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Gustavo Adolfo Bécquer, el poeta enamorado del amor

LETRAS DURANGUEÑAS

Gustavo Adolfo Bécquer, el poeta enamorado del amor

Gustavo Adolfo Bécquer, el poeta enamorado del amor

MARIO JIMÉNEZ FLORES

Ya es tradición considerar a febrero, como el mes del amor y la amistad, y el día 14 como la fecha emblemática para celebrar ese sentimiento especial entre los enamorados, los amigos y la familia. Uno de los poetas inspirado por el amor fue precisamente Gustavo Adolfo Bécquer, poeta español, enamorado del amor, nació en Sevilla el diecisiete de febrero de 1836. Este año se celebra, pues, el ciento ochenta aniversario de su natalicio.

Gustavo Adolfo, huérfano de padre a los cinco años de edad y de madre a los once, tuvo una infancia marcada por la tristeza, tal condición familiar le abrió las puertas del Colegio de San Telmo donde inició estudios de navegación marítima, aunque no tuvo éxito. Su vocación poética se alimentó con la cercanía del mar, donde soñaba paraísos desconocidos con horizontes azules, infinitos.

A los once años compuso su primer poema, llamado "Oda a la muerte de don Alberto Lista", pedagogo, escritor y crítico español admirado por el pequeño poeta, a los diecisiete escribió el poema "Soneto", inspirado en el estilo clásico del poeta romano Horacio y que fue su primera publicación en la revista "El trono y la nobleza", en la capital de España.

En la ciudad de Madrid, una tarde que paseaba caminando, vio en su balcón, a la que fue su musa, Julia Espín Pérez, con veinte años de edad, dos menos que Gustavo Adolfo, poseedora de una hermosa voz de soprano; ella sin otra pasión que la del canto y la música, ignoró el amor del poeta, que en ese primer encuentro visual, escribió la primer Rima, (el número que aparece en las obras publicadas obedece a una clasificación de sus editores). Este es un fragmento de la Rima XIV:

"Te vi un punto, y, flotando ante mis ojos, la imagen de tus ojos se quedó, como la mancha obscura, orlada en el fuego, que flota y ciega si se mira al sol."

Continuó pasando frente a su balcón para verla, porque la joven acostumbraba salir a charlar con su hermana, y la primera vez que Bécquer vio pasar cerca de él a Julia, no se atrevió a cruzar ni una palabra con ella, sin embargo ya en su casa escribió la Rima XXXII:

"Pasaba arrolladora en su hermosura y el paso le dejé, ni aun a mirarla me volví, y no obstante algo en mi oído murmuró "Esa es".

"Quién reunió la tarde a la mañana? Lo ignoro; sólo sé que en una breve noche de verano se unieron los crepúsculos y... "fue".

Cuando los presentaron de manera formal, Julia se refirió a él con frases hirientes, con la intención de disuadirlo de su intento, no le gustaba su vida de bohemio y además no quería interrumpir sus aspiraciones de cantante. El poeta apasionado, en lugar de retirarse escribe la Rima XXIII:

"Por una mirada, un mundo; Por una sonrisa, un cielo; Por un beso... ¡Yo no sé qué te diera por un beso!"

Cuando ya sus amigos lo convencen de que ese amor jamás sería realidad, con veinticuatro años de edad, compone la Rima XLI:

"Tú eras el huracán y yo la alta torre que desafía su poder: ¡tenías que estrellarte o que abatirme! ¡No pudo ser! Tú eras el océano y yo la enhiesta roca que firme aguarda su vaivén: ¡tenías que romperte o que arrancarme! ...

¡No pudo ser!

Hermosa tú, yo altivo; acostumbrados uno a arrollar, el otro a no ceder: la senda estrecha, inevitable el choque...

¡No pudo ser!"

Entre 1860 y1861 publica en el periódico el contemporáneo las "Cartas literarias a una mujer" en las que analiza con profundidad los conceptos del amor, la poesía y el amor divino.

La carta primera desarrolla de manera amplia el tema de la Rima XXI:

"¿Qué es poesía?, dices mientras clavas en mi pupila tu pupila azul…

¿Qué es poesía?, Y tú me lo preguntas?

Poesía... eres tú."

La carta la escribe como si fuera un diálogo con su amada, en una prosa poética que manifiesta lo que para él es la poesía y su admiración por la mujer, además de que utiliza técnicas literarias bien logradas para dar la palabra a sus personajes. Fragmento de la Carta primera: ¿Te acuerdas?"|

Yo aún tengo presente el gracioso ceño de curiosidad burlada, el acento mezclado de pasión y amargura con que me dijiste "¿Crees que mi pregunta sólo es hija de una vana curiosidad de mujer¨? Te equivocas. Yo deseo saber lo que es la poesía, porque deseo pensar lo que tú piensas, hablar de lo que tú hablas, sentir con lo que tu sientes, penetrar por último en ese misterioso santuario en donde a veces, se refugia tu alma, y cuyo umbral no puede traspasar la mía."

Bécquer trabajó como periodista y de allí resultan sus Leyendas y las Cartas desde mi celda, escritas en prosa poética donde mezcla la realidad de su tiempo y la ficción de una forma tan magistral que los críticos lo califican como uno de los creadores de la literatura fantástica más importantes de la España clásica.

Finalmente la enfermedad de los poetas, un atributo relacionado con los espíritus sensibles de la Europa Romántica del siglo XIX, se lo llevó el jueves 21 de diciembre de 1870, a las diez de la mañana se apagó su voz y calló la pluma:

"Volverán las oscuras golondrinas en tu balcón sus nidos a colgar, y otra vez con el ala a tus cristales jugando llamarán;

Pero aquellas que el vuelo refrenaban tu hermosura y mi dicha al contemplar, aquellas que aprendieron nuestros nombres, esas… ¡no volverán!"

Afortunadamente gracias a sus amigos escritores, Ramón Rodríguez Correa, Augusto Ferrán, Narciso Campillo y Julio Nombela, que con mucho amor y trabajo, con sus propios recursos, hicieron el acopio de la obra de Gustavo Adolfo, hasta culminar con la edición en dos tomos de la obra completa en 1871. Así queda la historia de amor y amistad de un poeta romántico que en este año los amantes de la literatura, la belleza del espíritu y la naturaleza, celebran el ciento ochenta aniversario de su nacimiento.

En su tiempo Bécquer era poco conocido, en la actualidad y gracias a los medios de comunicación y a la educación a la que tenemos acceso ya es muy común que hayamos leído o escuchado algún fragmento como el de la Rima IV:

"No digáis que agotado su tesoro de asuntos falta, enmudeció la lira: podrá no haber poetas; pero siempre habrá poesía."

Feliz febrero del amor y la amistad, y que la voz de los poetas se siga escuchando siempre, para que nos inspire a cultivar lo más hermoso del ser humano: el amor.

Escrito en: letras durangueñas amor, Rima, poeta, Gustavo

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