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Síndrome de Estocolmo

24/7/365

Síndrome de Estocolmo

Síndrome de Estocolmo

RICARDO MILLA

Todos sabemos que el Síndrome de Estocolmo es un término utilizado para describir una experiencia psicológica paradójica en la cual se desarrolla un vínculo afectivo entre los rehenes y sus captores.

El término fue acuñado por el psiquiatra Nils Bejerot, asesor de la policía sueca durante el intento de asalto que en 1973 se llevara a cabo en el Banco de Crédito de Estocolmo donde incluso cuando fueron obligados a ponerse de pie con sogas alrededor de sus cuellos, los rehenes terminaron protegiendo al raptor para evitar que fuera atacado por la policía.

Partiendo de esta premisa, realicé en septiembre de 2011 una obra en video que tomaba su nombre de este curioso hecho acontecido en Suecia y que estaba conformada por la programación de un algoritmo que tomaba los tres logotipos (con sus respectivos colores) de los tres partidos políticos más votados en los últimos 20 años en México dando como resultado una serie de combinaciones variadas que edité en un video de 12 minutos de duración.

Lo sometí a la X Bienal de Monterrey y ni siquiera fue seleccionado. A principios de 2012 realicé una versión tridimensional de la serie "Síndrome de Estocolmo" al imprimir en pequeñas calcomanías la combinación de los logos confundiendo sus colores y pegándolos en cubos de Rubik.

Las obras resultantes que miden cinco punto siete centímetros por cada lado y que se convierten en un intrincado laberinto difícil de resolver son potentísimas.

En 2013 en conjunto con el crítico Erik Castillo realizamos una gestión para colocar tres cubos en una galería de arte en la Feria Zona MACO pero fuimos rechazados.

Afortunadamente, gracias a la exitosa gestión de mi galerista Ricardo Reyes una nueva versión de 27 cubos de Rubik que conformaban un tríptico, cada uno integrado por nueve, se expuso y se vendió en su tercera versión mi obra "Síndrome de Estocolmo" en una subasta en 2015.

Estas piezas y su azaroso recorrido me hicieron recordar estas dos frases, la primera de Man Ray:

"A lo largo del tiempo, el arte se ha puesto alternativamente al servicio de la Iglesia, el Estado, las armas, el mecenazgo, las anécdotas y la decoración, pero todas las maravillosas obras que se han creado, fueran cuales fueran sus fuentes de inspiración, viven para nosotros a causa de su fuerza creativa y expresividad".

Y esta de Mathias Goeritz: "Se reconoce la obra de arte por su vida propia. La obra de arte que no tiene vida no es obra de arte".

Por otro lado, el viernes 28 de junio de 2019 tuve el gusto de obsequiarle al joven curador peruano Rodrigo Carazas un ejemplar del libro que me editaron en conjunto el ICED y el entonces CONACULTA hace seis años. En la dedicatoria que le escribí realicé un dibujo de un jabón ZOTE que en lugar de su característica marca decía la palabra ARTE. Hasta finales de ese año, gracias a mi amiga Ixtaba, pudimos producir un total de 28 jabones que en distintos idiomas que iban del chino simplificado al hebreo, pasando por el Esperanto, tenían inscrita en sus respectivos caracteres esa palabra que a pesar de solo contar con cuatro letras en castellano propicia un juego infinito, inabarcable.

El artista no es dueño del significado de sus obras, y estas suelen tener más que uno, pero lo que comenzó siendo un comentario sobre la estrecha (pero difícil de comprobar) relación entre el desbocado y poco transparente mercado del arte y el lavado de dinero, se transformó súbitamente, gracias a la pandemia, en un objeto que, sin exagerar, puede marcar actualmente la diferencia entre la vida y la muerte (el jabón) con la inscripción genérica de los contenidos que nos han ayudado a no enloquecer más en estos tiempos de reclusión forzada: llámense películas, series, libros, música, etcétera.

Y hablando de otra pieza, tomando el padrón de votantes que eligió a Trump sobre Hillary Clinton, en los últimos meses de 2017 realicé una obra de neón. Según una nota de Proceso, fechada el 27 de agosto de 2020, el número de desempleados a causa de covid-19 en el vecino país del norte es de poco más de 58 millones, muy cercanos a los 62,984,825 a los que hago referencia en mi pieza.

En un guion de Charlie Kaufman ambas cantidades podrían llegar, en alguna vuelta de tuerca, a intercambiarse o bien a convertirse en una especie de uróboro. Pero no estemos inmersos en uno de sus relatos (creo) y nos encontramos en una situación más parecida a un episodio de "La Rosa de Guadalupe" donde 126 millones de mexicanos llevamos anhelado, por lo menos los últimos cinco meses, la milagrosa aparición de la flor que traiga consigo el airecito que nos alivie y despeine, o en su defecto, una vacuna efectiva.

CORTESÍA

Escrito en: 24/7/365 obra, arte, realicé, versión

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