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LETRAS DURANGUEÑAS

Señor de la música

Señor de la música

Señor de la música

FCO. JAVIER GUERRERO GÓMEZ

"Sueño con una música para la cual no existan caracteres gráficos, pues las conocidas no alcanzan a expresarla. La música tiene que ser calor, luz y movimiento"

- Silvestre Revueltas

Luz del milenio ceniza que diluye, tiempo en la rueca, golondrina universal, latigazo matutino. De tu sepulcro notas marginadas y los escritos en la pauta de eléctricos alambres: cantan y dicen tu nombre: Silvestre, Silvestre.

Como la flora, ciervo sin dueño, rocío en la yerba y grano en el desierto. Libre como vuelo de pájaro, como, la mariposa y la estrella... arpegio que prosigue por años, hechizo mágico sin ancla, por los siglos y siglos.

¡Silencio!

El ruido de las hojas perdidas al otoño sabe a lágrimas, sus lomos amarillos de espaldas al sol, con el viento que mece, caen al suelo. Descubren el recuerdo donde anida la escala móvil de Silvestre. Rezumban ecos y las flores asombran, su música surge, resaltando en las cimas férreas en la cordillera espina dorsal de la sierra Madre.

Señor de la música, violín del cielo. Acordes supremos en plenitud humana, arrullo de brazos auge de suspiros sobre los límites del arte. Fragor de sangre que el pulso eleva, los ojos centellean y la carne viva, musicaliza la inocencia, después rueda pletóricas por la cara del mundo

¡Silencio!

Que las montañas en el nudo perfecto de Santiago, laten a reminiscencia, vibran por el hijo. Se pierde su voz en las quebradas, los arroyos la devuelven en días floridos.. El hombre camina hacia la luz desmembrando ese silencio que aprieta el estigma dela raza. Levanta la voz, arremolina el surco fecundado. Serenata en movimiento, péndulo en el devenir vital.

¡Silvestre! Repiten los soles sin aura, detiene la luna, sonatas de luces en alas de arpegios y un soplo de amor. Las notas traspasan los mares, se alejan, naciones y hombres palomas que en sus patas llevan noticias de un pueblo que sus brazos abre.

Silvestre, llamarada en cabellera negra, hirsuta, que ondea como medusa, muchos abrazos raíces que buscan lo eterno.

¡Silencio!, tu presencia sensible en las sombras del pinabete, abraza paisajes, sus cicatrices lloran trementina y en su corteza escriben el tiempo. Música cosmopolita, claves europeas en dedos indígenas, canto mestizo de cielo rural que embelesa al pueblo, acorde s que vagan en música suave de orquesta triunfal.

Conociste los secretos en los vértices de las ondas del lago, escritos con remos de los pescadores, mariposas en forma de redes o redes mariposas de Janitzio. Que dieran los vientos y el murmullo de los ríos serpientes por solo un momento de la cuerda viva de tu violín.

Navegante terráqueo, abres tu música a pueblos mayores, pregón sincero, danza inquieta de elementos. Vibran las notas encabalgadas en la fragata del celuloide en la voz de pueblo ¡Vámonos con Pancho Villa!, Impresionismo con sabor nostálgico que repite: México...Voz de antepasados acuerdes que retachan notas de la estipe Cuauhnáhuc.

Simbólica arca Noé de las notas: Dueto para pato y canario, ranas con su Do de pecho y el tecolote de rondín oscuro...Espejo verde, estanque de ensueños entre lama y lotos, zigzagueante y ágil renacuajo paseador.

Va cayendo La tarde del hombre, al final del trecho, ese pedacito que se llama vida, impulso de un meteoro, orla de lágrimas cuando los montes y el clamor de las milpas se hicieron más verdes. Las nubes parieron aguas entumidas... Y lloró Neruda tu retorno al seno de la tierra y dijo Herida sublime, los bosques, la tierra y el agua te reciben y dicen bienvenido Silvestre.

Escrito en: letras durangueñas Durango escritos música, notas, brazos, dicen

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