Generalmente tenemos la costumbre de cerrar las ventanas apenas llueve, lo cual es un error que muchos cometemos, ya que es una manera muy efectividad de ventilar cualquier lugar. Por ejemplo, si llueve en una época en la que no hace frío, podemos abrir por lo menos unos minutos las ventanas.
¿POR QUÉ DEBERÍAMOS HACERLO?
La lluvia tiene el efecto de oxigenar y por lo tanto purificar el aire de nuestro hogar o lugar de trabajo. Nada funciona mejor que la lluvia para limpiar los ambientes contaminados de nuestras ciudades. Las gotas de lluvia recogen y retiran las partículas contaminantes haciendo desaparecer las nubes de contaminación. Gracias a ello podemos respirar aire mucho más oxigenado cuando llueve y tras ello.
Incluso se ha demostrado que tras unas horas de lluvia el ambiente deja de estar tan cargado y se regula la temperatura (también pasa en invierno). Ese ambiente previo tan cargado es, precisamente, el que suele provocar dolores de cabeza, agotamiento y malestar en muchas personas electrosensibles.
Estos ambientes pueden llegar a inducirles un carácter más irascible. En cambio, se observa que tras una tormenta la gente parece estar más animada y relajada.
BUENO PARA LA SALUD
Otro efecto benéfico de la lluvia en nuestro ambiente interior es el agradable aroma que nos regala. En realidad se produce una mezcla de aromas que provienen de una combinación de sustancias liberadas por las tierras y rocas mojadas, los suelos y la multitud de bacterias que allí habitan.
En definitiva, el olor a lluvia es una mezcla de muchas esencias que surgen de la Tierra e incluso también de la atmósfera. Resulta muy agradable y suele conseguir que nos paremos al menos un instante, respiremos hondo y sintamos un bienestar.
Ya lo sabes, cuando llueva abre las ventanas y deja que fluya el oxígeno.