Canto a la ciudad blanca, la discreta
Ciudad para mí tan jovial y tan
Querida
Que si tuvo la gracia en darme vida
Yo le causé el dolor de ser poeta.
Canto a Durango, la urbe soberana
Cada día más coqueta y hechicera
Como que es en el Valle del Guadiana
Tierra de vida propia
Ya que plugo a la maga Primavera
Vaciar en ella rica cornucopia.
Barrios de Tierra Blanca y el Rebote,
Del Calvario, de Analco y San Antonio
Donde siempre iba al trote
Como alma perseguida del Demonio.
Mi cerro de Mercado: tú fuiste la pandorga
De mi infancia feliz, cuando a
Hurtadillas
De ti bajaba a la presa de Morga
Para después, mis irascibles tías
En su tienducha "La Locomotora"
Me flagelaban todas las costillas
Al volver por la tarde, ya en deshora.
Calles Coronado y Victoria
¡cómo a mi frente vienen y se van
Dejando del pasado en mi memoria
Momentos de pesares y de gloria
Con Macario Armendariz y el Chaflán.
Noches de juventud en tolvanera
Cuando reunido con la muchachada,
Con mi indumenta cual si fuera un zuavo,
Descalzo recorría de acera a acera
Las oscuras callejas
Portando primitivas candilejas
De ocote resinoso
Para al siguiente día captar el gozo
De vender alacranes a centavo.
Arroyo San Vicente, cerro de
Guadalupe, las Moreras, la China, aún me desvela
Recordar cómo pude y cómo supe
Con mis "venadas" suplantar la
Escuela.
Oh andanzas de aguerrido mozalbete
Por el Tunal, Pueblito y Ferrería
Donde con mis amigos, un banquete
Se imrovisaba ahítos de alegría;
El "menú", bien sencillo
Más lo hubiera envidiado
Pantagruel:
Semitas con chorizo y piloncillo
Y un jarro de fresquísima aguamiel.
¡Oh mi ciudad católica y bizarra!
Hasta el exilio tú me envías el eco
De tu noble historial y de tu rango.
Sea mil veces bendito don Alonso
Pacheco,
Don Ginés de Mercado y Francisco de Ibarra
Que gentiles te crearon, mi Durango!
En homenjae a eximios fundadores
Cada día te remozas y engalanas
¡oh mi ciudad que hueles a copal!
Perfuman en su loor las gayas flores,
Les recuerdan los pájaros cantores
Y alharaquientas suenan las
Campanas
En tardes y mañanas
Desde las torres de tu catedral.
Tierra de nuestro epónimo Victoria:
Un zodiaco de nombres te amerita
Donando a tu prestigio claro rastro
Y a remembrarte la memoria invita
Para afirmar lo justo de tu euforia.
Fuiste la musa de Ricardo Castro,
De Francisco Fournier y de
Alvarado,
De Dolores Guerrero y de Gaxiola
Y en tus manes de fijo se ha
Inspirado
-cual caracol que guarda los sonidos-
Pancho Castillo Nájera, el doctor
Poeta eminente, rey de los Corridos.
En fin, que tu rancia prestancia perpetúa en su estación, Felipe
Pescador
Y en diamantino canto la Anitúa
Tu mirlo, tu zinzonte y ruiseñor.
Ave a tí mi Durango! Cuna santa,
De mi fiel devoción el relicario.
Tu hijo ausente con amor te canta
Y en tu loor aviva su incensario!
Justino N. Palomares
(poema tomado del libro
"Bocetos Durangueños". Poesías, 1951).