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Deportes

Experiencia eléctrica

La familia ciclista se unió ante el accidente de Alberto Ortega y Madaí Ibáñez.

Juan Ángel Cabral

El ciclismo de montaña es uno de los deportes de aventura que más auge ha tenido en los últimos años. Sin embargo, la práctica lleva a tomar medidas de seguridad en cada uno de los participantes.

La Ruta Durango-Mazatlán y el "Alakran Bike" son los eventos que más ciclistas atraen a Durango, y en donde los pedalistas duranguenses se preparan para participar a buen nivel.

Este año se cumplen 15 ediciones de la Ruta Durango-Mazatlán, travesía que está llena de historias, algunas chuscas, otras ejemplo de vida, en ocasiones hasta románticas, y algunas tristes y dramáticas.

El Siglo de Durango se dio a la tarea de investigar y platicar con los protagonistas de una de esas historias.

Hecho

Usted recordará la noticia que se difundió en los principales medios de comunicación de Durango en julio del 2011.

En la publicación del lunes 25 de julio, El Siglo de Durango publicó una nota que menciona: "El sábado pasado un jovencito y dos mujeres que practicaban ciclismo cerca del poblado La Ferrería fueron alcanzados por un rayo, y sufrieron quemaduras de primero y segundo grado. Al respecto, Protección Civil Municipal informó a la ciudadanía que se esperan más tormentas eléctricas en Durango y que es necesario extremar precauciones para evitar salir lesionados".

En aquel trágico paseo ciclista participaron: Blanca Ortega, Jesica Ortega, Sandra Luján, Madaí Ibáñez, Édgar Ibáñez, Alberto Ortega, Mariana Ortega y Gerardo Ortega, además de Venus Barraza, quien conducía el vehículo de apoyo.

Vivencia

Esta casa editora platicó con la mayoría de los involucrados, en donde Madaí Ibáñez y Alberto Ortega fueron los más afectados por la descarga y onda expansiva de un rayo.

Al momento de que comenzó la narración de los involucrados, el cielo comenzó a nublarse, como sí recordara aquel momento en que dejó caer un rayo a escasos centímetros de los ciclistas.

El primero en tomar la palabra fue Gerardo Ortega, padre de Alberto, y de los mejores amigos de Madaí.

"Aquel día salimos a pasear en bicicleta dos de mis hermanas (Blanca y Jesica), mi familia, Mariana (hija), Sandra (esposa), Alberto (hijo) y yo. Además que nos acompañaron dos jóvenes amigos. De hecho Madaí era la primera vez que nos acompañaba en bici".

"Te comienzo a platicar la primera etapa del paseo y dejo que ellos te platiquen, porque iban en el grupo donde cayó el rayo, yo venia muy atrás, entonces yo vi la "película", vi todo; ellos no supieron ni qué pasó".

"Teníamos planeado salir a pasear a las 17:30 horas de ese día, pero por azares del destino se nos hizo tarde y partimos a las 18:30. El recorrido que íbamos hacer era salir por la carretera a Mezquital y luego tomar el libramiento hacia La Ferrería y regresarnos por donde mismo; es un recorrido de 25 kilómetros aproximadamente.

"Desde que salimos por la carretera a Mezquital vimos cómo una tormenta se aproximaba, pero por el lado de la carretera a México; conforme fuimos avanzando la tormenta giró y al estar en el libramiento las nubes nos alcanzaron. Ahí, siguen ellos".

Mariana, hija pequeña de Gerardo y Sandra, comentó que tuvo una sensación extraña al ver la tormenta de frente por la carretera a Mezquital.

"Cuando la tormenta se vio a la izquierda de nosotros, entre las nubes y el cielo despejado se formó un arcoiris, me dio presentimiento, yo pensé hay que regresarnos, porque me dio miedo y sentí varias cosas", compartió la pequeñita.

Accidente

Una de las personas que sufrió más lesiones por el impacto del rayo fue Madaí, joven de 25 años, quien era su primer paseo en bicicleta con la familia Ortega; no supo qué fue lo que les pasó ese día.

"Del accidente no recuerdo nada, sólo que en ese tramo (donde los alcanzó el rayo) íbamos jugando y riéndonos, tengo el vago recuerdo de ver algunos relámpagos, pero sin importar. Luego Alberto y yo no nos paramos y seguimos al frente, y de ahí solo recuerdo haber visto una luz bien grande, y vagamente el sonido, pero de ahí se me borra todo", explicó Madaí.

Por su parte, Alberto narró cómo iba disfrutando el recorrido y lo que experimentó aquel 23 de julio del 2011.

"De ir pedaleando con la lluvia en un lado no se me hizo extraño, porque en otras ocasiones ya habíamos rodado y hasta con lluvia, así que se me hizo normal.

"Lo que alcanzo a recordar por partes es que estaba en el pavimento tirado; sentía el agua y frío, además que oía voces que me decían: 'aguanta, ya viene la ambulancia', y cosas de esas. Ya lo recordé hasta semanas después, porque en ese momento no sabía que había pasado; igual y tengo algunos vacíos, de que de repente recuerdo que estaba en el pavimento, y después cuando desperté en el hospital, del traslado en la ambulancia no recuerdo nada".

"Cuando desperté en el hospital estuve tranquilo, porque dije, aquí está mi mamá, mi papá, como que pensé que estaba bien".

Rodada

Los ciclistas salieron al as 18:30 horas rumbo a la carretera a Mezquital y poco más de media hora después fueron alcanzados por un rayo.

Al frente de la formación iban, de izquierda a derecha, Édgar Ibáñez, Alberto Ortega, Madaí Ibáñez y Sandra Luján; unos cuantos metros atrás de Alberto iba Jesica Ortega, y más atrás, cerca de la orilla de la carretera, Mariana y Blanca. A 60 metros de distancia iba rodando Gerardo, quien se detuvo a guardar la cámara y celular en una bolsa impermeable.

Jesica recordó el hecho con lágrimas en los ojos y la voz entrecortada, pero lo compartió como si se tratará de una plática entre familia.

"Al igual que Madaí, recuerdo que íbamos riéndonos, súper felices; es algo que hasta después de mucho tiempo lo he ido asimilando. Recuerdo que fue uno de los paseos más felices en los que he andado hasta ese momento".

"Mariana y Alberto iban adelante de mí; en otras ocasiones Mariana rodaba atrás, pero esa vez iban juntos los hermanos, hasta antes del accidente. Por la lluvia, rodábamos con bromas, hablando como nunca. Gritábamos 'ay, me estoy empapando'; en la subida, Mariana y yo nos fuimos quedando atrás, ahí Madaí se queda con Alberto. Recuerdo que cayó un rayo muy lejos, siempre les he tenido mucho miedo, y el segundo fue el que nos alcanzó. Supe que nos cayó un rayo porque sentí la electricidad y como que lo relacioné con el primero. El ver el cielo como ese día me trae recuerdos, y al ver una luz, aunque no sea de rayo, me estremezco".

"Iba como a dos metros, empiezo a ver que todos saltan como palomitas, para todos lados, Alberto sale para atrás, sentí la electricidad del cuello para abajo. A mí no me tumbó, pienso que como me dio de frente no me desequilibró, pero se hizo eterno, porque vi que saltaron para todos lados y yo quería correr pero no podía, porque no me podía mover".

"En cuanto me pude mover aventé la bici y corrí hacía atrás, que es donde estaba Alberto, quien iba adelante de mí; tuve que correr, o sea que el rayo lo impulsó mucho para atrás, porque tuve que correr hacia él. Recuerdo que Sandra se comenzó a levantar; de Mariana y Blanca no me acuerdo".

Acción

Cada 10 de mayo se grita a los cuatro vientos que el sentimiento de una madre no tiene precio y es uno de los más grandes del mundo.

Una mamá es capaz de hacer cosas insospechadas por salvaguardar la vida de sus hijos, Sandra compartió su experiencia al darse cuenta del peligro que enfrentó su hijo Alberto.

"Como dicen, íbamos muy contentos y platicando como nunca. Me acuerdo que perdí el control de mi bicicleta y me fui para abajo de la carretera y me caí, no supe qué había pasado, así que me levanté esperando la risa y las bromas de todos, pero cuando volteo a verlos me doy cuenta que todos están tirados en el pavimento, miro hacia atrás y veo a Blanca y Mariana con la cara de susto. Más atrás venía pedaleando fuerte y de pie, Gerardo; es cuando me doy cuenta que algo nos pasó".

"Voy y veo a Alberto; lo primero que veo es su pupila dilatada, su boca abierta y sangrando por el oído; mi hijo estaba muerto, no respiraba. Comencé a gritarle y sacudirlo de los hombros, en eso llega Gerardo y le comienza a gritar, y de repente me dice 'no lo veas como mamá, velo como doctora', en eso le digo a Gerardo, ayúdame a quitarle la bicicleta y acostarlo boca arriba. No podía darle respiración artificial porque su cara estaba desfigurada, así que comencé con el masaje cardiaco, en ese momento solo pensaba, reacciona Alberto, vamos reacciona".

"Cuando estaba atendiendo a Alberto, oigo que me grita Édgar: '¡doctora, ayude a mi hermana!'. Imagínate qué sentimientos tuve en esos momentos, por un lado estaba mi hijo, y por el otro una gran amiga, así que le dije a Gerardo, ve a ver a Madaí. Sigo con las compresiones con Alberto, con el temor de fracturarle el esternón y lastimarle más sus quemaduras en el pecho, pero tenía que reanimarlo. Gerardo regresa con nosotros y me dice: 'Madaí está igual que Alberto'; en eso mi hijo reacciona y me voy con Madaí, quien ya tenía los labios cianóticos (morados por falta de oxigeno). Cuando voy corriendo a donde estaba Madaí, oigo que Gerardo está hablando con Javier, y veo que no le hace caso; le grito '¡Javier Pérez, no es una broma!' y sigo mi camino. A Madaí sí pude darle las insuflaciones y comencé con el RCP (Reanimación CardioPulmonar) hasta que también reaccionó".

"Para todo este tiempo, Gerardo y mi cuñada ya habían hablado, así que me dediqué a conservar la calma y a mantenerlos (a Alberto y Madaí) despiertos".

"Cuando llegó la ambulancia me fui con ellos; el paramédico atendió a Madaí y yo a Alberto hasta que llegamos al hospital", concluyó Sandra.

El líder del grupo y padre de Alberto ya había recorrido esa ruta en compañía de su hijo, así que se dedicó a disfrutar del paseo hasta que pasó el accidente.

"Al tomar el camino a La Ferrería iba cuidando la tormenta que se encontraba más o menos por Gabino Santillan. Más adelante se tiene que subir un puente para brincar el camino que va a Bayacora, entonces es cuando me paro para guardar mi teléfono y la cámara fotográfica en la bolsa de poliuretano. Pasando el puente se ve un rayo rumbo a Ventanas; para subir al puente es muy leve, de esas que solo se sienten en el pedal, que fue donde se comenzaron a quedar atrás. No sé cuánto avanzamos de ahí y vi el rayo allá por Ventanas, enseguida veo que cae un rayo exactamente donde iban ellos. Se ve una nube de polvo y como dice Jesica, se ve que saltan como si fueran palomitas. En ese momento me enfoco en Alberto que se levanta con todo y bici, más alto que Jesica, quien va arriba de su bicicleta, y veo que Alberto cae. No escuché ningún ruido.

"Entre el shock por lo que vi, reacciono y le comienzo a dar fortísimo a la bici, yo iba como 60 metros atrás, el tiempo que transcurre en lo que veo a lo que llego recapacito lo que vi y pienso, es un rayo, es Alberto, y digo, mi hijo está muerto. Llego en el preciso momento en que Sandra llega con él y lo voltea, y veo la cara de mi hijo, con los ojos abiertos y sangrando del oído; en ese momento le estábamos gritando los dos y le grito a Sandra: '¡no lo veas como mamá, 'mija', velo como doctora!'.

"Llega un momento en que me dice ayúdame a quitarle el casco y lo quitamos de la bici, porque todavía estaba montando en ella. Le zafo el casco y Sandra lo coloca en posición y le comienza a dar RCP; levanto la vista y veo a Madaí tirada más adelante y Édgar llorando, y luego volteo a la derecha y Blanca está hablado por teléfono, Mariana estaba abrazada con Jesica. Corro con Madaí y estaba boca abajo, le digo a Édgar que me ayude a voltearla y estaba igual que Alberto, nada más que sin sangrar, le vuelvo a decir a Édgar 'ayúdame a presionarle aquí (región del pecho)'.

"Me regreso con Sandra y Alberto, en ese momento comienza a reaccionar mi hijo, jala una bocanada de aire y pregunta qué pasó, a lo que le respondo, 'tuviste un accidente, hijo, estás muy golpeado'. La parte frontal de su playera desapareció, su pecho muy quemado; en eso le digo a Sandra que Madaí estaba igual y se levanta y me dice: 'te encargo a mi hijo', y para eso Alberto se quiere levantar y no lo dejo, me dice 'es que me duele', y le digo 'si mi hijo, recuerda que si hay dolor es porque estás vivo, aguanta'. En eso se acerca Jesica y se hinca para que sus piernas le sirvieran de almohada a Alberto, en ese momento comenzó a llover, la tormenta nos alcanzó.

"Cuando veo que Madaí comienza a reaccionar y Alberto estaba con Jesica y Mariana en el carro con Venus, comienzo a pensar lo que seguía, saco mi celular y le marco a Javier (Pérez), tío de Madaí y Édgar, le digo 'carnal, mándanos una ambulancia', y él riéndose nos dice: '¿que ya no aguantaron estos?'. Él lo decía de broma, le digo 'no, no es broma Javier, nos cayó un rayo'. Después supimos que Javier se puso nervioso y quien le ayudó fue Lupita (Alba), su esposa. Lo que hizo Javier fue darle el teléfono a Protección Civil, me entra la llamada, se identifican para que los ubique dónde estamos y les doy el 'norte' y nos confirman que las ambulancias iban en nuestra ayuda. La persona que nos atendió por teléfono de Protección Civil se portó bien amable, mantuvo mi calma con una voz muy suave.

"Cuando terminamos la comunicación, vi que Alberto había reaccionado bien; Sandra estaba con Madaí para que no se durmiera. Édgar le decía 'no te duermas hermanita, tenemos todavía muchas cosas por hacer, no te vayas, no te duermas hermanita'; entonces me dirigí al carro donde estaba Venus con sus niños y Mariana, quienes estaban rezando, por el parabrisas le decía a Venus que todo estaba bien. Mientras llegaba la ambulancia andaba caminando y pensando lo que nos había pasado, vi unas plaquitas de metal que traía Alberto en el pecho, que fue a lo que les eché la culpa de eso. En la desesperación vi la hora en que le marqué a Javier, habían pasado 12 minutos", narró Gerardo.

Ayuda

A pesar de ser una carretera poco transitada y bajo la tormenta, al lugar del accidente llegaron habitantes de los poblados cercanos y vehículos de servicio a prestar su ayuda.

"Pasó una camioneta y sus tripulantes nos preguntaron que si estábamos bien; Alberto decía que tenía frío, entonces les pedí una chamarra o algo con qué taparlo, no traían nada; se fue y regresó con una toalla. Después llegó otra camioneta donde iba un niño como de ocho años, me acuerdo que traía un chaleco negro e iba y le tapaba un rato el agua a Alberto y después hacía lo mismo con Madaí.

"Llegó una camioneta de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), le digo que pida ayuda por radio para ubicar a Protección Civil; nos ayudó mucho. En esos momentos me abrazaba con Édgar, quien es una persona alta y robusta, al verlo llorar lo consolaba diciéndole que ya venía la ayuda. La lluvia no paraba, en eso vimos las luces de las torretas, nos abrazamos dando gracias por la ayuda. La camioneta de la CFE fue al entronque para guiar las ambulancias, llegó una camioneta de Protección Civil, uno de los bomberos se acerca y le dice 'comandante, la muchacha huele a quemada', entonces sus daños eran internos, así que me asuste más, y comenzaron con el traslado.

"En la ambulancia se fueron Alberto, Madaí y Jesica, quien tuvo que ser subida en peso porque todo el rato estuvo hincada con Alberto y las piernas se le entumecieron; Édgar se fue acompañando a su hermana y Sandra; el bombero se ofreció a llevar las bicis en donde se fue Mariana", compartió el padre de Alberto.

Superación

La familia y amigos han llegado a un punto en que ven el incidente como una experiencia y el platicarlo fue una de sus terapias.

"La mejor manera de superarlo es verlos bien, y sobre todo a Alberto, quien tuvo unas lesiones más fuertes comparadas con las de Madaí, pero ella tuvo más tiempo de recuperación. Aquí la edad fue un factor determinante para que se recuperaran rápido, además del estado de salud y el ciclismo les ayudaron para que salieran adelante", comentó Sandra Luján.

"He pensado que lo fundamental de cómo lo hemos superado, en un 85, 90 por ciento, en tu subconsciente queda la impresión, enfrente a la casa hay antena con un destellador, aún y cuando está despejado y veo esa luz me viene el recuerdo y me estremezco; sugiero no olvidarlo, porque esto nos trajo muchas cosas buenas, nos unió aún más como familia. Cuando estuvimos en el hospital nos preguntábamos ¿por qué? No hemos hecho daño a nadie, pero ya cuando lo asimilas no ves el vaso medio vacío, lo ves medio lleno. Nos subimos de nuevo a la bicicleta porque no es nada malo, es un buen deporte, y Alberto decidió volverse a subir; como ese año nos quedamos vestidos y alborotados para ir la Ruta Durango-Mazatlán decidimos rodar en familia para este 15 aniversario", concluyó Gerardo Ortega.

Socorro

El Siglo de Durango platicó con Luis Arturo Saucedo, técnico en urgencias médicas, paramédico de la Cruz Roja Mexicana, delegación Durango, quien cubrió el servicio de Madaí y Alberto.

"Fue un incidente muy fuerte. En mis 18 años que tengo en la Cruz Roja es la primera vez que me toca un servicio de esa magnitud, porque es algo extraordinario que le caiga un rayo a una persona, y más en ese lugar. Había árboles, lugares mucho más altos, como para que les cayera a ellos.

"Llegamos y estaba un aguacero muy fuerte, el niño estaba tirado sobre la carretera y unos tres o cuatro metros estaba su compañera. Había mucha gente ayudándolos a cubrirlos del agua hasta que llegáramos nosotros. Nos dieron dos ubicaciones de dos servicios diferentes. Uno por la carretera a Mexquital y otro por la carretera a La Ferrería, mencionaban dos lugares diferentes. Salimos por la carretera a Mezquital para agarrar el libramiento hacia La Ferrería para ver si los encontrábamos y a ver si era el mismo servicio. Después de media hora nos los encontramos.

"El niño estaba muy lastimado, quemado por el rayo. Él fue al que le afectó más, no fue directo, pero cayó más cerca de donde estaba él; cuando llegamos estaba consciente, pero delicado por la radiación del rayo.

"Cuando vamos en la ambulancia y vemos a las personas comenzamos a evaluar la escena, desde mucho antes hacemos lo que llamamos evaluación de la escena, para al momento de llegar a las personas afectadas ya sabemos si pedimos el apoyo de más ambulancias o bomberos, porque sino hacemos esa evaluación perdemos minutos importantes en la vida del paciente. Subimos a los dos (Alberto y Madaí), y había otras personas, que no estaban lastimados, pero presentaban cuadros de hipotermia, nos quitamos nuestros impermeables y se los dimos a ellos.

"A los más lastimados les quitamos la ropa completamente, porque si traen ropa y está mojada comienza la hipotermia, aunque nosotros le pongamos las sabanas térmicas no funcionarán, así que tuvimos que quitarles la ropa y abrigarlos con las sabanas para que no se chocaran y poder ponerles soluciones. Con las quemaduras el cuerpo se comienza a deshidratar, así que los canalizamos, sacamos signos y comenzamos el trayecto, que es donde se estabiliza a los pacientes.

"Fue una descarga muy fuerte la que recibieron, no directamente, pero quedó en estado de inconsciencia. La mamá le dio los primeros auxilios, que fue el RCP. Ya cuando llegamos estaban conscientes, pero gracias a esos primeros auxilios que actuaron bien. No se estresaron en el momento de los hechos, si no hubiera estado una persona que supiera de primeros auxilios, ellos se mueren.

"Ya nos estaban esperando en el hospital, entregamos al niño y a la muchacha la trasladamos al ISSSTE, después de que fue estabilizada, y nuestro servicio terminó. Nosotros nos quedamos ahí hasta que se controló la emergencia, Fue una situación diferente, porque sentí la necesidad como ser humano de esperarme para ayudar en lo que uno pudiera. Hablé a la Cruz Roja con el comandante para que nos diera la autorización de esperarnos en el hospital, para sí era necesario el traslado a otro centro hospitalario hacerlo de inmediato, ahí nos estuvimos como una hora, y después de que los estabilizaron hicimos el traslado de la muchacha al otro hospital.

"A partir de ese momento ya no supimos nada de ellos, hasta que un sábado por la tarde llegó una familia a Cruz Roja; estábamos de guardia en la cabina de radio. Ellos preguntaron por las personas que habían cubierto ese servicio; da la casualidad que fue un sábado cuando ocurrió el accidente. Me levanto y digo 'yo fui', con el temor de no saber qué pasó. La sorpresa que tuve fue que era el papá, la mamá, la hermanita, el hermanito y el muchacho, nos trajeron un pastel por agradecimiento de la ayuda que les dimos. Ahí sí se me quebró. Soy una persona dura, fuerte, y estoy acostumbrado, son 18 años en esto, pero cuando lo vi entrar, nos explicó todo, lo vi caminar, que llegan y me abrazan, que se sintió algo que no puedo explicar, se me quebró el corazón y me dieron ganas de llorar.

"Aún recuerdo ese día que estaba en cabina de radio y veo entrar a esas personas y todavía lo platico con mis compañeros. Primera vez que viene alguien de todo corazón a agradecerte un servicio, ese es el pago que tenemos en Cruz Roja", narró Luis Arturo.

"No tengo palabras para decirle a la familia. Estoy muy agradecido con ellos, muy contento de que el niño esté bien. Estoy agradecido infinitamente porque me ablandaron el corazón, me hicieron ver la vida diferente. El niño está vivo por la atención que le dio la mamá, los familiares, amigos, no nada más nosotros le ayudamos a vivir, todos lo que lo rodearon lo salvaron", concluyó el comandante Saucedo, de Cruz Roja

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Escrito en: Ruta Durango-Mazatlán estaba, Alberto, Madaí, momento

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