
Músicos festejaron en grande su día
Como lo dicta la tradición, el pasado día de Santa Cecilia los músicos y sonideros de este municipio, agremiados en dos sindicatos, celebraron su día.
Muy temprano acudieron a la celebración de la santa misa en la parroquia de Santa Maria de Guadalupe llevando Mañanitas a Santa Cecilia.
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Hacia la tarde-noche el primero de los sindicatos "Agustín Lara" comenzó su fiesta obsequiando a la comunidad su oficio, pues en la bocacalle de la avenida Jesús Agustín Castro y Carlos Real tres escenarios fueron colocados para igual número de agrupaciones, quienes deleitaron por varias horas a quienes acudieron a escucharlos y echar un bailazo.
RITMOS
Norteño, banda y tropical fueron los ritmos que se dejaron oír en tanto que obsequiaron dado el clima los tradicionales ponches. Los Torres, Cenzontle Norteño y Banda Bonito Durango fueron los protagonistas.
Hacia el domingo siguió la fiesta de los músicos con los adheridos al sindicato "José Alfredo Jiménez", quienes además de bandas de músicos que interpretan música en vivo, también tiene la modalidad de tener integrados a los sonideros que también dicen trasmiten música y están presentes en eventos diversos junto con el perifoneo.
No se quedaron atrás en su show a manera de festejo pues los tres escenarios ofrecieron un buen espectáculo musical y un sonido de primera, deleitando a los cientos de personas y familias que se reunieron para tal fin que, por cierto, bailaron y cantaron al son que les tocaron.
Cabe recordar que Santa Cecilia, la patrona de los músicos, es una de las santas que más devoción provocó en los primeros siglos. Nació en Roma, pertenecía a una familia ilustre de la nobleza romana; quedo huérfana de pequeña y fue instruida por el obispo Urbano, quien la bautizo a los 13 años.
Algunos la comparan con la figura de la Virgen María, debido a la conservación de su virginidad aun en el matrimonio. Es una de las seis vírgenes cuyo nombre se encuentra en el canon de la Misa. También son numerosas las dedicaciones de templos edificados en su nombre y puestos bajo su protección; otros escritores la presentan dedicada a la oración, con obras de penitencia y asistiendo a los oficios de culto sin remilgos ni disimulos.
Los pobres se acercaban a la puerta de su casa en la Vía Apia donde siempre había un plato de sopa caliente y unas limosnas. Se le atribuye a la santa la conversión de su esposo Valeriano y su hermano Tiburcio, de Máximo y de otras 400 personas más.