
Disfrutemos la vida intensamente
"Nada te llevarás cuando te marches, cuando se acerque el día de tu final. Vive feliz ahora, mientras puedes; tal vez mañana no tengas tiempo para sentirte despertar". Probablemente, amable lector, este breve texto ya lo haya escuchado en alguna ocasión, ya que forma parte de la canción titulada "Vive", del cantautor aguascalentense José María Napoléon (más conocido como Napoléon), y cuya letra completa es una reflexión relacionada con la forma en que deberíamos disfrutar la vida todos los días, enfocándonos en los aspectos más importantes y gozando cada instante que podamos de los pequeños detalles a los que normalmente prestamos poca importancia.
En lo particular, debo confesar que el contenido de la letra de la referida canción siempre me ha llamado la atención, pero más en los tiempos recientes ya que, curiosamente, a mis hijas también les gusta al grado de que la reproducen con cierta frecuencia y, además, la cantan, lo que me llena de satisfacción al observar que ellas solas la descubrieron y saben que es de mis tiempos de infancia, cuando la música romántica, en la década de 1970, era la que se escuchaba con mucha fuerza en las estaciones de radio de aquella época.
Y aunque me desvié un poco del tema, permítame comentarle que fue a propósito, para hacer una comparación (aunque luego dicen que las comparaciones son odiosas) con la música actual que escuchan los ahora niños y jóvenes. Por supuesto que son épocas muy distintas y que cada tiempo tiene su encanto y sus tendencias musicales. Aquí no se trata de criticar ni descalificar a los actuales cantantes y grupos musicales, sino de recordar que hay ciertas canciones dedicadas a los objetivos y aspiraciones que debemos tener como seres humanos, a destacar los aspectos positivos que tiene la vida, para no desperdiciarla en banalidades.
Con esto quiero reforzar mi postura en el sentido de que si bien los hijos tienen todo el derecho del mundo a escoger la música de su predilección, de su tiempo, también deben conocer aquella que les tocó escuchar a sus padres, con la que disfrutaban cada vez que sintonizaban el radio y reproducían a través los discos de acetato (en una consola, en un estéreo o un tocadiscos) o de los famosos casetes de audio con los que se podían grabar las canciones o comprarlos de fábrica cuando se disponía de suficientes recursos económicos.
Es importante destacar que muchas de esas canciones de la citada época contenían mensajes motivacionales, aunque también hay que reconocer que siempre ha habido melodías dedicadas al despecho, al desamor. Sin embargo, como siempre ha ocurrido, cada quien escucha y elige las canciones que le gustan de acuerdo con el estado de ánimo o por motivos también muy personales.
No obstante, pienso que en la medida que escuchemos música con mensajes positivos, a la larga, nos beneficiará en muchos aspectos pues inconscientemente nos llenará de un estado anímico que nos impulse a alcanzar nuestras metas y a ver la vida con más optimismo y alegría.
Por ello, celebro que mis hijas escuchen música que contenga mensajes de alegría, de confianza, de motivación personal, que les mueva sus fibras más sensibles y que se alejen de aquellas melodías que hablen de odio, rencor, alcoholismo y otras formas negativas de olvidarse, alejarse y desconectarse de la realidad cuando se padecen algunos problemas, sobre todo los relacionados con el aspecto sentimental, del amor de pareja, cuando se atraviesa por una crisis producto del rompimiento de una relación, principalmente de noviazgo o matrimonial. También, aclaro, soy muy respetuoso de quien tenga preferencia por este tipo de música.
Cada día, estimado lector, tenemos la oportunidad de vivir y disfrutar con intensidad el tiempo que nos tocó, así que deberíamos enfocarnos a gozar cada momento, cada instante, sin importar el lugar, bien trátese del trabajo, que es una bendición para quienes tenemos el privilegio de contar con él, o bien, del hogar, el sitio donde convivimos la mayor parte del tiempo, aunque por lo general cada integrante de la familia se dedica a diferentes actividades. De cualquier manera, siempre podemos propiciar algún espacio para estrechar los lazos que nos unen.
El optimismo, una actitud positiva ante la vida, una sonrisa constante, un abrazo, un beso, una palabra de amor y cariño entre padres e hijos, son elementos de la existencia que, entrelazados y repetidos con frecuencia y constancia, se convierten en un estilo de vida que podemos legar y transmitir a nuestros pequeños y adolescentes (además de los adultos, claro), quienes seguramente los retomarán de manera inconsciente una vez que los observen de sus progenitores y los practiquen también de forma cotidiana.
Si bien es cierto que en todas las familias se presentan problemas de distinta índole, que en ocasiones nos desvían del objetivo de disfrutar intensamente la vida, porque además esos momentos difíciles también son parte de la existencia, lo importante es mantener una actitud positiva una vez que superemos esos tiempos de adversidad, ya que de esta manera valoraremos más lo que tenemos en el hogar, nuestra relación como padres e hijos.