"A Nterior a los discursos criminológicos de delincuencia organizada, E. Sutherland ya había acuñado el concepto de delincuencia de cuello blanco, el cual establecía por vez primera una nueva categoría dentro de la criminología: los delitos cometidos por personas de respetabilidad y alto nivel social en el curso de una actividad profesional legítima, sin embargo, cuando Sutherland comparó los delitos de cuello blanco con la delincuencia organizada enfatizó en que estas dos categorías eran semejantes en cuanto ambas abrigaban cierto grado de conspiración y precisaban de la connivencia de funcionarios y legisladores. Pero que a pesar de sus similitudes conservaban una diferencia contundente: que los criminales de delincuencia organizada no guardaban la respetabilidad ni el nivel social alto de los criminales que incurrían en delitos de cuello blanco. Pese a la cantidad de críticos que tuvo Sutherland con respecto a su teoría, la separación que se hizo entre la delincuencia de cuello blanco y la delincuencia organizada fue sumamente influyente y no fue sino hasta un par de años que los conceptos se han examinado a fondo y se han empezado a considerar como dos caras de una misma moneda". Hasta aquí la cita que hago de un texto de Alejandra Gómez Céspedes, criminóloga por la Universidad de Cardiff (Reino Unido), actualmente coordinadora del Proyecto Falcone en el Instituto Andaluz de Criminología de la Universidad de Málaga, España. Delitos de cuello blanco y crimen organizado, se ubican ya, en el mismo contexto, no importa que los primeros los cometan personas o grupos de personas de "alta respetabilidad o gran alcurnia", y los de crimen organizado aquellos que en el entorno social sean de la plebe o la "prole" como alguien dijo y se hizo famosa por ello. Los escándalos que recientemente se han hecho públicos en nuestro vapuleado país, como el protagonizado por funcionarios del gobierno federal, directivos de los juegos y sorteos que manejan el famoso concurso llamado Melate, que en una acción fulgurante, concertada, bien planeada y ejecutada, se embolsaron poco más de 160 millones de pesos; dinero de millones de incautos y esperanzados mexicanos que constantemente compran boletos para el millonario concurso con el anhelo de sacarse el premio mayor y con ello salir de pobres. Después, el caso de las complicidades entre el consorcio comercial de las tiendas Soriana, y de una institución financiera denominada Monex, que se encuentran señaladas como presuntos partícipes en actos que pueden considerarse como delitos en el ámbito electoral por actuar ilegalmente como apoyadores financieros con sumas millonarias a favor del candidato del PRI a la presidencia de la República Enrique Peña Nieto. También tenemos el caso del banco de origen británico H.S.B.C., cuya representación en México ya ha admitido por dicho banco, acerca de su participación en una mega operación de lavado de dinero durante los años 2007 a 2009 hasta por ¡7 mil millones de dólares! El caso del exfuncionario de CFE Néstor Félix Moreno que recibió sobornos consistentes en un lujoso automóvil marca Ferrari y un yate, con valor de varios millones de dólares por otorgar ilegalmente contratos a empresas poderosas en el ámbito de la construcción. El caso de funcionarios del gobierno federal que recibieron también sobornos por millones de pesos a cambio de otorgar licencias y permisos a la firma comercial trasnacional WalMart y el señalamiento que desde ya hace años pesa sobre el consorcio de la comunicación televisiva y otros medios llamado Televisa acusada de promover, mediante el pago, a cargo del erario del Estado de México de contratos millonarios, la imagen de Enrique Peña Nieto para posicionarlo mediáticamente y con ello imponerlo como presidente de la República. Son todos los mencionados, acontecimientos que nos muestran el grado en que México soporta una bien estructurada red de criminales organizados y de cuello blanco que han venido actuando a través del tiempo con una tranquilidad e impunidad que les da el simple hecho de ser personas de "alta respetabilidad y noble cuna". En todos los casos, veremos que los perpetradores de tan graves como dañosos ilícitos nunca serán castigados, pues para ellos la justicia se inclinará siempre para servirlos, pues en el caso del Melate, ya la PGR dijo que no se trata de delito grave, y por ello ni siquiera pueden ser detenidos los responsables, en el caso HSBC se les sancionó con una multa y se arregló el asunto, en caso de CFE se inhabilitó al sujeto indiciado para seguir laborando en el servicio público y se le impuso sanción pecuniaria y ay murió. Es seguro que a Soriana, Monex, WalMart y Televisa les hagan lo que el aire al Benemérito por el gran poderío económico y político del que gozan. Muy triste destino el de los mexicanos, pues con estas respuestas de quienes deben aplicar la ley, se manda un mensaje por el gobierno a los voraces integrantes del sistema económico y financiero para que hagan lo que les venga en gana, ya que con una simple sanción administrativa se arreglará todo y no saldrán afectados.