
Las calaveras: Chumbala Cachumbala
Los mexicanos tenemos una relación curiosa con el tema de la muerte, hemos hecho una extraña mezcla, entre que encontramos una respuesta y entre que simplemente no le hallamos la explicación, despreciamos a la muerte y a la vez la veneramos. Hay quienes le tienen pánico a la muerte, especialmente de sus seres más queridos y están dispuestos a aferrarse a la vida con todas las uñas, como si la separación fuera tan dolorosa, que hay que evitar que no se vaya.
Detrás del miedo a la muerte se esconden todos los miedos; al dolor, al sufrimiento, a la nada, a la oscuridad, a lo desconocido, por otro lado, en nuestra cultura el humor forma parte de nuestra identidad. Desde que nacemos comienza el viaje veloz con destino al fin y pese que a los mexicanos se nos conoce por guardar una relación cómica con ella, suele ser un tema evasivo en las familias y del cual no se reflexiona lo suficiente.
Lo cierto es que, la gente muere y queda todo ahí, los planes a largo plazo, las deudas, las joyas, el coche nuevo, la ropa se queda colgada, se disuelve toda la importancia que pensábamos que teníamos, todos los grandes problemas se transforman en un inmenso vacío.
La vida continúa, las personas superan tu ausencia, siguen sus rutinas normalmente y el mundo sigue siendo caótico. Así es: un parpadeo y al otro ya estás muerto, pero de que nos vamos a morir es un hecho, aunque no nos queremos preparar para ello. A pesar de que es lo único seguro que existe en nuestras vidas, no estamos seguros de cuándo y cómo llegara. Podemos suponer que será provocado por tres rebanadas de pastel de chocolate, un coco caído de una palmera o un resbalón con una cáscara de plátano, pero a menos que seamos un suicida, nada nos garantiza la forma y hora en que llegará, más temprano que tarde le tocaremos la puerta a San Pedro. Dicen que los mexicanos nos reímos de la muerte, la verdad lo dudo, más bien nos reímos de la ansiedad que nos provoca, porque realmente le tenemos miedo, lloramos con mariachis y una copa de mezcal en la mano, los extrañamos y los seguimos amando, bromeamos cuando nos encontramos en situaciones incomodas y fácilmente hacemos rima con versos que encontramos chistosos y al mismo tiempo disfrutamos de calaveras hechas de azúcar y piloncillo, hacemos catrinas y mofa de un esqueleto vestido de gala.
Por irónico que parezca, cuando la muerte se encuentra cerca, la resignación es la solución más pacífica, para dar un cierre apropiado a nuestra pérdida, debemos encontrarle humor y un significado espiritual y trascendental.
A través de la risa, las endorfinas actúan como analgésico frente a un dolor físico, del mismo modo nos ayudan a aliviar un dolor espiritual o psíquico. Podríamos decirlo así: la risa es la cura natural para el sufrimiento emocional. Mucho tiempo antes de que se conocieran estos datos biológicos, el filósofo Friedrich Nietzsche escribió: "El hombre sufre tan profundamente que ha debido inventar la risa".
Y aquí me encuentro yo, escribiendo esto, y tratando de encontrarle humor y sentido a la vida, pues La "huesuda" este año se llevó a mi adorada madre y a mi amor al otro mundo, el humor en este momento es un bálsamo para mi alma, pues, me ayuda a recuperar los ánimos en estos momentos difíciles y a entender que los finales no siempre son bonitos, pero pueden ser hermosos. Reírnos, sobre todo de nosotros mismos, hace que el camino de la vida parezca siempre más soleado.
Todos en algún momento nos merecemos una calaverita, en México el amor y la muerte se pueden conjugar, qué mejor que tomar con humor ese final al que todos nos dirigimos. La vida es un ciclo interminable de resurrección plenitud y muerte, mil renaceres y mil incineraciones en la misma. Empecemos a tomar la vida con humor, la muerte, le sucede a ricos, pobres, famosos, exitosos, mujeres, hombres, niños o ancianos. Nadie está exento de ella.
De hecho, algo que la mayoría no quiere asumir ni pensar es qué desde el día que nacemos ya inició nuestra muerte. Cada segundo que pasa estamos perdiendo más y más vida, es lo único que el ser humano tiene asegurado. Cuando hemos realizado la tarea que hemos venido a hacer en la tierra, se nos permite abandonar nuestro cuerpo, que aprisiona nuestra alma. Llegamos sin nada y nos iremos sin nada, excepto todo lo vivido, compartido, amado, reído, bailado y disfrutado, todo lo demás es prestado. Si vives bien cada día, entonces no hay nada que temer.
Si no fuera por la muerte, ¿valoraríamos la vida? temer a la muerte es quizás la condición más gráfica de que realmente, somos bien imperfectos. Entonces, si no hay nada más seguro que la muerte, ¿será justo que pasemos toda nuestra corta vida temiendo que algún día vamos a morir, cuando es algo inevitable e impredecible? lo que sí podemos decidir, es cómo la vamos a enfrentar. Cuando más ganas de reír me dan, es cuando me río de mí misma, yo necesito un poco o un MUCHO de humor ¿y tú?
La calaca un día 11 llegó...
Y de pronto se llevó a mi mamá y a mi amor.
Al menos a Eleazar lo dejó llevar en su maleta:
Su salsa tabasco, sus dulces y la mitad de mi corazón
El de mí se despidió con agradecimiento y amor
A esta calaca, por si no le bastara el caos que ocasionó, esta loca huesuda a mi mamá vistió y antes de irse con todos sus nietos viajó nos puso en oración, una tuna se comió, los dientes se lavó y su pelo peinó.
De su amada familia con fe y amor a cada uno nos dijo adiós y en ambulancia de su casa partió.
Su amor, enseñanzas y unión a sus hijas nos dejó.
¡Ah! esta calaca tan ocurrente en toda la madre me dio, mi vida la trastornó.
Pero si algo me enseñó, es que ellos permanecen presentes en mi vida y en mis sueños y con su guía y su amor siempre ponen su luz en mi tristeza y confusión...