, y donde ellos alternan en una sociedad donde es difícil no percibir la dicotomía entre la moral teórica y la conducta cotidiana" (1993, En: "La adolescencia como fenómeno cultural"). Así, ¿Confianza? ¡¡¡Ni en mi camisa!!!