Un borracho irrumpió en el Museo de la Ciudad, con la ropa desgarrada, sucio, aliento alcohólico y la mirada perdida, loco, pero lleno de verdades, con humor negro, a veces poseído por un elixir de la realidad, otras veces extraviado en su tristeza e incomprensión.
'El Hombre de la Rata' jamás pensó que tanta gente iría a verlo, que le ayudarían a armar ese rompecabezas en que se vuelve el monólogo, que serían sus cómplices, que reirían con él y también estarían juntos en la reflexión, a fin de cuentas "todos estamos locos", comentó un espectador.
Y es que las vicisitudes que vive el personaje no son ajenas para muchos, la rata a fin de cuentas también es el humano, también hay alcantarillas para todos, cada uno busca su refugio en medio de una sociedad que apunta al caos.
Aquí no cabe la reflexión, es el momento de actuar y ser una 'rata', abrir el corazón y soltar el miedo a decir lo que en verdad se siente, es momento de escuchar a las cosas opinar de nosotros.
Es 'El Hombre de la Rata' un personaje asqueroso, tan asqueroso como puede ser la sociedad, es admirable por momentos, como admirable puede ser la sociedad, es un extremo de la cuerda, y el otro también.
DEL PÚBLICO
La gente disfrutó a carcajadas el monólogo que como es costumbre no necesitó de escenografía, 'El Hombre de la Rata' hizo de las suyas, más de uno cayó de sus sillas, la interacción fue tal, que podía olerse ese desagradable aroma que expedía, su aliento a vino era tal que hasta hizo correr a algunas señoras; algunos niños le ayudaron, y varias mujeres, incluso, le coquetearon.
Fue una noche redonda para festejar 600 representaciones, 23 años de presentar la misma obra, nunca igual, por cierto, pero siempre increíble.
Al final, Víctor Galván aún enfundado en 'El Hombre de la Rata' se conmovió hasta las lágrimas, fueron muchos aplausos y muchas fotos.
VÍCTOR HUGO GALVÁN