Se enciende el estadio Corona
Treinta y nueve grados centígrados, marcaba el termómetro a escasos minutos de que iniciara el partido de ida de la final en el estadio Corona, cuyas hirvientes butacas ya esperaban por cerca de 30 mil aficionados deseosos de presenciar ese encuentro que nadie se quiere perder.
El sentimiento generalizado era de orgullo, de confianza en unos Guerreros que previamente dejaron fuera a dos poderosas nóminas, contra todos los pronósticos y sobreponiéndose a las adversidades, por ello, toda La Laguna se pintó de verde y blanco, desde primera hora.
"Los laguneros no le tenemos miedo al Diablo", decía la camiseta de un enmascarado, quien se acababa la garganta con gritos de "en mi casa y con mi gente, se me respeta", muy al estilo del torreonense Doctor Wagner Junior.
Penachos, hachas, escudos, hasta arcos y flechas, eran elementos comunes en paisaje del moderno TSM, pero ninguno tan indispensable como la espumosa bebida, fundamental en los partidos de futbol y más necesaria aún ante las calurosas temperaturas.
Una colorida ceremonia protocolaria encabezada por niños y niñas, dio paso a la celebración del partido, no sin antes la entonación del Glorioso Himno Nacional Mexicano, en voz del cantante lagunero Pablo Montero, cuya interpretación fue acompañada por los aficionados, creando un marco sensacional para disfrutar del futbol.
En punto de las 20:10 horas silbó Fernando Guerrero para dar vida a la undécima final del futbol mexicano en la ilustre historia de Santos Laguna, desatando la adrenalina en la ya completamente poblada tribuna Albiverde.
La afición se metió pronto al partido, desde los primeros minutos se escuchaba el atronador "Duro Santos, Duro", demostrando que los once de la cancha no iban a estar solos, que tendrían un respaldo constante, importante y fiel desde la tribuna a lo largo de los más de noventa minutos de partido.
"Seis se puede, seis se puede", fue el grito de guerra adoptado por la grada Albiverde, agitando las hachas de esponja que regresaron al festivo estadio, impulsando a sus Guerreros hacia la victoria. Un baldazo de agua fría cayó sobre la grada con la anotación de los visitantes, durante los minutos iniciales del segundo tiempo, pero la respuesta Albiverde llegaría desde los pies de "Black Panther", la gran figura del campeonato, el caboverdiano Jorge Djaniny Tavares, empleando su larga zancada para ganarle un paso al arquero y definir con calma, haciendo explotar a un estadio en ebullición.
Algunos desadaptados lanzaron objetos al palco de la directiva visitante, ocasionando un bochornoso momento que afortunadamente pasó sin mayores consecuencias.
El impulso entonces desde la grada se volvió cada vez más fuerte, aliento puro experimentaron los Guerreros en la cancha, el "tomahawk" se escuchaba cada vez más fuerte y pareció como si esa vibra acompañara al balón en el zapatazo de un inspirado Lozano, para que "El Emperador" Furch forjara la voltereta, deteniéndose el tiempo por un segundo ante el grito de gol que retumbó hasta en la más recóndita butaca del estadio.
Llegó el silbatazo final y los aficionados disfrutaron un aliento de gloria, sabiendo que el primer paso está dado para traer a casa el trofeo de campeones, "olé, olé, olé, Santos, Santos", fue el canto de festejo para una victoria muy esperada.
Entre empujones, gritos y manotazos, los jugadores y técnicos abandonaron la cancha, dejando la mecha encendida para el partido de vuelta.
Lo que se apagó fueron las luces del estadio, dejando que los fuegos artificiales iluminaran el cielo lagunero, al tiempo que el himno de los Guerreros fue cantado a coro por los felices aficionados, que volvieron al hogar con una sonrisa que desean prologar hasta el próximo domingo.
La alegría por de una final se comparte en la Comarca.