
Una historia con Madonna
En casa de mi tía abuela, comiendo frente a su mesa su característica sopa de tuétano con arroz, ella y yo observábamos entre cuchara y sorbido que mi primo (su nieto) sacaba el casete del walkman cada cinco minutos (5:19, para ser exactos), embonaba uno de los orificios con una pluma y comenzaba a contar vuelta tras vuelta hasta contar a 30. Entonces se detenía, regresaba el casete al walkman y de ese par de audífonos con diadema de aluminio y esponjas negras y porosas emanaba el sonido de una guitarra eléctrica de menos a más que nos arrebataba la atención de mi primo una vez más.
-“¿Qué estás escuchando?” le preguntó mi tía.
-“¿Qué?” preguntó en respuesta mi primo, jalando una de las esponjas lejos del oído para escuchar mejor.
Mi tía repitió su pregunta.
-“A Madonna”
-“¿Qué ella no canta en inglés?”
-“Sí”
-“¿Y le entiendes?”
… Sin quererlo, Madonna quien estaba en su apogeo en aquel entonces, había abierto una conversación inclusiva entre dos generaciones con muchos años de distancia. Mi primo activaba y pausaba su walkman, traduciendo la canción párrafo por párrafo, deteniéndose en algunas partes más tiempo que en otras, pero dándonos una idea muy clara de qué significaba “Like a Prayer”.
Yo no fui un fan de Madonna hasta que ella me hizo su fan.
Madonna me parecía pretenciosa, hipócrita, mala cantante y muy mala actriz. Pero dentro de esa falta de talento también había una especie de encanto que me hacía esperar con ansias su siguiente video musical, su siguiente presentación en los premios MTV, su siguiente escándalo sexual.
MIRADA FIJA Y FULMINANTE
Quienes la conocían durante finales de los años 70 y principios de los 80 han documentado en varias entrevistas que Madonna caminaba por las calles con la mirada en alto, viendo a los ojos a la gente que pasaba por su lado como diciendo “Mírame bien cabr*n. Voy a ser famosa”.
En 1977, Madonna hizo su arribo a Nueva York y aunque muchos dicen que la historia de que sólo tenía 20 dólares en el bolsillo es una gran mentira, seguro es que Madonna no llegó a Nueva York con los 590 millones de dólares que, según Forbes, vale su fortuna actualmente.
Poco a poco, Madonna se fue haciendo camino en el mundo de la música: de suplente de bailarina a bailarina profesional; de bailarina profesional a modelo; de modelo a integrante de una banda musical; de integrante a líder de una banda musical; de líder a solista; de solista a productora; de productora a sello discográfico; de sello discográfico a leyenda.
A mitad de ese proceso me di cuenta por qué me gustaba tanto esta mujer “sin talento”: Su determinación y pasión por alcanzar su objetivo.
Esa mujer que todos criticamos, que llamanos p*ta, ridícula, asalta cunas… Esa mujer ha sobrevivido a casi todo. Sobrevivió a la prematura muerte de su madre cuando ella era todavía una adolescente, el complejo que la ha seguido durante toda su carrera y que se ha manifestado en la falta de reconocimiento que obtiene a través del público y, sí, de sus jóvenes amantes.
Sobrevivió a abusos sexuales y a asaltos en su propio apartamento al grado de ya ni siquiera molestarse a cerrar la puerta antes de dormir.
Sobrevivió a la epidemia del SIDA en los 80’s, enterrando a varios de sus amigos afectados por dicha enfermedad, dedicando conciertos a los afectados y sobrevivientes, invitando al diálogo y a la aceptación de un virus del que poco se sabía y que incluso se rumoró que ella portaba debido a su delgadez durante el Blonde Ambition Tour.
Sobrevivió a los últimos años del racismo en Estados Unidos, siempre rodeándose de todas las razas diferentes a ella, demostrando que su país se hizo del trabajo de imigrantes, como su padre (Ciccone, italiano).
Sobrevivió a la tormenta de los medios de comunicación que la crucificaron cuando su libro “Sex” salió a la venta. Libro en el que posaba desnuda y en posiciones eróticas junto a Naomi Cambpell, Isabella Rossellini y Vanilla Ice.
Sobrevivió un primer parto como madre soltera, la inspiración de Ray of Light, el disco que le obtuvo 5 grammys en 1998. Nada mal para una cantante que no canta ¿no?
Sobrevivió a demandas por supuesto plagio de letras y canciones como Frozen, e incluso a la censura de sus videos como Justify My Love, What it Feels Like for a Girl y American Life por atreverse a hablar de sexo, machismo y política, respectivamente.
Finalmente, sobrevivió a los ídolos que comenzaron esta carrera junto a ella y que se convertirían en iconos por excelencia compitiendo contra ella en las listas de popularidad. A todos ellos, Madonna les ha rendido homenaje.
A Madonna nada más le falta sobrevivir a Cher para llamarla realmente invencible.
LEGADO DE LA REINA DEL POP
Sea como fuere, ahora que Madonna celebra su cumpleaños número 60 me doy cuenta volteando a aquella comida en casa de mi tía abuela del gran impacto que aquella mujer nacida en Detroit el 16 de agosto de 1958 causó sin pensarlo en Durango, en la calle costa en ese apartamento de dos habitaciones y un baño con tres integrantes de una familia que creían no tener nada en común.
En fin, el legado de Madonna nos ha tocado a todos de alguna u otra forma queramos o no. Ya sea porque cantaste sus canciones, la hiciste tuya en una fantasía, bailaste su música, o deseaste que te hubiera adoptado, aquella mujer que muchos creen sin talento ha demostrado y dejado bien claro que la determinación y disciplina son los únicos elementos necesarios para alcanzar cualquier sueño por muy lejos o imposible que parezca.
Felicidades Madonna, vamos por otros 60 más.
CUMPLEAÑOS
Madona cumple 60 años rodeada de escándalos, una historia de vida difícil y una constante lucha por poner sobre la mesa temas que nadie quiere tocar.