¿Cómo es el mundo, Terry, en que ahora vives?
Fuiste perro y hoy eres ángel. Tus largas orejas de cocker spaniel se volvieron alas. Estás soñando otros sueños que aquéllos que soñabas cuando vivías conmigo. Dormías, y de pronto te agitabas y gañías suavemente, igual que hacías cuando eras un cachorro.
Dime cómo es tu mundo, Terry. El mío, que conociste bien, nunca estuvo a tu altura. Hay en él mucha maldad, y tú fuiste muy bueno. Hay en él mucha tristeza, y tú nos trajiste alegría. Hay en él mucha violencia, y tú nos diste mansedumbre y paz. Hay en él odio, y tú nos amaste con perfecto amor.
Los hombres no merecemos a nuestros perros.
Ven a mis sueños, Terry, y deja que yo esté en los tuyos.
Suéñame como yo te sueño a ti.
Recordemos juntos nuestros recuerdos.
Donde hay recuerdos no hay muerte.
¡Hasta mañana!...