Durango es semillero de talentos, no importa el lugar al que te dirijas, siempre encontrarás a una persona haciendo algo impresionante.
Tal es el caso de un malabarista, quien bajo los rayos del sol y contrarreloj, le regala a los conductores de la avenida 20 de noviembre un momento de distracción.
Cuando el semáforo del cruce de esa avenida y la calle Laureano Roncal se pone en rojo, un hombre de entre 25 y 35 años corre de un extremo a otro para sujetar la cuerda en la que caminará.
Después de inspeccionar que está segura, da un par de brincos y sube; se balancea en un pie mientras las tres clavas que lo acompañan giran en el aire, su concentración es impresionante y en cuestión de segundos comienza a caminar sobre la cuerda.
Mientras él realiza su acto estrella, los conductores se mantienen atentos, algunos graban y otros buscan rápidamente alguna moneda para dársela en forma de agradecimiento.
El joven sigue su camino hasta llegar al otro extremo, salta y corre para desganchar la cuerda y pasar entre los carros, recoge dinero y aplausos.
Cambia el semáforo a verde y él se resguarda en el camellón a la espera de que vuelva el rojo.
Su cansancio es evidente, pero sonríe porque varias personas se han quedado a ver su acto.
Aunque podría pensarse que esta actividad es fácil de realizar, en otros cruceros no se había visto que un malabarista añada un “extra” a su rutina.