Las alas de una langosta están hechas para tener una combinación exacta de resistencia y ligereza, de lo contrario este insecto no sería capaz de alzar el vuelo. Sin embargo, hasta ahora no se sabía qué era lo que hacía tan fuertes a estas extremidades, las cuales son más finas que un cabello.
Por ello un grupo de investigadores de Irlanda hicieron pequeñas perforaciones en las alas de las langostas. Si bien no hubo que aplicar mucha fuerza, descubrieron que las venas que se encuentran en la cutícula que forma el ala, impedían que la fisura se expandiera, de acuerdo a ABC.es.
Estas venas, que funcionan como barreras, evitaban que la extremidad se inutilizara y además aportaba hasta un 50% de fortaleza. Además el espacio que existía entre vena y vena era crucial ya que de ser muy grande la ruptura se expandirá hasta dejar inutilizado al insecto, convirtiéndose en una presa fácil.
Por ello el estudio, publicado en PLoS ONE, asegura que el entrecruzamiento de venas permite que las fisuras no se extiendan más allá del punto crítico.
Los investigadores se preguntaron si las venas eran útiles por qué no había más sobre el ala. La respuesta era el peso, un número excesivo de venas harían que difícilmente el insecto alzara el vuelo.
La combinación entre el número de venas y el material con el que se construyen las alas, la cutícula, permitió conocer cuál era la clave para que las langostas puedan soportar con sus extremidades largos viajes a través del desierto y el océano, como asegura BBC MUNDO.
Esta investigación podría ser utilizada para desarrollar diseños aéreos que se resistentes y ligeros.