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La difícil adolescencia

PADRES E HIJOS

La difícil adolescencia

La difícil adolescencia

IGNACIO ESPINOZA GODOY

Sin lugar a dudas, una de las etapas más difíciles en la vida de todo ser humano es la adolescencia, ya que es cuando los pequeños y pequeñas dejan de ser niños para convertirse en un ser humano con más independencia y que busca tomar las decisiones más importantes en muchos aspectos, en ocasiones sin consultar a sus padres, por lo que ahí es cuando los progenitores (ambos, mamá y papá) debemos estar muy atentos, de tal manera que esos cambios físicos y mentales sean asumidos con la madurez que se requiere para que no cometan errores que pueden tener serias consecuencias en su existencia.

Como muchos padres lo hacen, podemos dejar que nuestros hijos adolescentes tomen las decisiones que ellos piensen que son las mejores para su vida (lo cual podría ser un grave error), o en su lugar, podemos fungir como guías y la figura de autoridad que ellos necesitan para que transiten con tranquilidad y seguridad esa etapa de su existencia de la que no todos salen bien librados si no se les fijan límites y se negocian ciertas situaciones con el ánimo de no crear un constante ambiente de confrontación e imposición arbitraria por parte de nosotros, los progenitores.

Todos, en nuestro papel de guías, conocemos los casos de padres de familia que, por no ejercer precisamente esa autoridad de la que estamos dotados, dejaron sueltos y libres a los hijos al grado de que estos no supieron cómo manejar esa decisión que les concedieron sus progenitores y terminaron destruyendo sus vidas en medio de las adicciones al alcohol y a drogas que les ofrecieron compañeros o "amigos" que también fueron ignorados por sus padres con resultados que saltan a la vista: sin futuro y condenados a acabar de la peor manera al quedar atrapados en un mundo de ficción que sólo les arruinó la existencia.

"¿Por qué me pasó esto a mí?", se lamentan esos padres, cuando fueron ellos mismos quienes propiciaron que sus hijos terminaran como guiñapos humanos, sin voluntad al perderla por la ingesta de alcohol y el consumo de drogas de todo tipo que pusieron a su alcance esos supuestos "amigos" que sólo buscaban el dinero de quienes engancharon para que les compraran esos enervantes que generan la pérdida del dominio de la conciencia de quien los ingiere, así que difícilmente pueden salir de ese ambiente si no es con el apoyo de sus progenitores, siempre y cuando sea de manera oportuna y con el respaldo y la orientación profesional adecuados.

Por ello, amable lector, los padres debemos estar siempre atentos al comportamiento de los hijos, a pesar de que sabemos que la adolescencia es una etapa que trae consigo un sinnúmero de cambios que los transforman en muchos sentidos, por lo que debemos aprender a distinguir esa diferencia para que no confundamos esos cambios de conducta y los asumamos como normales, ya que puede ser que detrás de esto se esconda algo grave que debemos desentrañar para que nuestros vástagos no se pierdan en un mundo al que no pertenecen.

No debemos dejar pasar cualquier indicio de que algo anda mal o que no es normal en la actuación de nuestros hijos, ya que si lo ignoramos podemos correr el riesgo de que algo peligroso les puede estar ocurriendo y de lo cual nos podemos arrepentir si no intervenimos en el momento adecuado, así que más vale que nos tachen de metiches para salir de dudas, que luego afrontar consecuencias que en ocasiones son irreversibles por su magnitud, por lo que lo más conveniente es investigar hasta donde podamos para cerciorarnos de que nada grave les está sucediendo.

Créame, estimado lector, que siempre será mejor traer "cortitos" a los hijos e hijas -como se dice coloquialmente-, que dejarlos en la absoluta libertad para que tomen las riendas de su propia vida, porque aún no están preparados para asumir las consecuencias de sus actos en determinados aspectos, de ahí que la recomendación es fijar límites en todo lo que hagan, pues finalmente a los padres nos corresponde velar por su integridad física y moral, una de las misiones más complicadas, pero también la más hermosa cuando se trata de protegerlos de los peligros que los acechan en muchos sentidos.

Por ello, mantengámonos en alerta permanente, para cerciorarnos de que los cambios que sufren en esta etapa de su vida sean los "normales" ya que, si bien, se trata en ocasiones de una transformación radical, tanto en comportamiento como en sus intereses en diferentes aspectos, debemos saber apreciar la diferencia y no permitir que se nos salga de control la relación ni la convivencia armónica que buscamos con ellos, con la finalidad de que su desarrollo también transcurra dentro de esa "normalidad" a la que los padres aspiramos.

Además, tengamos en cuenta que los padres no somos una especie de "todólogos" que todo lo saben y todo lo pueden, de tal manera que es válido recurrir a ayuda u orientación profesional cuando sintamos que no podemos lidiar con ciertas cuestiones relativas a los cambios de nuestros adolescentes, ya que es mejor reconocerlo que dejarlas pasar, pues más adelante podríamos lamentarlo.

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