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La violencia en sus diferentes expresiones (Segunda de dos partes)

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La violencia en sus diferentes expresiones (Segunda de dos partes)

La violencia en sus diferentes expresiones (Segunda de dos partes)

IGNACIO ESPINOZA GODOY

Tal como se abordó en la colaboración anterior, la violencia que se suscita en los diferentes ámbitos en los que nos desenvolvemos no siempre es considerada como tal, lo que nos debería llevar a prender la alerta para saber discernir e identificar esas acciones y actitudes que normalmente dejamos pasar al pensar que no se causa daño a alguien. Sin embargo, no olvidemos que la violencia comprende un sinnúmero de expresiones y manifestaciones que estamos obligados a conocer y, sobre todo, eliminar del entorno que nos rodea, alzar la voz para que no nos dañe por más tiempo.

Un instrumento de mucha utilidad es el que muchos progenitores hemos encontrado en la actividad denominada "Escuela para padres", un programa que ha aplicado la Secretaría de Educación en coordinación con dependencias como el Sistema Estatal para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) y el Instituto Estatal de las Mujeres, al que muchas personas han minimizado porque desconocen los temas que ahí se abordan, además de que lo consideran como pérdida de tiempo cuando la realidad es que es todo lo contrario, ya que por este medio hemos podido conocer la problemática que rodea a la familia y la manera de solucionarla.

A través de pláticas y conferencias encabezadas por especialistas en cada uno de los temas que se exponen, quienes hemos asistido a las diferentes sesiones nos hemos enterado de los conceptos equivocados que tenemos sobre distintos aspectos de la vida cotidiana, de ahí que agradecemos profundamente los conocimientos que nos han compartido los psicólogos y psicólogas que han estado al frente de esas dinámicas, que son aleccionadoras, divertidas y, sobre todo, enriquecedoras, pues nos ayudan a involucrarnos más en las relaciones que sostenemos con el núcleo familiar y en general con quienes nos rodean en el círculo de amistades y el ámbito laboral.

Uno de los rasgos que más nos hizo reflexionar a muchos de los asistentes fue el relativo a la famosa "ley del hielo" que no pocos padres practican con frecuencia dentro del hogar cuando se trata de aplicarles algún castigo a los hijos, ya que se trata de una sanción fuerte y extrema que muchos hijos sufren cuando la indiferencia y el silencio pesan sobre ellos luego de que incurrieron en alguna acción indebida. La indiferencia de los progenitores, se nos dijo, no es la mejor manera de castigar a los vástagos, pues al final termina lesionando la relación familiar.

Dentro del hogar tampoco se deben permitir palabras altisonantes para referirse a cualquier miembro de la familia, ya que se trata de un vocabulario que también lastima a quien va dirigido, por lo que se debería evitar el uso de lenguaje inapropiado que lesione la dignidad de padres e hijos, lo mismo entre hermanos, que entre los propios cónyuges, pues en algún momento este tipo de expresiones pueden originar un conflicto mayor en el ambiente doméstico y que podría tener consecuencias impredecibles, a tal grado que podría deteriorar seriamente la armonía que se busca en este ámbito.

Los gritos, los empujones, los pellizcos, las patadas, las bofetadas, entre otras acciones, deben ser eliminadas entre los integrantes de la familia, aunque en ocasiones se pueden considerar como parte de "juegos", pero habría que tomar en cuenta que también son actitudes comprendidas dentro del catálogo que incluye el "violentómetro" como agresiones, ya que luego podrían crecer, subir de tono y derivar en golpes más fuertes que no siempre son fáciles de controlar una vez que se desbordan los ánimos entre quienes han entrado a una dinámica de roces físicos constantes. Es mejor detener a tiempo este tipo de "juegos".

Como padres de familia, debemos estar atentos a que todas estas expresiones no se practiquen en el hogar, al tiempo que debemos hacer conciencia en los hijos en el sentido de que tampoco las deben ejercer entre ellos ni entre su grupo de amigos o compañeros de la escuela, además de que tampoco deben soportar que alguien las realice sobre ellos, en el entendido de que son acciones que constituyen violencia y, por lo tanto, no deben tener cabida en ningún tipo de relación.

Sin embargo, habría que considerar, además, que los progenitores debemos estar plenamente informados ante la menor señal de violencia que se pueda detectar o producir en el hogar, para estar en condiciones de intervenir oportunamente para que no crezcan y luego sea difícil de controlar y eliminar.

Ante todo, los padres de familia debemos fomentar, primeramente entre los cónyuges, una relación de respeto mutuo, de tal manera que los hijos constaten, en los hechos, que sus progenitores son un ejemplo en la no práctica de la violencia, con lo que, inconscientemente, imitarán este comportamiento y el cual reflejarán en los entornos donde se desenvuelvan.

Si en verdad deseamos que los hijos crezcan y se desarrollen en un ambiente de respeto integral, en el que no haya cabida para la violencia en ninguna de sus manifestaciones, les estaremos legando un ejemplo de vida que, seguramente, será parte de una serie de valores que reproducirán cuando ellos mismos formen su propio hogar.

Escrito en: PADRES E HIJOS violencia, deben, hijos, debemos

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